El inesperado benefactor es el representante a la Cámara por el Valle del Cauca, Roberto Ortiz, quien se enteró de la situación que padece Ana Luby, a través de la edición digital de LA NACIÓN, y se puso en contacto con la familia para darle la grata sorpresa.
A pesar de la situación en que quedó luego de que le fueran amputadas sus manos y piernas en el Hospital Departamental San Antonio de Pitalito tras una compleja intervención médica, esta mujer de 55 años de edad no puede disimular su cara de satisfacción luego de recibir este regalo que para ella y su familia representa mucho.
“Él vino a verme hace un mes, y primero nos dijo que nos ayudaría pagándonos un año de arrendamiento, pero después resolvió que mejor compraría una casita para dármela” dijo la mujer sin poder detener las lágrimas de la emoción.
Un milagro de Dios
Para Ana Luby, el poder contar con una casa propia es un milagro divino, pues, a pesar de que guardaba la esperanza de ser favorecida con algún subsidio del Estado para vivienda, sabía lo demorado de estos procesos y la serie de prerrogativas que deben tener quienes aspiran a acceder a estos planes.
Por eso no podía creer que de un momento a otro una persona ajena a su entorno familiar y social llegara con la solución que toda la vida había soñado y por lo que siempre trabajó cuando pudo hacerlo.
“Don Roberto llego ayer y me dijo que se me iba a hacer realidad mi sueño. Yo no podía creerlo, pero era vedad. Dios pone en el corazón de las personas la bondad y el milagro se hizo. Él mismo me entregó las llaves de mi nueva casita”, añade.
La nueva residencia de Ana Lyby y su esposo Humberto Muñoz está en la carrera 12 A H 17-12 del barrio Villa del Prado en la Comuna Uno de Pitalito.
Queremos agradecer al concejal Omar Muepaz, y al señor Orlando Calderón, quienes hicieron los primero contactos con el parlamentario para que viniera y se diera cuenta de nuestra situación, y en un mes exacto vino y nos entregó nuestra nueva vivienda” dijo Humberto Muñoz.
Muñoz, quien es voluntario de la Defensa Civil de Pitalito, asegura que de ahora en adelante podrá dedicar más el fruto de su trabajo de dos o tres días a la semana al cuidado de su esposa, pues antes la mayor parte de sus ingresos los debía dedicar al pago del arrendamiento.
La pareja paso la primera noche en su casa nueva, donde esperan que la comunidad de Pitalito no los olvide, pues además de vivienda siguen necesitando mucho de la solidaridad de todos.
“Anoche me despertaba y no podía creer que estaba en mi propia casa”, dijo Ana Lyby, entre sonriente y llorosa de la emoción.
