Un atentado suicida dejó al menos 26 muertos y 63 heridos en Damasco, dos semanas después de un ataque similar imputado por las autoridades a la red islamista Al Qaida, pero que la oposición atribuyó al propio régimen de Bashar al Asad. DAMASCO (AFP) – Un atentado suicida dejó al menos 26 muertos y 63 heridos en Damasco, dos semanas después de un ataque similar imputado por las autoridades a la red islamista Al Qaida, pero que la oposición atribuyó al propio régimen de Bashar al Asad. Otros 17 civiles fallecieron por los disparos de las fuerzas de seguridad sirias en el país, donde decenas de miles de personas salieron a la calle para reclamar la ayuda de la ONU con el objetivo de frenar la sangrienta represión del régimen. “Un kamikaze” hizo estallar el explosivo que portaba “apuntando a los habitantes de Midán”, un barrio histórico de la capital, dejando 26 muertos y 63 heridos, anunció la agencia oficial Sana, citando al ministro del Interior, el general Mohamed al Shaar. Las imágenes difundidas por la televisión mostraron restos de cuerpos mutilados en una bolsa negra, escombros por toda la zona y varios vehículos calcinados con los cristales destrozados. La televisión informó que el sábado por la tarde, después del rezo, se oficiarán los funerales oficiales en la mezquita Hasán de Midán. El ministerio avanzó en un comunicado que Siria “castigará con mano de hierro a todos los que quieran perjudicar a la patria”. El partido Baas, en el poder, afirmó que el atentado era “un acto terrorista perteneciente a un complot contra Siria” y aseguró coincidir “con declaraciones hechas por símbolos de la oposición siria y por responsables franceses y estadounidenses”, según la televisión. Estados Unidos condenó “enérgicamente” el atentado suicida de Damasco. El Hezbolá libanés, aliado de Siria, acusó a Washington de estar detrás del ataque. Por su parte, los Hermanos Musulmanes sirios acusaron al régimen de Al Asad del atentado. “Acusamos al régimen, a sus servicios de seguridad y a sus bandas de la total responsabilidad del crimen y les consideramos responsables de toda gota de sangre vertida en suelo sirio”, indicó en un comunicado su portavoz Zuheir Salem. “Pedimos una investigación internacional y árabe sobre la explosión antes de que los criminales escondan sus pruebas del crimen”, añadió. La televisión privada Dunia, cercana al poder, afirmó que un equipo de observadores árabes había acudido al lugar de los hechos, pero que ninguno quiso hacer declaraciones. Paralelamente, unas 50.000 personas salieron a la calle en la plaza de la Gran Mezquita de Duma, en la región de Damasco, mientras que se registraron manifestaciones en Hama, Idleb y Latakia, Alep , Deir Ezor y Deraa . En Hama, seis civiles murieron cuando el ejército dispersó con disparos una manifestación, mientras que otros ocho perecieron en la provincia de Damasco. En Homs, bastión del movimiento de contestación, dos civiles murieron y un tercero pereció en Rastán, según el Observatorio Siria para los Derechos Humanos. El 23 de diciembre, 44 personas murieron y 166 resultaron heridas en dos atentados suicidas con coche bomba en Damasco, que fueron atribuidos a Al Qaida por las autoridades, mientras la oposición acusó al régimen de Bashar al Asad. Se trató entonces de los primeros atentados de este tipo desde el inicio de la rebelión popular el pasado 15 de marzo contra el régimen, que se niega a reconocer la magnitud de las protestas y acusa a “bandas armadas terroristas” de crear el caos en el país. Los atentados del 23 de diciembre se produjeron un día después de la llegada a Siria de una delegación árabe que debía preparar la misión de observadores de la Liga Árabe, que se inició tres días después.