Alberto Varón, relata sus inicios como parejo del Sanjuanero Huilense, cuenta detalles de su vida personal y cómo la huilensidad ha estado presente en cada paso profesional y en sus metas a futuro.
Las gafas puestas hacen ver sus ojos color miel más grandes, sus manos sostienen el celular que no para de sonar por cuestiones laborales, siempre atento a cualquier cliente que pueda entrar a su peluquería, inquieto por lograr realizar los quehaceres del día y sin demostrar una sola señal de estrés, así se muestra Alberto Varón mientras intenta recordar los inicios de su carrera como bailarín. Solo tenía 10 años cuando tuvo su primer encuentro con la danza y 6 años después se dio cuenta de que lo suyo era dedicar su vida a bailar Sanjuanero Huilense.
Mágico, es el adjetivo que utiliza Alberto para describir la primera vez que pudo bailar como parejo oficial en las fiestas sampedrinas, y desde entonces quiso continuar mejorando su técnica, pues considera el Sanjuanero como uno de los bailes más exigentes que pueden existir. “Cuando usted prueba la miel, quiere seguir, esto es adictivo, el que es parejo nunca quiere terminar de serlo, si no estoy bailando, estoy asesorando, enseñando o de alguna manera estoy dentro de la tradición de nuestra cultura”, afirma el artista.
Es así como a lo largo de su carrera artística ha logrado cosechar triunfos que lo hacen sentir orgulloso de su trabajo, tiene una trayectoria de 39 años aproximadamente y con gran satisfacción ha sido el parejo de baile de 28 candidatas ganadoras de los certámenes populares, municipales y nacionales del bambuco. En 2008, recibió el Tambor de Oro y hoy sigue siendo una figura emblemática de la danza en el departamento del Huila.
Para alcanzar este éxito, Alberto ha tenido que superar varias pruebas, una de esas la recuerda con un cariño particular. Se remonta exactamente al año 2003 cuando tuvo que bailar con una candidata sordo muda del reinado popular, sin duda, ha sido una de las experiencias más gratificantes de su carrera como bailarín y que hasta el día de hoy la recuerda con gran placer.
“Fue muy bonito tener la oportunidad de bailar y aprender de una candidata sordo muda. Ella podía captar la vibración del sonido, yo le ponía videos del baile de otras candidatas y así fuimos manejando todo. Ganamos señorita Neiva y en el Reinado Departamental quedó de virreina, ella tuvo muy buena aceptación”, asegura el bailarín.
Aquel reto significó un logro enorme en su vida, pero definitivamente el logro más grande ha sido ganarle la batalla a un cáncer de próstata. Cuando escuchó la palabra “cáncer” fue inevitable no sentir que su mundo se derrumbaba, que su vida se le iba de las manos, incluso al hablar de ello su mirada se torna diferente y un tanto esquiva. La enfermedad en lugar de convertirse en un obstáculo, sirvió como un propulsor que empujó su carrera a lo más alto.
“Fue en el 2007 que me diagnosticaron este agresivo cáncer, los médicos y yo no pensábamos que fuera a salir de este cuento, pero lo logré gracias a mi tesón, a mi berraquera, me superé. Al poco tiempo de tener una operación riesgosa, volví a bailar porque si era lo último que iba a hacer en vida, quería hacerlo bien” comenta Alberto.
Esa misma berraquera es la que su hermana, Esperanza Varón, ha admirado toda la vida, ella describe a su hermano como la persona más extraordinaria que conoce, resalta su lealtad, la calidad de ser humano que es y el profesionalismo con que realiza su trabajo. “Él es una persona intachable, es un parejo integral, se preocupa por todo, por el traje de la candidata, el peinado, para él todo tiene que estar perfecto, se entrega demasiado porque esa es su personalidad y su imagen está plasmada en cada una de las niñas que él asesora”, asegura Esperanza.
Por problemas de columna, Alberto culminó su camino como parejo oficial del Sanjuanero en el año 2019, ahora participa de las festividades de una manera diferente, ya que actualmente se dedica a asesorar la imagen de algunas candidatas desde su peluquería, y a su vez, alquila trajes típicos femeninos de Sanjuanero, todo esto con el fin de convertirse en un excelente vestuarista, y sabe perfectamente que para alcanzar esa meta debe prepararse mucho más.
“Para ser general, primero hay que ser soldado”, es la frase que más lo caracteriza, la utiliza para explicar que no ha sido fácil construir su carrera como bailarín, estilista y vestuarista, tiene claro que nadie nace aprendido, es consciente de que a él todavía le hace falta mucho trayecto por recorrer, y a sus 55 años, de una u otra manera sigue teniendo presente la tradición cultural de su amado Huila en la labor que realiza día a día.
