Una nueva brigada “Regale una Vida”, organizada por la Fundación Cardioinfantil en colaboración con el Club Rotario de Neiva, se llevó a cabo con el propósito de evaluar y tratar a niños y niñas con cardiopatías. Así fue la emotiva jornada.
Hernán Guillermo Galindo M
hernan.galindo@lanacion.com.co
Entre viernes y sábado se desarrolló la novena brigada en Neiva de “Regale una Vida”, como parte de un esfuerzo que busca detectar, diagnosticar y realizar intervenciones quirúrgicas a los menores que lo necesiten, garantizando así su calidad de vida.
En esta novena edición, alrededor de 350 niños de Huila y regiones cercanas participaron en la brigada, que se llevó a cabo en la IPS Salud Vital, en el barrio Quirinal. Voluntarios, médicos, personal del Club Rotario y la Pastoral Social se unieron para apoyar esta noble causa.
Las historias de los niños que participaron reflejan la importancia de esta brigada y el impacto que tiene en sus vidas. Entre los casos destacados se encuentran los de Verónica Epia, Valeria Piso y Juliana Quiroga, tres niñas que llegaron con diversos problemas de salud, pero que, gracias a la atención de la brigada y el apoyo de la Fundación, han podido recibir los cuidados y tratamientos necesarios para mejorar su calidad de vida.
El caso de Verónica es un ejemplo claro de la complejidad de los diagnósticos de cardiopatías infantiles. Desde pequeña, fue diagnosticada con macrocefalia, un agrandamiento anómalo de la cabeza, y con otros trastornos, incluidos problemas cardíacos relacionados con un síndrome genético, relató su madre.
Aunque su diagnóstico inicial no fue claro, su condición afectó su corazón, y fue remitida a especialistas en cardiología. Sin embargo, debido a las dificultades para acceder a atención a través de la EPS (Entidad Promotora de Salud), la familia aprovechó la brigada para realizarse los exámenes y obtener un diagnóstico más preciso.
A pesar de su déficit cognitivo y de su lento crecimiento, Verónica ha logrado llevar una vida relativamente normal. Hoy, a los 13 años, tiene la oportunidad de recibir la atención médica necesaria gracias a esta brigada.
Por otro lado, el caso de Valeria Piso Sáenz, de Neiva, también es representativo del impacto de la brigada en la vida de los niños.
“La niña fue evaluada el año pasado en la brigada, donde se le diagnosticó una cardiopatía. Tras varios exámenes, los médicos determinaron que necesitaba un cateterismo para tratar su problema cardíaco”, dijo Carolina Sáenz, madre de la menor.
Viajar a Bogotá fue una experiencia importante para los familiares, quienes fueron recibidos en la Fundación Cardioinfantil, donde se les brindó atención médica, alojamiento y alimentación gratuitos, agregó.
Gracias a este apoyo, Valeria recibió una evaluación exhaustiva, y aunque su cateterismo no se realizó de inmediato debido a la edad y el tamaño de su corazón, se le programó un seguimiento a largo plazo.
A pesar de la preocupación de los padres, Valeria se encuentra bien y ha logrado continuar con su educación, demostrando que, con el tratamiento adecuado, los niños con cardiopatías pueden llevar una vida normal.
Por último, el caso de Juliana Quiroga, una niña de seis años procedente de la vereda Monserrate del municipio de El Pital, diagnosticada con tetralogía de Fallot, también destaca la importancia de esta brigada. “Ya le corrigieron una de las afecciones”, comentó su madre, Doris, quien ha seguido de cerca el tratamiento de su hija, a quien le realizaron una cirugía de corazón abierto.
Un enfoque integral
Además de los casos específicos, la brigada también sirvió como un espacio de diagnóstico y seguimiento para otros niños que han sido operados previamente. El cardiólogo pediatra de la Fundación Cardioinfantil, Miguel Ronderos, quien participó activamente en la brigada, destacó que hoy en día la Fundación realiza un seguimiento a aproximadamente el 50% de los niños operados, quienes asisten a chequeos regulares para asegurarse de que sus corazones sigan funcionando correctamente.
“El 90% de los niños que se someten a cirugía tienen un futuro sano, lo que les permite llevar una vida completamente normal”, sostuvo.
Uno de los aspectos más importantes de la brigada, según Ronderos, es el enfoque de la Fundación Cardioinfantil hacia los niños con problemas cardíacos. “Esta institución, que lleva más de 40 años trabajando en el tratamiento de cardiopatías infantiles, tiene una misión clara: garantizar que cada niño tenga acceso a la atención médica necesaria, independientemente de su situación económica”, expresó.
Las brigadas, como la de Neiva, permiten llegar a zonas rurales y comunidades que, de otro modo, no tendrían acceso a especialistas en cardiología.
El cardiólogo agregó que la Fundación se sostiene principalmente por donaciones de personas de las comunidades, quienes contribuyen con pequeñas cantidades que, al sumarse, permiten financiar las cirugías y tratamientos para estos niños.
Cada año, la Fundación evalúa a más de 3.500 niños en todo el país y realiza intervenciones a cerca de 120 de ellos, lo que representa una inversión cercana a los 4.000 millones de pesos anuales. “Estas donaciones son vitales para continuar con la misión de la Fundación, que busca salvar vidas y mejorar la salud de los menores con cardiopatías”, destacó.
Finalmente, Ronderos envió un mensaje a los huilenses para que valoren la Fundación Cardioinfantil como un bien preciado, ya que él tuvo el honor de trabajar al lado de Reynaldo y Camilo Cabrera, oriundos de Yaguará, los fundadores. “La Fundación Cardioinfantil es un activo del Huila y de Colombia”, concluyó.