En un acto histórico ordenado por la JEP, la Policía Nacional pedirá perdón público a la familia de Tarcisio Medina Charry, desaparecido hace 36 años en Neiva. La Universidad Surcolombiana otorgará un grado póstumo al joven estudiante de la Unión Patriótica, víctima de una persecución sistemática. La familia aún busca su cuerpo, lo que hace difícil aceptar el perdón.
Hernán Guillermo Galindo M
hernan.galindo@lanacion.com.co
Tarcisio Medina Charry, estudiante de la Universidad Surcolombiana, de 20 años de edad y miembro de la Unión Patriótica, fue detenido y desaparecido por la Policía Nacional el 19 de febrero de 1988 en Neiva. Su desaparición ocurrió en el contexto de una persecución sistemática contra su partido, que resultó en 5.733 víctimas entre 1984 y 2016. Este martes 24 de septiembre, la Policía pedirá perdón público y la casa de estudios le otorgará un grado póstumo.
Paola Medina Charry, hermana del joven desaparecido, le contó a La NACIÓN detalles de 36 años en los que han trasegado entre el dolor, la impotencia y la fuerza por reivindicar el nombre de Tarcisio y por encontrar su cuerpo.
Paola, integrante como su hermano de la Unión Patriótica, asumió las banderas de sus padres, don Tarcisio Medina y doña María Marleny Charry de Medina, quienes, una vez conocieron de la desaparición de su hijo, se dedicaron a buscar a Tarcisio por cielo y tierra.
Don Tarcisio colocó la demanda, pero ahora, ya octogenario, no quiere saber nada del tema. Se cansó de tanta burla de las autoridades del momento, que solo se dedicaron a desviar la investigación y a tratar de enlodar el nombre de Tarcisio Medina Charry, al grado de tildarlo de terrorista, paramilitar y hasta integrante del cartel de Medellín, relató Paola.
Marleny mantuvo su lucha hasta que se la llevó el COVID-19, junto a su hijo Reinaldo, uno de los hermanos de Tarcisio.
Siguiendo los pasos
Frente al auto ordenado por la JEP, Paola dice: “Es muy importante para nosotros, para mí en particular, porque he seguido los pasos de mi madre en todo el proceso de búsqueda de mi hermano. Tengo como referente dos organizaciones de las cuales he hecho parte durante más de 20 años, trabajando en la defensa de los derechos humanos”.
Manifestó que cree firmemente que este acto de reconocimiento por parte de la Policía es algo obviamente tardío, “pero es algo necesario que tengan con nosotros luego de que, durante los 12 años que duró el proceso instaurado en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos tras la desaparición de mi hermano, la Policía del Huila hizo muchos intentos por desprestigiar su nombre”, denunció.
“Mi madre y algunos estudiantes de la Universidad Surcolombiana, unidos a algunos familiares, siguieron trabajando en ese proceso de memoria de su buen nombre”, agregó.
Durante 12 años, la Policía negó por todos los medios que ellos habían tenido algo que ver con la desaparición. Negaron en un principio los hechos ocurridos y nunca hubo realmente una investigación de fondo en la que casi 14 oficiales, que se vieron involucrados esa noche en la detención de Tarcisio y de otros compañeros que sí volvieron a casa ese 19 de febrero, fueran investigados.
Con voz entrecortada y al borde del llanto, se lamenta de que perdieron a su madre, Marleny Charry, y a su hermano mayor, Reinaldo, quienes murieron víctimas del coronavirus.
“Esto que va a ocurrir el 24 de septiembre lo hemos aceptado por su memoria, porque mi madre luchó mucho tratando en todo momento de lograr que nos dijeran qué había ocurrido con el cuerpo de Tarcisio. Tenemos la certeza de que fue asesinado, sabemos que eso ocurrió. No tenemos ya ninguna esperanza de encontrarlo con vida en ningún lado y, aún hoy, después de 36 años, seguimos buscándolo”.
Perdón público
La hermana de Tarcisio aseguró que “La Policía tenga que reconocer que estos hechos ocurrieron, tal como tantas veces lo dijimos, y que realmente nunca hubo justicia, es para nosotros apenas un paso”.
