Guacamayas, loros, pericos, turpiales y tortugas, son hoy por hoy los animales silvestres de mayor susceptibilidad a la tenencia y tráfico ilegal en el Huila, según se desprende de un informe que acaba de elaborar la CAM, la máxima autoridad ambiental del Huila.
El documento, que recoge datos de decomisos, entregas voluntarias y rescates de animales en el último año, deja al descubierto cómo las ‘garras’ humanas siguen teniendo en riesgo la fauna silvestre del departamento.
Las cifras llaman poderosamente la atención. En 2016 la CAM, a través de su Centro de Atención y Valoración, acogió un total de 479 animales.
De esos 479, 307, es decir el 64%, fueron aves y réptiles. También fueron recuperados 87 arácnidos, 73 mamíferos y 12 crustáceos.
En el grupo de los mamíferos, sobresalen los monos churucos, tan frágiles como especie, que a diferencia de otros primates, se reproducen de forma lenta. Estos micos cuando pequeños son alimentados por sus madres hasta los 12 meses, edad en la que se convierten en seres independientes, modifican su dieta y se alimentan de hojas, frutos e insectos. Las profundidades de la espesura de la selva amazónica es su hogar y cazarlos es literalmente condenarlos al exterminio.
“Hemos confirmado que el 30% de los animales que recuperamos en el Huila corresponde a tráfico de fauna silvestre”, advierte el subdirector de Regulación y Calidad Ambiental de la CAM, Carlos Andrés González Torres, quien con cifras y fotografías en mano deja constancia de la gravedad del asunto.
A nivel nacional, el tráfico de animales es un multimillonario negocio que se ha convertido, después del tráfico de drogas y la minería ilegal, en la tercera forma con la que buscan subsidiarse bandas criminales. De acuerdo con la Policía, hay verdaderas redes dedicadas al comercio de especies protegidas para sacarlas de Colombia. El destino de muchos animales es Europa y Oriente Próximo, a orillas del Golfo Pérsico, en donde pagan gruesas sumas de dinero por cada uno de los ejemplares exóticos extraídos de los bosques colombianos.
“A los traficantes de animales no les importada nada: a los flamingos les doblan las patas, a los monos los atan y a las guacamayas las camuflan en tubos plásticos para transportarlas. El trato es cruel”, narra el médico veterinario, William Fernando Solano, quien en la Reserva “Rincón del Río” del municipio de Rivera acoge a muchos de estos animales desarraigados.
ALERTA EN EL SUR Y NORTE
El sur y norte del Huila, en su orden, son las regiones del departamento más afectadas por la tenencia y tráfico ilegal de animales. En solo los pueblos del sur, las autoridades decomisaron o rescataron 223 ejemplares, mientras que en Neiva y otros municipios norteños, fueron recuperados 200 animales durante todo 2016.
Un dato curioso: mientras en el norte hubo más decomisos de aves, en el sur los arácnidos marcaron la tendencia.
Los operativos que ordena y monta la Red de Control al Tráfico de Flora y Fauna, en conjunto con la Policía Nacional, arrojan permanentes sorpresas. El año pasado, a las afueras del municipio de Villavieja, fueron decomisadas siete libras de carne de babilla, muy apetecida en China, en donde es considerado un plato exótico. En Colombia el consumo de carne de babilla no es tan común, pero en algunas poblaciones de pescadores costeños su consumo sí es habitual. “Después de sacrificado el animal, la carne se taja en pequeñas lonjas adobadas con sal y condimentos, se seca al sol como si fuera filete de pescado bagre y generalmente se consume con huevos”, narra un reciente reportaje periodístico elaborado en la Costa Caribe.
Otro operativo permitió descubrir un abrigo de piel de un gato de monte. El hecho ocurrió en zona rural del municipio de Acevedo.
El tráfico de animales es un negocio que se ha convertido en la tercera forma con la que buscan subsidiarse bandas criminales.
¿A dónde van los animales decomisados?
De acuerdo con la CAM, la mayoría de animales decomisados en el Huila son liberados en áreas de Parques Naturales o reubicados en zoológicos.
Uno de esos casos fue el de un águila real de montaña, especie catalogada en peligro de extinción, que había sido herida por cazadores con tiros de escopeta en el municipio de Gigante. Tras ser recuperada, le hicieron implantes de plumas y fue dejada en libertad, luego de la colocación de un transmisor satelital para su seguimiento y monitoreo.
Otro caso emblemático en 2016 fue el de 113 tortugas morrocoy y 40 tortugas hicoteas que fueron liberadas en el departamento de Magdalena.
Tráfico imparable
Si alguien creía que el tráfico ilegal de animales se iba a detener en 2017, estaba equivocado. En este primer mes del año ya han sido varios los decomisos efectuados por las autoridades. Hace poco, por ejemplo, 11 aves silvestres fueron recuperadas por la Policía y la CAM en el municipio de San Agustín. Tras una denuncia realizada por un ciudadano, las autoridades se desplazaron hasta el hotel ‘El Jardín’, ubicado en el centro de la capital arqueológica del Huila, donde encontraron las aves encerradas en jaulas. Dos turpiales montañeros, dos loras frente amarilla y hasta una guacamaya, eran mantenidos en precarias condiciones.
Traficar con animales es un delito
Según el Artículo 328 de la Ley 1453 de 2011, poseer o traficar un animal silvestre es un delito y debe responder por tráfico, comercialización, exhibición y tenencia ilegal de animales silvestres. Puede acarrear una condena de 48 a 108 meses de prisión y una multa económica de hasta 35.000 salarios mínimos legales mensuales vigentes
El 30% de los animales que recuperan las autoridades en el Huila corresponde a tráfico de fauna silvestre.
Esta águila real de montaña había sido herida con tiros de escopeta en Gigante, Huila. Fue liberada, tras un implante de plumas.
