Anyi Tatiana Montealegre Izquierdo fue cruelmente asesinada, al parecer, por su pareja sentimental Jhon Jidier Vanegas Romero, con quien en febrero llegó a Estados Unidos en busca de un mejor porvenir. La joven oriunda de Gigante, Huila, de 23 años de edad, era enfermera y madre de una pequeña de 2 años. Hoy, sus familiares, en medio del dolor e impotencia, piden justicia. También buscan apoyo para repatriar el cadáver a Colombia y darle cristiana sepultura.
Johan Eduardo Rojas López
Johan.rojas@lanacion.com.co
Devastada quedó la familia Montealegre Izquierdo con la intempestiva partida de una de sus descendientes, a causa de un vil asesinato cometido por su pareja sentimental, con quien vivía en Houston, Texas, Estados Unidos, más exactamente en Richmond, y llevaba un poco más de dos años de relación.
Luego de un fin de semana hogareño y de disfrute en su municipio natal, Gigante, Huila, la desolación se apoderó de la familia, tras conocer que, al parecer, Jhon Jidier Vanegas Romero, segó la vida de Anyi Tatiana Montealegre Izquierdo, de 23 años de edad, el domingo 13 de octubre, a quien sus parientes lloran con profundo dolor e irrefutable impotencia.
A pesar de que este suceso los tiene unidos buscando desesperadamente la manera de regresar su cuerpo a Colombia para darle cristiana sepultura, el frío de la dramática situación se percibe al pisar la casa de los padres de Anyi Tatiana, ubicada en el barrio Sósimo Suarez, de la capital cacaotera del Huila, quienes entre lágrimas y casi ‘ahogados’, recuerdan que en varias oportunidades le pidieron que se devolviera y se alejara de ese “tipo”.
En ese mismo hogar, en el que hasta el lunes reinaba el amor y la alegría, vive actualmente el recuerdo en carne viva que dejó la joven enfermera: su pequeña hija de 2 años de edad. A pesar de la constante compañía que han tenido por esos días, en el rostro, especialmente de los padres, se refleja la profundidad de la tristeza que se aflora, sin mucho esfuerzo, con paulatinas lágrimas.
La última comunicación
“Juicioso, se cuida”, fue el último mensaje que Gilberto Montealegre recibió de su hija, luego que él le compartiera por WhatsApp unas fotografías de un concierto al que asistió con su esposa. En esa corta charla que se dio sobre la 1:15 de la madrugada de ese domingo, ella, como era habitual, preguntó por su hija y, desde ese instante, no volvió a responder ningún tipo de mensaje.
El progenitor recordó, sumido en llanto, que en las pocas oportunidades en las que hablaban, le imploraba que se devolviera y, de hecho, siempre le pidió que no se fuera para Estados Unidos. “Yo le decía que aquí estaría bien y volvería a estar con la niña (su hija). Pero ella me decía que quería trabajar por allá, al menos un año, para brindarnos un futuro mejor”, comentó el padre de Anyi Tatiana, luego de retomar la entrevista con LA NACIÓN que tocó pausar en dos oportunidades por la “descomposición” que esta situación le genera.
El sábado también habló con ella, cuando le envió un dinero para “el cuido” de la niña y para que todos “tomaran algo”, sin embargo, “yo le dije: amor, no se ponga a mandar nada; ahorre para lo suyo, pero enseguida me respondió que le nacía enviarnos”.
Ya había sido agredida por el mismo hombre
Los antecedentes demostrarían que la joven venía siendo víctima de maltrato por el hombre que le proclamó amor y respeto desde que la conoció, cuando ella estaba en embarazo. Aunque él no es el padre biológico de la menor que quedó huérfana de madre, inició la relación con Anyi Tatiana, cuando aún la bebé no había nacido y se comprometió a responder por ambas.
La construcción de familia que le inculcaron sus padres se desdibujó cuando su vida se cruzó con quien salvajemente decidió acabar con su existencia.
