Padre Elcías Trujillo Núñez
Siempre se ha definido el Cristianismo como la religión del amor, donde se cultiva la fe y la esperanza. La palabra “amor” en Jesús no se refiere a un amor sentimental, o un amor de pareja, o un amor de amistad. Son dimensiones del amor, válidas, buenas y dignas.
Pero no abarcan toda la realidad de lo que para Jesús es el amor. La palabra griega es muy significativa: “agapé”, que quiere decir amor gratuito, amor incondicional, amor de entrega, amor puro.
Ése es el amor del que nos habla Cristo en su nuevo mandamiento: “amaos unos a otros como YO os he amado”. No de cualquier manera. Al amor que es centro de fe judía: “Amar a Dios sobre todas las cosas”, y el primero y más importante de los mandamientos, Jesús añade algo importante: “Amor al prójimo”, esto quiere decir que no hay amor a Dios si no se verifica en el amor al prójimo, al próximo, y muy en especial al necesitado, al pobre, al inmigrante, al diferente, al marginado.
Ahí se verifica nuestro auténtico amor. Sin amor, no hay fe, pues la fe da una dimensión nueva y profunda al amor, se convierte en el motor que lo anima y lo hace llegar al extremo de dar la vida por los demás.
Grande es la responsabilidad de quienes nos llamamos cristianos, pues sobre el amor concreto al necesitado versará el juicio de Dios. Al encontrarme con personas que son críticas con la iglesia y el comportamiento de los cristianos, me llama la atención que los únicos salvados de esta crítica negativa son quienes tienen gestos de amor.
Escandaliza el comportamiento hipócrita de muchos cristianos que se llenan la boca de grandes palabras religiosas o de piadosas prácticas, pero luego son incapaces de favorecer a los necesitados o se convierten en personas intratables, injustas y opresoras con los demás. El Evangelio de hoy nos invita a ser más coherentes con el testimonio de la fe a través del amor.
No olvidemos que la amabilidad, la alegría, la cercanía a las personas, la bondad, la sencillez, el acompañamiento en los momentos difíciles, la comprensión, son manifestaciones del cristianismo.
Como lo han dicho tantos Santos: “hacerlo todo como si se lo hiciéramos al mismo Cristo, tratar a las personas como trataríamos a Cristo”. Hoy no convencen las palabras, los discursos o largas homilías, convence el testimonio de los cristianos que aman de verdad y que transparentan en sus vidas el amor a Dios y el amor al prójimo, tanto en su vida privada, como en su vida pública.
Nota: Este Jueves 2 de Noviembre la Iglesia recuerda a todos los Fieles Difuntos y los encomienda a la misericordia de Dios; inscríbalos en el despacho parroquial y venga a celebrar con nosotros en Santa Teresita en Garzón a las 6:30 pm.