Especial LA NACIÓN
Los padres, en el momento de seleccionar la escuela o el colegio de nuestros hijos, pensamos en una institución que nos garantice, además de una alta calidad académica, un gran sentido de seguridad. Sin embargo, la sociedad ha sido testigo de lamentables episodios en diferentes centros educativos a nivel mundial que evidencian lo contrario. La mayoría de estos violentos sucesos han sido detonados por el fenómeno social tipificado con el anglicismo de bullying, elevado incluso al nivel de problema de Salud Pública por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2010).
El bullying, también conocido como Violencia o Acoso Escolar, Matoneo, o Intimidación es una forma multifacética de maltrato, especialmente visto en las escuelas y en los lugares de trabajo. Se caracteriza por la exposición repetida de una sola persona a la agresión física o emocional, incluyendo burlas, insultos, amenazas, acoso, hostigamiento, exclusión social o rumores (OMS, 2010). La violencia escolar se ha convertido en un enemigo silencioso que tiene acorralados a muchos niños, niñas y jóvenes, quienes ignoran las estrategias para afrontarlo. Miles de niños van a la escuela todos los días llenos de miedo y temor, otros fingen enfermedad para evitar ser maltratados en la escuela o en el patio de la escuela, pasillos y baños (Coloroso, 2003). Para muchos el solo hecho de llegar al salón de clases se ha convertido en una pesadilla.
El bullying es una realidad que nos debe inquietar a todos, pues figura como uno de los principales detonadores del suicidio en niños, niñas y adolescentes. Según Allan L. Beane (1999) en su libro “The Bully Free”, “es trabajo de todos hacerle frente a este fenómeno que viene creciendo en forma exuberante” y menciona varios factores que deben -padres, docentes y orientadores- tener en cuenta antes de involucrarse en la prevención de este problema de salud pública. Dichos factores son:
1. La violencia escolar es mucho más que un juego o montadera. 2. Cualquiera puede ser un “bully” o “Acosador”. 3. Cualquiera puede ser una víctima. 4. La violencia escolar es un problema serio. 5. Todos unidos podemos trabajar en contra del bullying. 6. Los niños, niñas y jóvenes escolares que estén en riesgo pueden ser ayudados a tiempo. 7. Un plan de acción generado por las diferentes instituciones educativas puede ser de gran utilidad. 8. La violencia escolar se puede presentar en cualquier estrato socioeconómico. 9. Los niños, niñas y adolescentes que son “hostigados” usualmente no dan muestra de lo que están padeciendo. 10. Puede ser tu hijo.
Entonces, ¿Cómo darnos cuenta de que un hijo nuestro está siendo víctima de violencia escolar?
Algunos hijos comentan a sus padres todo lo que sucede en el colegio, otros sin embargo no tienen la fortaleza para abordar el tema. En el caso de los niños o jóvenes que no son capaces de expresar su sufrimiento, existen algunas señales de alerta para padres, orientadores, docentes y comunidad en general, a través de las cuales pueden detectar que algo sucede y así intervenir oportunamente. Los chicos comienzan a generar un cambio conductual negativo, actúan de una forma diferente, lucen ansiosos, irritables, inapetentes, tienen dificultad para conciliar el sueño, en otras ocasiones duermen más de lo normal, y no encuentran mayor goce en las actividades que tanto disfrutaban anteriormente. Comienzan a experimentar aversión por el colegio (No querer ir a clases), se observa decaimiento, tristeza o incluso visos de depresión.
Ante estos signos de alerta se debe buscar una forma indirecta para que los niños revelen las circunstancias a que están siendo sometidos. Un ejemplo de cómo se puede lograr esa conversación es a través de un programa televisivo de su preferencia, en el cual se presente cualquier clase de abuso o maltrato. Abordarlos en ese instante con mucha discreción y preguntarles qué creen que deben hacer en esos casos de bullying. Otra forma es compartiendo con ellos experiencias de nuestra infancia y enseñarles las maneras cómo manejábamos en ese tiempo esta clase de hostigamiento escolar. Un factor importante en la prevención de la violencia escolar es haciéndoles entender diariamente que cuentan con nuestro incondicional apoyo.
Muchos han sido ya los tristes desenlaces de niños y jóvenes que en algún momento manifestaron algunas de las anteriores señales, las cuales quizás por las tantas ocupaciones de los padres y educadores no se percibieron.
Es nuestra misión, como padres, docentes, directivos, orientadores o instructores, unir voces y esfuerzos para prevenir este lamentable flagelo social. Es nuestra responsabilidad como familia, compañeros o amigos alertar a las autoridades próximas de la posible presencia de este silencioso enemigo. Solo así podremos devolverles a nuestros infantes y adolescentes la tranquilidad necesaria en su proceso de formación personal y académica.
Referencias:
The Bully Free Classroom, Allan L., Ph.D. Beane, 1999.
The Bully, the Bullied, and the Bystander, Barbara Coloroso, 2003.
Silvana Velásquez