Balas que acaban ilusiones. Por Maritza Rocío López V.

Las balas pérdidas se convirtieron en un dolor de cabeza para las autoridades locales en las festividades de fin de año, dado el número de víctimas que han dejado en el territorio nacional.  Algunas personas llevadas por la euforia y bajo el efecto del alcohol la noche del veinticuatro y primero de enero, dispararon balas al aire, poniendo en riesgo la vida de niños, jóvenes y adultos y transeúntes, acabando con los sueños de esas personas y sus familias. Pese a los esfuerzos realizados por las instituciones competentes frente a la prevención de estos hechos, del esfuerzo de los médicos por salvar las vidas de las personas heridas por las balas perdidas, del control que ejercen las autoridades frente al uso y porte de armas, se continúan registrando  casos de víctimas en el país. No resulta suficiente con ofrecer recompensas para quienes suministren información que permita la captura de los responsables de estos actos violentos, que acaban sin misericordia los sueños en Navidad, las ilusiones de un año nuevo en Colombia, es preciso, ejercer controles más estrictos, impartir sanciones más severas a los autores de estos delitos a fin de evitar bajas de civiles inocente, tener un registro de armas e identificar a los portadores de estos elementos. Es preciso generar conciencia al interior de los hogares de los riesgos de este tipo de conductas, apoyar a las autoridades locales, denunciar a quienes hacen disparos sin necesidad, realizar una mayor divulgación de la Ley de Seguridad Ciudadana, contrarrestar el crimen y la delincuencia en nuestros país y demostrar a la ciudadanía el respeto a las normas y leyes establecidas para tal fin. Lo anterior además de reducir el número de casos, compromete a las entidades locales y nacionales, frente a la protección de las personas afectadas en su integridad personal y la vida de muchos inocentes y sus familias. Esta problemática afecta de manera dramática a poblaciones de barrios populares, aquellos donde existen enfrentamientos entre agrupaciones armadas ilegales, donde el consumo de alcohol y uso irresponsable de armas, pone en juego la vida de inocentes. La muerte de los niños, jóvenes y de cualquier persona víctima de irresponsables que disparan sus armas, resulta un hecho irreparable y muy lamentable, Dios permita que reciban oportuno apoyo para el manejo, comprensión y superación de esta absurda y dolorosa realidad y se evite que ilusiones de otros menores, se apaguen de manera abrupta.

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