El documento académico presentado oficialmente por Gonzalo Sánchez, director del Centro de Memoria Histórica y legitimado por la presencia del presidente Santos, es el reconocimiento del Estado, de que la guerra debe tener fin y que el país no puede seguir insistiendo en la carrera insostenible por la victoria militar de una de las partes.
Basta ya, no es la simple recopilación de comentarios, sino la fundamentación científica del sentimiento y convicción de la necesidad de avanzar en la solución negociada del conflicto y emprender simultáneamente, la reconstrucción económica, política y social del país, asumiendo con seriedad el conflicto y el posconflicto que seguirá al proceso de posnegociación.
Basta ya, es un llamado angustioso. Es el clamor de la memoria, pero también de la dignidad del pueblo colombiano, de las organizaciones sociales y la academia, para acordar la paz después de cinco décadas de violencia ininterrumpida y de intentos fallidos de negociación, los últimos en el 82 con Belisario Betancur, la Constitución del 91 con Cesar Gaviria, posteriormente Tlaxcala y en el 2002 el despeje de San Vicente con Pastrana.
¿Cuánto ha costado la guerra y qué diferencia existe con el actual proceso para mantener viva la esperanza, de que esta vez sí será? Es la primera vez que la paz se asume como deber político y se convierte en tema de Estado; hoy existe una agenda, manejada con prudencia, que más comprometida con aspiraciones de la sociedad civil, toca el tema trascendental de la tierra, donde las FARC y el gobierno más realistas, han arrojado un primer acuerdo trascendental; La paz se regionaliza y cada vez más las comunidades se pronuncian al respecto: Catatumbo, mineros y cafeteros.
Basta ya, es un ejercicio que se continúa, en buena hora, con el aporte de un equipo de jóvenes investigadores huilenses: Camilo Ernesto Gómez, Erika Andrea Ramírez, Andrés Restrepo, Tania Helena Gómez, Juan Marín, Hernando Briceño, William Pérez, adscritos al Centro de Estudios Regionales del Sur CERSUR, con la coordinación general de la profesora Rocío Londoño y la coordinación regional del investigador huilense José Jairo González Arias, quienes han recibido la misión por parte del Centro de Memoria Histórica, de adelantar la otra parte del informe, que tiene que ver con la almendra del conflicto colombiano, la tierra, el territorio y las organizaciones de la sociedad civil.
La paz es un imperativo ético y político y requiere de imaginación y creatividad para hacer posible lo que parece imposible, ponerle fin a la historia de más de cincuenta años de barbarie. Creemos en el aporte de los académicos huilenses y confiamos en que la gobernación del Huila, coherente con la trama del conflicto en el departamento, asuma responsablemente el reto histórico del posconflicto.