CARLOS ANDRÉS PÉREZ TRUJILLO/LN
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El domingo 19 de agosto de 2007, cuando Lenin Yustres Amézquita salió de la casa de su hermana en Pacarní, una inspección de Tesalia, Huila, jamás se imaginó que unos soldados lo matarían con sevicia.
Eran las ocho de la noche, y él pretendía llegar al pueblo vecino de Íquira, donde vivía su familia. Conducía una moto Honda de placas YSL90. Hizo un recorrido de a lo mucho 300 metros, cuando recibió una descarga de fuego.
Nadie se enteró esa noche de su muerte. Solo hasta el día siguiente cuando los familiares se enteraron que no había llegado a su destino, fue cuando se prendieron las alarmas, y por supuesto, la búsqueda.
A la orilla de la vía estaba muerto. Y según el informe de la Fiscalía 23 seccional de La Plata, Huila, quien al día siguiente del deceso fue al lugar de los hechos, en el bolsillo delantero derecho del occiso había una granada color verde; a 5 centímetros del cadáver había un revólver calibre 38; dos proyectiles de arma de fuego sin percutir y nueve vainillas para fusil; y una escopeta metálica.
La escena para alguien que no conocía a Lenin, era la de un presunto subversivo. Sin embargo, ese mismo día se comenzó a desvirtuar lo que el Ejército, en especial Jaime Alfonso Lasprilla, comandante de la Novena Brigada de la época, afirmaba en los medios: “hay personas que desde hace tiempo están delinquiendo”.
La población, en especial los familiares, se opusieron a los señalamientos militares y al material de guerra que le pusieron a un lado del occiso. Uno de ellos fue su tío Alberto Yustres Barrera, quien entonces estaba haciendo campaña para la alcaldía y al año siguiente se posesionó como mandatario, y hoy, nuevamente funge como burgomaestre de este municipio. El padre del occiso, Adelmo Yustres, muy conocido en la región por su honestidad tuvo la solidaridad y credibilidad de toda la población.
Sin embargo, con la investigación adelantada, se pudo probar que el joven Lenin Yustres Amézquita, al momento de ser baleado no portaba material de guerra como trataron de hacerlo creer las tropas.
La noche del asesinato
Lo cierto fue que esa noche había un retén militar con ocho soldados al mando de suboficial José Mar Antonio Consuegra Reyes, quienes luego de escuchar una supuesta detonación “de inmediato reaccionaron prendiendo fuego”, afirma el informe de la Fiscalía.
La orden de operaciones ‘006/2007 Espada II’ emanada del comando de batallón de infantería No. 26 ‘Cacique Pigoanza’, Mauricio Ortega López, en condición de comandante de la compañía Bayoneta 4, dijo que dos soldados fueron los que dispararon: Pedro María Conde (17 cartuchos) y Omar Tovar Camacho (13 cartuchos).
Se desvirtúan las versiones castrenses
El Juzgado Quinto Administrativo de Descongestión del Circuito Judicial de Neiva, en primera instancia, desvirtúa todo lo señalado por la defensa de los militares.
“El despacho considera que la muerte del señor Lenin Yustres Amézquita ocurrió como consecuencia de una ejecución extrajudicial efectuada por el Ejército Nacional, pues se trata de un homicidio efectuado deliberadamente por agentes estatales, cuando la víctima se encontraba en estado de indefensión o inferioridad, ya que nunca disparó contra los militares como ellos lo afirman en sus declaraciones, adicionalmente la escena del crimen fue alterada para simular un combate que nunca existió”, señala la providencia.
De esta manera el juzgado concluyó que hubo falla del servicio de la conducta asumida por el Ejército Nacional “e hicieron aparecer al mencionado señor como si se tratara de un guerrillero dado de baja durante un combate, hecho que amerita la indemnización a favor de la parte demandante”, concluye.
La decisión del Tribunal
Ante este pronunciamiento de primera instancia, los representantes militares interpusieron la apelación, recalcando que se trataba de una culpa exclusiva de la víctima y que los demandantes no podían desvirtuar su versión de que hubo combates.
El alto Tribunal pudo deducir que si Yustres Amézquita hubiera querido tenderles una emboscada a las tropas no había sido tan torpe de dejar la moto a la orilla de la vía estacionada, tal y como la encontraron. Ni mucho menos se iba a enfrentar solo contra todo un pelotón, a sabiendas que tenían armas de largo alcance.
Otro hecho que le dio fuerza a la decisión de segunda instancia es que en el informe rendido por la Fiscalía 77 Especializada de DDHH y DIH, donde no se acredita relación alguna de Yustres con grupos al margen de la ley.
“Otro de los hechos indicadores que desvirtúan la participación en una confrontación armada entre el occiso como presunto integrante de las FARC y los miembros de la Compañía Bayoneta 4 del Ejército Nacional, fue la reacción masiva de los habitantes de la inspección de Pacarní, en rechazo a la muerte violenta del señor Lenin Yustres Amézquita…”.
En este orden de ideas, el Tribunal Contencioso Administrativo del Huila, no solo decidió darle un reconocimiento indemnizatorio a sus padres Adelmo Yustres Barrera y Sara Amézquita Cedeño, sino a su esposa y dos hijos; y 19 familiares más incluyendo el actual alcalde de Iquira, Alberto Yustres Barrera.
Papá: “es que fue una muerte tan vil”
Don Adelmo Yustres Barrera, desde su finca en Iquira, Huila, recuerda a su hijo como una persona honesta. Dijo que había tenido que dejar su finca donde antes vivía con su hijo Lenin, pues los recuerdos no dejaban de atormentarlo.
“A mi me satisface que se hubiera reconocido la verdad del caso porque antes decían que era un guerrillero, yo quedo contento con esa decisión del Tribual. Para toda la familia que se reconozca la verdad es algo muy bueno. Por ahora estamos pensando en realizar un homenaje a mi hijo”.
“Vamos a seguir la vida, porque no hay otra opción”, comenta, al tiempo que recuerda La Cristalina, aquella finca donde Lenin vivió los últimos días. “Uno en todas partes lo veía a él, en los quehaceres…nos tocó salirnos”, recalcó.
Adelmo parece estar tranquilo y sin rencores. “Mi hijo era un joven trabajador, honrado, y sobre todo que él era una persona que no se metía en nada raro ni nada de esas cuestiones. Toda la familia, vecinos y toda la gente de ese lado sabía quién era él. Los militares sabían que estaba haciendo algo muy mal hecho. Al inicio si sentía rencor pero luego de 10 años ese sentimiento ya no existe, es que fue una muerte tan vil, uno se siente muy ofendido, pero en estos 10 años ya no”.