El retiro del maestro Antonio Iriarte Cadena de la Universidad Surcolombiana significa la pérdida del último (¿único?) humanista integral que quedaba en la institución. Con su jubilación perdemos todos. La casa de estudios, a un intelectual excelso, poseedor de una robusta formación del espíritu en campos diversos y complementarios: la música clásica, la literatura, la poesía, la filosofía, la pedagogía, la escritura y la oratoria, entre otros. La institución se queda sin uno de esos invaluables símbolos de prestigio y seriedad académica, que en toda colectividad la gente asocia con la calidad. Se priva la Usco de un representante emérito incuestionable e incuestionado en lo profesional, personal y familiar. Ajeno por completo durante su paso por esta alma máter de participar en protagonismos mesiánicos, componendas y actos bochornosos o de maleficencia. Los estudiantes se privan de sus disertaciones tan amables y entretenidas como profundas, por ejemplo, sobre el Quijote, la Microfísica, Vivaldi, Andrés Segovia, Castañeda, San Juan de la Cruz, el Taoísmo o el arte de enseñar. Los nuevos universitarios ya no tienen un auténtico formador de juventudes. Un Maestro comprometido de lleno con el saber y su re-creación didáctica en función de la enseñanza para la vida misma. Los colegas y amigos extrañamos su envidiable don de gentes. Su disciplina y constante compostura para dialogar o polemizar. El chispeante y sorpresivo sentido del humor con el que aliña sus notables observaciones. Jamás escuché de Antonio, ni siquiera en medio de las bromas y chascarrillos, una expresión soez o un comentario ofensivo contra discípulos o compañeros. Y esto no significa que se trate de una persona de esas que desean estar bien con todo el mundo, mediante la lisonja. El Maestro Iriarte no ahorra cuestionamiento alguno sobre los defectos de la vida universitaria, de la sociedad huilense y del país. Pero siempre logra hacerlo con ese difícil tino de criticar sin ofender, de denunciar sin saña ni alevosía. Siento la ausencia de Antonio Iriarte con mayor intensidad ahora que la Usco da palos de ciego para construir una política de verdadero relevo generacional docente. Hoy que la principal universidad de la región se llena de profesores técnicos, contratistas y ejecutivos, sin formación humanista integral. En tiempos como los actuales cuando, al parecer, más que dedicarse al cultivo del saber superior y complejo muchos de los jóvenes y viejos instructores se ocupan del arribismo, la rentabilidad, la superficialidad, el clientelismo y el nepotismo. Deseo que Antonio disfrute su merecida jubilación rodeado de quienes más lo aman, allá, en la apacible ínsula Barataria. Que por muchos años nos permita gozar de su enriquecedora compañía. *Docente Usco-Crecer.