En países de mayor desarrollo que son minoría, el asistencialismo y la caridad (ayudas a sectores de menores ingresos) no tienen mayor relevancia estas prácticas, si bien también se presenta la desigualdad, los niveles de pobreza son bajos. En países de menor desarrollo también llamados del Tercer Mundo que son la mayoría, dicha práctica es notoria, y aunque amortiguan o pueden paliar hambre y pobreza no solucionan ni disminuyen sustancialmente estos flagelos, al contrario según cifras del Banco Mundial y la ONU se han incrementado, en especial desde que acogieron las teorías neoliberales hace más de tres décadas. En nuestro país debido al Intervencionismo Estatal por más de 50 años (1930-1990), se lograron avances significados para la clase obrera y trabajadora, y aunque se presentaron varias fallas relacionadas especialmente con la corrupción, los desfalcos no fueron peores que los conocidos en nuestros últimos cinco gobiernos, y están más relacionados con los grupos económicos privados, recordemos las barcazas, Reficar, los Nule, Saludcoop, los $70.000 millones de Centros Poblados etc.
La política de privatizaciones a partir de la década de 1990 concentró más la propiedad en los dueños del capital y redujo notablemente el empleo formal, entonces la informalidad representó un porcentaje cada vez mayor con relación a la fuerza de trabajo; como el desempleo real ha venido en aumento buena parte se refugia en el rebusque y la informalidad, esto incide en mayor pobreza y desigualdad pero bajos índices de desempleo dada la manipulación del DANE. Para paliar esta situación, todos los gobiernos desde Gaviria, incluyendo a Petro han introducido varias modalidades asistencialistas, asunto que también sirve como campaña electorera. De otra parte desde hace siglos la Iglesia plantea como reivindicación socio-económica la caridad y la limosna a partir de quienes más tienen, no como compromiso sino acudiendo al voluntarismo, además en cierta medida se presenta la apología de la pobreza pero en la práctica la alta jerarquía se contradice, también se predica que los males provienen de factores internos de la feligresía, no le dan ponderación a factores externos como políticas de gobierno antipopulares.
El reciente informe (ONU, Banco Mundial) en el sentido de que Colombia ocupa el tercer lugar en desigualdad según ingresos después de dos países africanos (Namibia y Sudáfrica), considerando 180 países, sintetiza la perversidad de las políticas sociales, y lo peor la malignidad de la pobreza y la desigualdad continuará, pues es insólito que la reforma pensional petrista amplíe el asistencialismo, si bien los $220.000 previstos mejoran lo anterior, no constituyen una alternativa a la intervención directa del Estado para ofrecer empleos formales financiados mediante reformas fiscales progresivas, esto sería un verdadero cambio coherente con las promesas petristas; es cierto que sin reformas al Congreso nunca lograremos reformas sociales estructurales, pero se debe insistir.