“Hace aproximadamente un año él me le metió como una docena de puñaladas. Estamos aquí en la casa y ellos llegaron de bailar, pero él la venía empujando porque tenía ese resabio cuando se emborrachaba. Mi hija le pidió que se fuera, le sacó la ropa de la habitación y yo le dije: amor, cálmese porque estaba la niña y no pensábamos que el man fuera así. Después cerraron la puerta y yo escuché que ella empezó a pujar, entonces entré enseguida, lo insulté, pedí a mi esposa que llamara a la Policía y me fui a buscar un machete, mientras tanto él salió corriendo. Nos tocó llevarla al hospital”, rememoró el padre de la víctima.
¿Cegada por amor o miedo?
Sin embargo, cegada por el amor o quizás miedo, Anyi Tatiana decidió seguirlo viendo y, como resultado, de manera repentina dijeron que migrarían por ‘El Hueco’ a los Estados Unidos en busca de un mejor futuro; a lo que sus padres pusieron resistencia y, finalmente, le permitieron viajar, pero sin su hija, en aras de no exponerla a ninguna necesidad.
Su pecado, según algunos amigos, fue haberle creído las promesas de rehacer su vida en otras fronteras.
El camino “hacia ese sueño” lo emprendió el 7 de diciembre cuando salió junto a Jhon Jidier, también giganteño, de la casa. Pero logró pisar tierra estadounidense el 18 de febrero, luego de haber estado en México. Allá empezó a trabajar en una bodega de repuestos y, actualmente, se encontraba vinculada con McDonald’s.
Siempre le hizo saber a su padre que todo estaba “bien”; cosa contraria, le decía a su madre, con quien hablaba con más frecuencia. “A la mamá sí le decía que el man la estaba empujando otra vez desde hace como 4 meses, pegándole y, por ahí, como que le habían visto un cuchillo ya. Nosotros le dijimos que se fuera, mientras él trabajaba, pero ella nunca quiso porque le daba lástima dejarlo”, agregó.
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Así se enteraron de la fatídica noticia
Todos se enteraron al recibir una llamada del padre de la pareja sentimental de Anyi Tatiana, anunciando que el dueño de la casa donde ellos estaban hospedados se percató de la ausencia de la joven y eso lo impulsó a entrar por detrás. Allí la encontró en una esquina ‘bañada’ en sangre, con evidentes heridas de arma blanca y, presuntamente, marcas de asfixia.
“Que caiga con fuerza el feminicida”, es lo que pide la familia Montealegre Izquierdo, quienes han tenido que vivir de cerca y entonar con firmeza la ‘Canción Sin Miedo’ de la artista mexicana Vivir Quintana junto a El Palomar; un himno que pone en melodías las palabras que a ellos ahora mismo no les fluyen y solo se traducen en unos ojos ‘encharcados’ todo el tiempo. “Queremos que no quede impune”, concluyó Gilberto.
Mientras que, Ana Rita Izquierdo, madre de la joven, en medio de un llanto que proviene de sus entrañas, exclamó: “Esa niña yo la anhelaba mucho, pero Dios me la quitó. No sé por qué me la quitó. Yo lo único que pido es que podamos darle cristiana sepultura aquí en Colombia”.
“Se la llevó para matarla”
La tragedia que hoy tocó la puerta de ese hogar ampliamente conocido en la municipalidad por su calidad humana, se da unos días después de que celebraron un año más de vida de Anyi Tatiana, quien festejó su existencia el primero de septiembre.
Lo que lejos estaban de imaginarse era que hoy Gigante, Huila, se vistiera de “violeta” para pedir justicia por el feminicidio. Casualmente, ese color que hoy se hace representativo por su cruda partida, es el nombre que lleva su hija.
“Se la llevó para matarla. Yo le había dicho que Dios le había dado otra oportunidad y que luchara ella sola junto a su hija, pero mire, no fue así”, dijo Josefa Izquierdo Díaz, tía de la víctima.
Según su tía, cuando tenía la posibilidad de hablar con ella, siempre le manifestó que estaba contenta, pero “mi hermana se dio cuenta de que no era así y todos le dijimos que se viniera, pero ella estaba aferrada a ese “tonto” y a él no le dio pesar matarla”.
