José Joaquín Cuervo Polanía
Leer la crónica periodística sobre la salud de Gorky Muñoz Calderón y la respuesta contundente en sus redes sociales nos hace pensar que hay muchos periodistas a los que no les corre silvestre en ayuda de su profesión el método de la ponderación justa. Saben que hay algunos principios enfrentados: por un lado el derecho a la intimidad, el buen nombre, la tranquilidad personal y por el otro el derecho a la libertad de prensa. Y en medio de ellos el derecho que tienen los ciudadanos de no revelar su historia clínica y el de los periodistas de guardar el secreto de sus propias fuentes.
En reiterados debates neo constitucionales ha habido la necesidad de solucionar los conflictos o colisiones entre derechos. Son bastante conocidas las sentencias hito en las que se busca solucionar el enfrentamiento entre dos derechos igual de valiosos, los cuales a veces se tornan inconmensurables e incomparables. El método propuesto por muchos neo constitucionalistas es el la proporcionalidad, el mismo que me dice que lo virtuoso se halla en el justo medio.
El derecho que debe triunfar es el que sea más idóneo, el que más justifique la necesidad de su prevalencia, el que sea más proporcional, el que pueda justificar su prevalencia sin hacer trizas al otro. La crónica aludida, reveló su presunta historia clínica, sin la consideración ética y humana que para estos casos se requiere. La prensa no tiene derecho a presentar informaciones hechas de supuestas historias clínicas y consideraciones médicas, aunque se puedan guardar para sí el secreto sobre las fuentes como consolidación de la libertad de prensa e información. Ya dirán algunos que por tratarse de un personaje político, el público en general debe saber cuál es el estado real de la salud del mandatario, sin embargo el derecho a la información y la libertad de prensa no siempre triunfa frente al derecho al buen nombre y a la intimidad, sobre todo si la información irrespeta el núcleo básico de un ser humano que es más que un político, que es más que un alcalde, que goza de la dignidad inherente de todo ser humano.
¿Cómo entender que la prensa reproche el supuesto hermetismo con el que el alcalde y sus colaboradores presuntamente manejan la información sobre los tratamientos médicos que se están realizando? ¿Cómo aceptar que más bien que el respeto y la solidaridad se quiera apostar por la anarquía, y la creación de incertidumbre? Es inaceptable desde todo punto de vista que el asunto tenga móviles políticos revanchistas o que busquen crear caos administrativo y estrés en alguien que como todo ser humano, se puede enfermar y que también con ánimo, fe y optimismo va a recuperarse y va a salir adelante. ¡Todo va a estar bien!