“Este es un pequeño paso que se da, no es un paso completo porque aún no hemos podido recuperar ni siquiera algo de lo que fue su cuerpo. Pero bueno, seguimos existiendo, vamos a estar allí como familia, presentes, respondiendo a este requerimiento de perdón por parte del Estado y de la Policía, principalmente sobre los hechos ocurridos el 19 de febrero de 1988”, añadió.
Paola Medina Charry recordó lo ocurrido esa noche del 19 de febrero de 1988 y contó que la persona que comandaba la tanqueta donde fue detenido su hermano se llamaba César Augusto Orozco. “Era subteniente de la Policía y en ese momento fue la única persona judicializada en el proceso que se llevó en contra de la Policía”.
Algo que incidió en el proceso es que, en el momento en que ocurrieron los hechos de la desaparición de Tarcisio, la desaparición forzada no estaba tipificada en Colombia. Ese delito no era reconocido, como ocurría en otras partes de Latinoamérica y del mundo.
Por eso, Orozco en ningún momento fue privado de su libertad, nunca pagó un solo día de cárcel, ni tampoco pagó monetariamente lo asignado. En ese momento, la Policía solo tuvo la obligación de responder por unos daños morales para la familia, que para la época sumaron 20 millones de pesos.
“De estos 20 millones de pesos, tuvimos que pagarle al abogado 10 millones, que fue el único abogado en el Huila y en Colombia que quiso asumir el proceso en ese momento, porque dos más que había buscado mi padre fueron asesinados y otros amenazados. Entonces, finalmente, nosotros no hemos tenido justicia, no hemos obtenido hasta el momento verdad y el proceso de memoria ha sido muy difícil”.
“El proceso de memoria ha sido construido desde las bases de militancia con la Unión Patriótica desde nuestra militancia y las diferentes organizaciones de víctimas que hay en el departamento”, insistió Paola Medina.
La JEP en el proceso
Es el primer acto de memoria que viene directamente de una entidad estatal, en este caso, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
“No fue una voluntad de la Policía, no fue que la Policía se acercara a la JEP o a nosotros y nos dijera que querían hacer este acto. Fue algo que, de cierta manera, fue obligado por la JEP, porque ellos sí han reconocido todo el proceso y todo el daño y la afectación que nos ha causado la Policía”, relató.
En el acto de perdón público y grado póstumo de este martes, estarán presentes Paola y su hermana Johana Medina Charry, profesora. “Estoy yo, que coordino aquí en el Huila la Corporación Reiniciar, que maneja todos los casos de genocidio de la Unión Patriótica. Estaremos presentes como familiares directos de Tarcisio”, dijo.
Sobre su padre, que aún sobrevive y ya es una persona mayor, Paola considera que es respetable que para él este tipo de procesos ya no tengan la importancia que en algún momento tuvo, porque hubo muchos testigos al momento de los hechos y muchas personas que vieron cuando detuvieron a Tarcisio.
“Muchas personas vieron cuando lo ingresaron a las instalaciones de la Policía y que allí, en un momento, lo separaron del grupo y se lo llevaron aparte. De los que siguieron, liberaron esa noche a compañeros como Israel Silva, quien ha estado casi 36 años dando testimonio de lo que sabe y de lo que vio que ocurrió esa noche. Entonces, vamos a estar muy rodeados de nuestra familia”, aclaró.
“Unas organizaciones con las que hemos trabajado, compañeros y compañeras que también tienen familiares desaparecidos, los estamos buscando y tenemos las esperanzas puestas en la Jurisdicción Especial para la Paz, en la Unidad de Búsqueda y en todo este cambio que se ha efectuado y que se está realizando con este nuevo gobierno. Creemos que vamos a poder encontrar a muchos de ellos en este tiempo, con todo este trabajo que se está realizando desde el Cementerio Central y desde muchos otros espacios que han logrado ser intervenidos en la búsqueda de estas personas que en la década de los 80 y 90 fueron nombradas como NN, como personas sin nombre”.
Pese al acto de este martes 24, Paola considera que todo queda y continúa indeciso porque el cuerpo de Tarcisio no ha aparecido y, por tanto, no puede haber perdón por parte de la familia hacia el requerimiento que realice la Policía.
“Ellos, para nosotros, no han hecho lo suficiente para entregarnos noticias de Tarcisio. Sabemos que hay dos oficiales que aún viven, que son pensionados de la Policía, que saben dónde quedó el cuerpo, que saben lo que ocurrió con él, pero que finalmente nunca han hablado”, concluyó.