Abriendo una caja de pandora

Pasan los días y el Gobierno Nacional no desiste de su idea de convocar una asamblea constituyente. Por el contrario, cada día se puede percibir mayor insistencia y compromiso en materializar esta iniciativa. Al respecto, considero que aventurarnos a una nueva constituyente podría llevarnos a escenarios inimaginables, así como a una transformación profunda del país como lo conocemos, por las razones que procedo a exponer: (i). Quiero comenzar haciendo referencia a la molestia que existe en diferentes regiones del país, en torno a temas como el de seguridad y orden público (región Pacífica), energía y servicios públicos (región Caribe) e infraestructura (región Andina, con un especial enfoque en Antioquia). Estas molestias han sido un caldo de cultivo adecuado para que ideas y propuestas de corte federalistas hayan ganado fuerza durante los últimos meses. Esto lo podemos ver reflejado en iniciativas, como el referendo por la “autonomía fiscal” de las regiones, promovido desde Antioquia. En este sentido, considero que, de convocarse a una “Constituyente”, el tema del federalismo va a tener una forzosa y protagónica participación en las sesiones.

En mi sentir, un viraje hacia un modelo federal podría llevar a profundos cambios en las dinámicas políticas tradicionales, restándole importancia a la figura del Presidente y aumentando la de los gobiernos regionales. En casos como el del Huila y la Región Caribe, un modelo federal podría contribuir a tener la soberanía energética que nunca hemos tenido, teniendo la posibilidad de oponernos a que nos sigan inundando con más hidroeléctricas que además de no pertenecernos, no producen energía eléctrica para la región. Tendríamos la valiosa oportunidad de transformar energéticamente a nuestro departamento, con proyectos de energía solar y nuclear. Esto, sin mencionar que el cargo de gobernador tendría un rol mucho más dinámico y no tanto de adorno.

(ii). En la última Constituyente, los colombianos elegimos uno de los modelos de estado más paternalistas y caros, el Estado Social de Derecho. Para nadie es un secreto que este tipo de estado genera cargas considerables que se concentran en las clases medias y altas, lo que sumado a los elevados índices de corrupción, a la creciente burocracia y al indebido manejo de los recursos públicos, podría incentivar un cambio hacia un modelo de estado mucho más simple y austero. En resumen, convocar una Constituyente con el clima político, social y económico actual, podría terminar llevando a que el tiro les salga por la culata a los convocantes.

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