No hay ninguna justificación, razón política o social, argumento ideológico o de lucha que pueda alegarse para que un comando de la Columna Móvil Teófilo Forero de las Farc volara el puente “Riecito” que comunica a los municipios de Puerto Rico con San Vicente del Caguán, en el norte del Caquetá. No hay ninguna justificación, razón política o social, argumento ideológico o de lucha que pueda alegarse para que un comando de la Columna Móvil Teófilo Forero de las Farc volara el puente “Riecito” que comunica a los municipios de Puerto Rico con San Vicente del Caguán, en el norte del Caquetá. Es un acto de locura, demencial, completamente inexplicable; incomunicar a miles de colombianos por el simple afán de generar hechos de fuerza, acciones militares o simple terrorismo contra el Estado nacional, es el acto más traído de los cabellos que pueda imaginarse. ¿De qué servirá a la supuesta lucha armada, a la pretendida revolución, a la rebelión contra el orden legítimamente constituido, dinamitar un puente cuya construcción fue tan largamente esperada mientras los caqueteños tenían que vadear el río, como su misma construcción para impactar en su desarrollo y progreso a una de las zonas de mayor potencial económico del sur del país. Seguramente el centro del poder nacional no entenderá o le dará la mínima importancia a este acto terrorista, pero la destrucción del puente “Riecito” es quizá el golpe más grave para los caqueteños desde la finalización de la llamada “zona de distensión” en febrero de 2002; las consecuencias son de magnitudes inimaginables para los abnegados, sufridos y valientes habitantes de esta vasta región nacional. No se trata, como se ha presentado en la gran prensa nacional, de dañar el tránsito de centenares de tractomulas con petróleo hacia el municipio de Gigante, Huila; no, esta situación va mucho más allá puesto que los afectados por el bloqueo petrolero son grandes multinacionales que no tendrán mayores dificultades para paliar los efectos de la falta del puente. Ahí están los sanvicentunos, más de 65 mil personas casi aisladas de su centro económico, Florencia, y condenados a desplazarse por las largas horas que los separan de Neiva, en donde encontrarán soluciones a algunas necesidades pero su epicentro político, social y jurídico les ha sido cortado. Sufren Caquetá y San Vicente del Caguán un golpe más, de los peores, a manos de quienes se proclaman los defensores del pueblo, los alzados en armas para la reivindicación de las necesidades populares, aquellos que proclaman estar del lado de los más necesitados, esos que se dicen dizque voceros de sus paisanos y congéneres. ¿Acaso es esta la forma de demostrarlo, de defender a los sanvicentunos y caqueteños, de apoyarlos en su progreso y desarrollo tras décadas de atraso? ¿Qué mente criminal puede concebir que volar un puente civil, una ruta de acceso de comunidades aisladas pueda darles algún beneficio? Dolorosamente la voladura del puente es el comienzo de un largo calvario para los miles de damnificados, si nos atenemos a lo que ha pasado con el puente Paso del Colegio entre Neiva y La Plata; sólo nos resta esperar que la negligencia, desidia y parsimonia estatal hecha evidente en el caso del Huila no se vaya a repetir con los caqueteños. Tiene el Gobierno Nacional otro gran compromiso allí: el de reparar a la mayor brevedad el viaducto. DESTACADO “Es un acto de locura, demencial, completamente inexplicable; incomunicar a miles de colombianos por el simple afán de generar hechos de fuerza…” EDITORIALITO Las medidas anunciadas por el gobierno para conjurar la crisis de la salud deben ser examinadas con lupa para evitar que se convierta en paños de agua tibia. El país requiere con urgencia una reforma integral, que elimine la intermediación y le garantice a los colombianos el acceso. De lo contrario, seguirá siendo letra muerta.