Los caninos militares son héroes de cuatro patas que junto a las Fuerzas Militares salvaguardan la integridad de los colombianos. Cientos de perros han pertenecido a las especialidades del Ejército y Policía Nacional. Arón y Kira hacen parte de los 12 ejemplares del Departamento de Policía Huila. El primero se ha desempeñado en la búsqueda de sustancia narcóticas y, la segunda, en relaciones públicas. Ambos han tenido logros significativos que los han llevado a ganarse el reconocimiento de la institución y el cariño de los ciudadanos.
Johan Eduardo Rojas López
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Arón es un pastor belga malinois que llegó a la Policía Huila con tan solo cinco meses de edad y, desde su llegada, causó furor por su buen desempeño. Él arrancó como canino de relaciones públicas y, posteriormente, le cambiaron su especialidad para la búsqueda de sustancias narcóticas en donde apoyó en la desarticulación de varias estructuras de microtráfico en distintos municipios del departamento. Su trabajo causó alto impacto y, por tanto, el Comando de Departamento le dio la condecoración de Mérito Canino.
Por su parte, Kira fue dada en adopción en diciembre del año pasado a la Policía Huila, por parte de una pareja que no la tenía en óptimas condiciones y pretendía salir de la ciudad. Su ternura, le permitió ser seleccionada para asistir con su guía a diversos eventos en donde interactúa con la comunidad, convirtiéndose en una de las mejores dentro de su especialidad. ¡Definitivamente las relaciones públicas son lo suyo!
Ellos bajo su instinto animal, logran cumplir con su “trabajo”, pero además se divierten en los espacios destinados para su esparcimiento. Así lo evidenciamos y sentimos el día en que nos recibieron en su espacio y, junto a sus guías, nos mostraron todo su talento, pero también todo el amor que tienen para entregar al mundo. Esa nobleza, muestra quizás otra cara de la Fuerza Pública, que se esmeran por consentirlos y darles gusto en lo que más pueden.
Binomio perfecto: el guía y su perro
La búsqueda de sustancias narcóticas y explosivos dentro de todas sus gamas, y las relaciones públicas, son las tres especialidades que más se manejan en el territorio opita. Sin embargo, se encuentran otras como los detectores de fauna, rescate, rastreo y defensa. Para este tipo de oficios normalmente se utilizan Pastores Belgas Malinois porque son ‘todo terreno’ y se adaptan a cualquier entorno. Además, de Pastores Alemanes, Labradores y Golden Retriever, razas primarias que no han abandonado.
Edwin Arley Ramírez Urueña, intendente jefe del grupo de Guías Caninos del Departamento de Policía Huila, explicó que, cada perro tiene su guía con quien construye mayor afinidad y esa es la clave del éxito dentro de su oficio. “Se llama binomio canino, es decir, tiene que ser su guía y su perro, ninguno de los dos nunca va a trabajar solo. Tiene que haber un complemento total entre los dos”, enfatizó.
Los caninos, en su gran mayoría, son criados en la escuela de Guías y Adiestramiento Canino, ESGAC. Hasta allí llega el personal que desea estar en dicho programa y a cada funcionario le realizan las pruebas dado que no todo el mundo puede llegar a ser guía canino porque debe existir una sensibilidad especial. Posteriormente, se asignan las especialidades de acuerdo a las necesidades de cada unidad.
“Los perros tienen un conocimiento básico y allá empieza el trabajo entre el guía y el canino. Cuando usted entra a la especialidad empieza a trabajar diariamente y debe existir empatía, apego, complicidad, y ahí es donde uno se da cuenta de cómo se va a ir trabajando. Hay muchos perros que se quedan en el camino porque no pasan la evaluación final, entonces se pierde el perro y toca retomar con otro canino”, agregó.
La jubilación de los héroes
Cuando un canino no pasa esa evaluación final, inicia el proceso en otra especialidad en la que logre “aprobar”, pero si eso no sucede, el ejemplar se da en adopción. Eso mismo sucede cuando los caninos empiezan a jubilarse.
Según el Intendente Jefe, ellos empiezan a realizar su entrenamiento aproximadamente a los siete meses debido a que es importante dejar que sean cachorros, desarrollen sus habilidades y cojan fuerza.
“Pero desde una edad muy temprana, se puede decir que, desde prácticamente los dos meses de edad, los perros empiezan a trabajar en el criadero de la Policía Nacional para ir mirando las aptitudes que tiene cada uno, además de su desarrollo y observar qué perro de la camada se va a seleccionar para el entrenamiento porque todos son diferentes y a cada uno hay que potenciarlo de manera distinta. De allí pasan a la escuela, empiezan el entrenamiento, se les dan las bases y al llegar a la unidad, se sigue trabajando. Son muchos procesos que hay que ir superando paso a paso”, ahondó.
Después de cinco y siete años, dependiendo las especialidades, los caninos entran en calidad de adopción, luego de haber contribuido de manera activa en la seguridad de las regiones. En medio del juego y, sin saberlo, se convierten en héroes de la nación.
Un amor verdadero
Al igual que Arón y Kira, los caninos militares no se despegan ni un segundo de sus guías y, por el contrario, se convierten en su sombra, que se traduce en amor verdadero y fiel, con el que enfrentan no solamente los riesgos latentes a los que se ven expuestos, sino además, miles de anécdotas que aunque quizás ni las entienden, marcan a toda la institución.
“Por lo general los perros todos los días trabajan, pero cuando no es así, se encuentran en su perrera descansando y cuando tenemos días de esparcimiento los sacamos a todos a la cancha para que con libertad corran, jueguen, salten y los dejamos que hagan lo que quieran porque no hay que olvidar que son perros y seres sintientes”, concluyó.
Guía canino, su mejor decisión
Edwin Ramírez Urueña es guía canino desde el año 2002. Ha pasado por todas las etapas correspondientes para hoy ser Intendente Jefe del grupo de Guías Caninos del Departamento de Policía Huila.
Dentro de ese trasegar reconoce que ha tenido momentos plenos de felicidad y gratitud debido al cariño que recibe en la calle, especialmente en los desfiles donde los aplauden y les piden fotos, además de cuando cumplen su misionalidad y contribuyen a la seguridad de la sociedad. Sin embargo, también hay momentos críticos donde sus vidas se ven en riesgo y, desde luego, la de los caninos.
“En el 2011, un 11 agosto, yo estaba trabajando en el Palacio de Justicia y tenía un perro de explosivo que pertenecía a la Embajada Americana de nombre Red. A mí me recogieron y me llevaron a hacer una revisión en la vía a Vegalarga, en donde había una chiva que estuvo atravesada durante más de una semana. Entonces sí o sí teníamos que dar vía. Fuimos con el perro, llegamos al sitio, hicimos una evaluación previa a la revisión y cuando estábamos allá, lamentablemente no nos dieron tiempo de entrar. Habían enterrado una caneca a 80 metros del vehículo con material explosivo en la parte baja y nosotros estábamos en la parte alta, llegando ahí la demora fue que bajáramos y nos ‘volaron’. Logramos salir, pero sufrí una fractura en una pierna, perdí audición del oído izquierdo y el perro perdió la cola. Tuvimos mucha suerte de poder contar la historia”, contó.
Pese a lo anterior, dice tener todas las ganas de seguir en su oficio, al lado de caninos, con la fe puesta en Dios y bajo el lema que los representa: Dios y Patria.