Es innegable que la aldea global, el mundo a la distancia de un clic y los puertos cada vez más cerca unos de otros, son la realidad del planeta, y el país no puede ser ajeno a un escenario en el que los mercados internos ya no son tan atractivos y hay que mirar no solo de soslayo al vecino sino como un potencial cliente, puesto que ese vecino también está pensando en nosotros como mercado. Por ello es imprescindible que Colombia, y cada una de sus regiones como el caso del Huila, se planteen que el mañana de una tienda planetaria ya existe, que lo que producen unos anónimos chinos, tailandeses, mexicanos o finlandeses pueden estar en nuestra casa en menos de lo que demora una carta por el servicio postal oficial nacional.
Hace ya más de 40 años que los empresarios colombianos se abrieron ante el mundo, tratando de ganar espacios en un supermercado global que nos lleva – en el mayor de los casos – décadas de ventaja, y que apenas estamos tratando de salir del subdesarrollo no solo industrial sino mental. Algunos fueron pioneros, cuando el camino era realmente incierto y las condiciones estaban muy lejos de ser las mejores.
Vivíamos en una Nación casi colonial, a mediados del siglo XX y finales del mismo, del cual nos esforzamos tanto en salir como en no abrir tanto la puerta para que no se nos llene de muchos visitantes que, si nos descuidamos, se quedan con la cocina y la alcoba.
En esa medida, lo que está ocurriendo hoy en materia de comercio exterior, en importaciones y exportaciones, tiene que ver mucho no solo con nuestra capacidad de resistencia y empuje, que la tenemos de sobra tanto para lo bueno como para lo malo, sino con el potencial mental que nos permita saber en qué somos realmente eficientes y eficaces y qué no podemos hacer.
Es claro que Colombia va en buen camino en ese sentido, con factores que vale la pena observar con seriedad, como el real impacto de los Tratados de Libre Comercio –TLC– y la tolerancia exagerada a productos externos como el café que, teniendo el mejor del mundo y produciendo en buena cantidad, sigue llegando y llenando los estantes de otros países.
En esa línea es pertinente tener en cuenta que hoy, en función de los TLC, tenemos un mercado potencial de 1.400 millones de consumidores donde nuestros productos entran sin aranceles, con una tasa de cambio que ronda los 1.950 pesos, y unas exportaciones totales que crecieron más del 50 por ciento entre 2010 y 2012, en tanto que las exportaciones no mineras vienen creciendo por encima del 23 por ciento.
Y si bien es acertado lo que dice el Gobierno Nacional, de que pareciera que la culpa de todos nuestros problemas y de la situación de nuestro campo la tuviera la apertura comercial, la verdad es que llevamos más de veinte años trabajando para ajustarnos al rumbo del mundo y al ritmo del comercio. Otra cosa es que sigamos rezagados y el país no se haya ajustado a las exigentes condiciones que implica el libre comercio.
“Otra cosa es que sigamos rezagados y el país no se haya ajustado a las exigentes condiciones que implica el libre comercio”.
Editorialito
Alerta. El secretario de Gobierno de Neiva José Ferney Ducuara denunció ante la Fiscalía hechos fraudulentos por parte de inescrupulosos, quienes vienen falsificando papelería de la Oficina de Víctimas para tramitar irregularmente ayudas humanitarias. No es la primera vez que estos hechos ocurren. La propia comunidad debe denunciar a los responsables.