“Él le prohibía todo; hasta a mí me bloqueó de todo lado porque yo le insistía en que tuviera cuidado porque no lo quería”, insistió Izquierdo Díaz, quien añadió que no han podido capturar al “asesino de su sobrina porque está huyendo”.
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Prófugo de la justicia
Hasta donde se tiene conocimiento, Jhon Jidier se encuentra escondido y estaba planeando su salida del país; empero, sus planes cambiaron al darse cuenta que le seguían la pista e, incluso, se ha filtrado un video en donde el hombre habla con una persona de confianza y de manera aparentemente tranquila le dice: “estoy bien encaletado, perro, pero estoy pensando. Voy a esperar que se calme un poco la marea para ver qué hago”.
Por ahora, la familia espera la justicia terrenal y divina, “de la cual nadie se salva”, mientras además, siguen atentos al dictamen forense.
Esa llamada recibida el lunes 14 de octubre a las 10 de la mañana cambió la vida por completo de sus parientes, que desde ese instante no han tenido tranquilidad y, por el contrario, la zozobra se ha apoderado de ellos.
A la espera de nuevas noticias
Yuly Rojas, cuñada de Anyi Tatiana, le contó a LA NACIÓN que, a la fecha, han establecido comunicación con el dueño del apartamento donde ellos residían, mientras que otros allegados que viven en Carolina del Norte, ubicado al sur de Estados Unidos, llegan a Houston a ponerse al tanto de lo ocurrido.
“El señor, el día de ayer, nos informa que los forenses fueron a hacer el levantamiento del cadáver, nos mostró por videollamada el procedimiento y nos informó que el asesino andaba suelto. También nos dijo que el asesinato ocurrió la misma madrugada del domingo, es decir, poco después de hablar con su padre. Estamos esperando que lleguen los familiares para tener más información porque no sabemos nada”, narró Yuly Rojas.
Hoy, solamente recuerda a la mujer soñadora y de carácter fuerte, pero corazón noble, que estaba cumpliendo sueños en el exterior y ayudando a los que más quería. “Así lo vamos a recordar siempre”, agregó.
A Anyi Tatiana no solo la llora su familia, sino casi que de manera unánime se percibe el lamento de todo el municipio que la vio trasegar sus calles y que, en cada esquina, tiene enrostrado un recuerdo que lleva consigo un pedazo del gran ser humano que durante 23 años brindó alegrías.
¿Quién era Anyi Tatiana?
La joven, tercera de cuatro hermanos, todos varones, egresada de la Escuela Normal Superior de Gigante, Huila, al finalizar su bachillerato, viajó a Bogotá, donde enfrentó una de sus primeras batallas: una cirugía a corazón abierto, la cual libró de manera exitosa. Al regresar a la municipalidad manifestó su deseo de realizar un curso de enfermería que realizó en Garzón.
Por su entereza y dedicación, logró vincularse al Hospital Departamental San Vicente de Paul de la capital diocesana del Huila y, posteriormente, se le abrieron las puertas en el Hospital San Antonio de Padua de su tierra natal. Durante todo ese trasegar se apoyó de su familia y de sus amigos, quienes hoy la recuerdan por su lealtad, alegría y carisma.
“Ella era muy servicial, atenta y muy buena gente. Siempre estaba para servir y vivía alegre. Ella quería un mejor porvenir para su familia; creía que su futuro estaba en otro lado, pero así no fue”, expresó el señor Gilberto.
Piden apoyo para repatriarla
A pesar de tener el corazón en mil pedazos y el alma inerte, les ha tocado “recomponerse” a la fuerza para solucionar lo de la repatriación de Anyi Tatiana. Aspiran a recoger los fondos necesarios para poder darle el último adiós en el pueblo que ella tanto amó y al que tanto le entregó. Piden a los colombianos ponerse la ‘mano en el corazón’ para poder solventar ese gasto y agradecen, desde ya, las ayudas que puedan brindar a la cuenta de Nequi: 3125596288 y de Bancolombia (cuenta de ahorros): 14774696793.
Para hoy, a las 6 de la tarde, está programada una velatón en rechazó al feminicidio, en el Parque Principal de Gigante, Huila.