Así fue para los periodistas el salto de la máquina de escribir al computador

Martha Eugenia López en su paso por LA NACIÓN no solo ayudó a consolidar en el Huila la marca del periódico como reportera, editora dominical sino como jefe de redacción. La comunicadora vivió el paso de la máquina de escribir al computador. Uno de los hechos que la marcó en su trayectoria en esta casa editorial fue la muerte de tres funcionarios en un accidente de tránsito en zona rural de Neiva. “Fueron meses de dolor los que tuvimos que soportar, hasta levantar la cabeza y continuar”, expresó.

Rafael Rodríguez C.

rafael@lanacion.com.co

Como una mujer de carácter, firme y exigente es recordada la periodista y comunicadora social Martha Eugenia López, quien en su recorrido por LA NACIÓN vivió la transformación del periodismo huilense que pasó de utilizar la máquina de escribir a la computadora, de cámaras fotográficas de rollo a la digital.

Esta mujer, de origen paisa, llegó a esta casa periodística en la época de mayores retos para consolidar la marca del periódico que hoy es el referente de la prensa regional a nivel nacional. “No olvidemos que en el Huila solo  existía un diario muy querido por todos, que había reinado durante casi treinta años”, expresó con su acento antioqueño.

Martha Eugenia fue una reportera de jeans, tenis y mochila al hombro, para recorrer municipios en busca de historias y crónicas para la edición dominical que lideraba, por invitación de la doctora Clara Isabel París, gerente en 1995. “Cada domingo, único día de descanso, me iba en colectivo o en buseta a algún pueblo, hablaba de paso con el sacerdote para que nos ayudara a promocionar en el púlpito la edición especial que saldría sobre el municipio el domingo siguiente”, recordó.

Esa dedicación y pasión le abrió la puerta para que la nombraran jefe de redacción. “En menos de lo esperado fui ascendida a la jefatura de Redacción, estuve al frente de un equipo de periodistas jóvenes, inquietos, muchos aún en formación. Toda esa  época fue muy bella, la viví intensamente, aún alejada de mi familia residente en Medellín y de amigos queridos y cercanos”, manifestó.

Tuvo un fugaz pasado por la dirección del periódico en la época de Fermín Segura Trujillo, a quien remplazó por temas de salud. “A raíz de la enfermedad de don Fermín Segura Trujillo,  fui  nombrada subdirectora y  unos meses después, tras su muerte, fue  encargada de la dirección, tiempo en el que me retiré por razones externas que, de no haber ocurrido, seguramente estaría siendo aún parte del equipo de periodistas de jeans y tenis del periódico”.

De máquinas de escribir a computadoras

Para Martha Eugenia, es claro que LA NACIÓN marcó un cambio en el periodismo regional, que aún estaba con la máquina de escribir en sus salas de redacción. “Hasta finales de la década del 80, aproximadamente, los periodistas teníamos como herramientas de trabajo la máquina de escribir y grabadoras con casettes de cinta.

Recordó que con las nuevas tecnologías esas herramientas fueron cambiando. “LA NACIÓN por fortuna  inició su  proceso haciendo uso de ellas.  De todos, solo don Fermín Segura, codirector con José Israel Charry,  conservó a través de los años su funcional máquina  de escribir, para los demás cayeron en desuso y tuvimos que acceder quisiéramos o no al computador”.

Llanto y tristeza

No fue una noticia que cubriera la que la impactó, fue el accidente de una camioneta de servicio público en la que se transportaban varios funcionarios de la casa editorial y en el que murieron tres personas y varias resultaron heridas. Iban de paseo.

“A poca distancia de Neiva, se encontraron unos árboles caídos y quemados sobre la vía. Dijeron que el humo dificultaba la visión. Al tratar de esquivarlos, el conductor del colectivo en que se desplazaba el animado grupo de LA NACIÓN, se estrelló contra una chiva que venía hacia Neiva con un grupo de voluntarios y funcionarios de la Cruz Roja. Nada pudieron hacer por salvarle la vida  a tres de nuestras compañeras,  quienes murieron en el  impacto”, expresó con tristeza.

El llanto y tristeza se apoderó de los trabajadores del periódico durante varias semanas. “Ese día triste, que al recordarlo nos causa dolor, perdimos a Jazmín, recepcionista, a Fabiola, una joven giganteña adscrita al área administrativa  y a doña Rosalba,  de servicios generales. Fueron meses de dolor los que tuvimos que soportar, hasta levantar la cabeza y continuar”.

De sus recuerdos en LA NACIÓN, en medio de risas, revela que la veían como una mujer fuerte y rigurosa con el equipo de Prensa. “Era exigente y a veces me veían como ‘la bruja’ del equipo de prensa, en mi propósito de que algunos periodistas enamorados no se sentaran unos sobre otros, a escribir a “cuatro manos” las noticias, en la sala de redacción”.

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