La Nación
Arquitectas 1 15 octubre, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Arquitectas

¿Y dónde están las arquitectas? Esta pregunta es recurrente cada vez que se divulga el resultado de un concurso o la adjudicación de un premio de arquitectura. Un ejemplo fue la XXIII Bienal Colombiana de Arquitectura, donde aparecen como responsables de Proyectos galardonados 18 arquitectos y 2 arquitectas.

Pero la arquitectura no es el único campo donde la poca presencia del sexo femenino en los podios se ha hecho frecuente a lo largo de la historia. De los 450 premios Nobel adjudicados entre 1901 y 2006, solo12 fueron recibidos por mano de mujer. Igualmente escasa ha sido la presencia de la mujer en la élite de las artes.

Volvamos a las arquitectas. En la historia de la arquitectura, muy pocas mujeres han sido consideradas comparables con sus colegas masculinos estrellas. Entre las más nombradas podemos citar a Eileen Gray (Irlanda), Lina Bo Bardi (Italia-Brasil), Gae Aulenti (Italia), y las más famosas, Kazuyo Sejima (Japón) y Zaha Hadid (Irán), únicas dos mujeres ganadoras del prestigioso premio Pritzker en 2010 y 2004.

Esculcando en la historia aparecen profesionales como Charlotte Perriand, Lilly Reich (arquitecta del Bauhaus), Aino Marsio, Ray Eames, Kaija Siren y Denise Scott Brown, esposas, amantes o compañeras de Le Corbusier, Mies van der Rohe, Alvar Aalto, Charles Eames, Heikki Siren y Robert Venturi, que desarrollaron a la sombra de sus compañeros famosos una labor callada que nunca fue reconocida adecuadamente.

Una hipótesis que explica la dificultad de las arquitectas para llegar al estrellato ha sido el machismo, que desde tiempos inmemoriales condenó a la mujer a dedicarse a las cuatro “C” – casa, catre, cocina y crianza –, y la identifica como una competencia indeseable en el campo laboral.

Una manera de garantizar la sumisión de la mujer fue negarle la educación en esos tiempos, y es por eso que solo hasta la mitad del siglo XVII algunos países autorizaron su ingreso a la educación elemental, es decir, el permiso a leer y escribir. En compensación, se estableció una formación masculina competitiva para que los machos mantuvieran su papel de cazadores dominantes, y otra femenina de sumisión, para conservar a las hembras como obedientes recolectoras.

Este retraso en la educación – la primera arquitecta diplomada fue Julia Morgan en 1902 – no ha impedido que las arquitectas traten de recuperar el tiempo perdido. Cerca del 50% de los estudiantes de arquitectura son mujeres y cada vez hay más arquitectas que, compitiendo codo a codo (o mejor dicho, a codazos) con sus colegas varones, y buscan el reconocimiento que sus ejecutorias merecen. Y vaya que lo están logrando.