La Nación
Albita… Adiós 1 2 julio, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Albita… Adiós

Parloteaban la ternura, la alegría, la candidez, la donosura, la belleza, la paciencia, la prudencia, la bondad y el recato, para escoger quien engalanaría a la mujer virtuosa reconocida por su amabilidad y prodigalidad de cariño. Jamás se pusieron de acuerdo terminando apoderándose en montón de Albita, de Alba María, de doña Albita, de Albita Láscar, de la tía Alba, de la tía Albita, de abuelita, de Madre, según quien estuviera en su momento gozando de su suave y amoroso trato.

Brilló con su propia luz, sorteando con proverbial humildad los vericuetos de esta inefable Colombia, evitando confrontar a quien la enfrentare, pero domando con superioridad propia de un ángel a quien quiera tuvo la intención de malquererla o serle indiferente.

Albita fue de esas señoronas que durante un siglo escribió esa historia simple de muchísimos corazones que le aprendieron sobre cómo amar y de tantos otros que saborearon su generosa ración de afecto puro. Jamás fue ni será indiferente para el recuerdo perenne de todos los que tuvimos la fortuna de ser su prole sin más opción que adorarla y guardarla en el más íntimo sagrario de nuestras reconditeces.

Cuán difícil ha de ser darle vuelta a la página de la historia que a tantos nos convocó. Siempre hará falta repasarla para retomar sus sabias y emotivas admoniciones que orientaron nuestra manera de ver sorteando la vida. Cuán grato será robar pedazos de su legado para forjar el propio; será indispensable inspirarnos en ella para reconocer la parte buena de la gente y forjar el futuro apacible y pleno de alegría de vivir, por lo pronto entre las lágrimas que su ausencia por siempre nos ha de provocar.

Su obsesión fue pregonar y propiciar la unidad familiar con la seguridad invencible de que en ella se deposita la felicidad verdadera de quienes ahí descansan. Y nos enseñó el valor de la amistad consintiendo señoras que la rodearon con admiración y soportando a todos los que de una u otra manera se refugiaron bajo su techo y gozaron de su afecto puro. Y también fue por gracia de Dios que hiciera pareja y familia con el gran Jorgito que la proveyó y protegió hasta cuando la vida se lo permitió.

Con licencia de ustedes mis lectores y con infinito amor, rindo homenaje a la más adorable Madre de que se pueda tener idea.