La Nación
COLUMNISTAS

Blindando ando

Para que una guerra  se acabe no basta con poner fin a un conflicto. Hay que buscar sustitutos para acabar con las causas que originan la violencia. La guerra satisface las exigencias de los guerreristas y hace posible conseguir por la fuerza lo que no se logra con la democracia. En cambio cuando se vive en paz, hay inclusión y las controversias se desarrollan en medio de un clima de respeto. No nos pidan convertirnos en Santistas o Uribistas, por que la paz no tiene dueño, ni partido político; pero puede cambiar el futuro porque la paz deja más satisfacciones que la guerra. No puede haber excusas para seguir viviendo inmersos en una cultura de inseguridad, violencia y muerte. La paz no se consigue actuando con violencia o recurriendo a ella. Si escogemos el camino de la paz experimentaremos la esperanza de un mejor bienestar.
Nunca antes habíamos avanzado tanto en un proceso de paz. No podemos desaprovechar ésta oportunidad única e irrepetible. La lucha contra la corrupción, violencia, politiquería y la desigualdad social, así como la reparación de las víctimas, no terminan con la firma de un acuerdo; pero si puede ser el punto de partida. Hoy el proceso de paz, llegó al punto de no retorno y hay necesidad de implementar transformaciones estructurales de fondo. Se requiere un relevo dirigencial y generacional. No podemos seguir en las mismas y con los mismos: “eminentes patriarcas, que se creen poseedores de la verdad revelada y que con sus pataletas enredan la pita y se oponen porque sí y porque no”. La paz no se impone, ni se excluye, se construye a diario y lograrla es un compromiso de todos; porque no solo tenemos que hacer un proceso de paz con la guerrilla si no con todo el país. No señalemos en una sola dirección para buscar culpables; porque si para hacer una guerra se necesitan muchos, para hacer la paz verdadera se necesitan muchos más.
La semana pasada, la Mesa de Conversaciones de La Habana presentó el acuerdo para darle seguridad jurídica al proceso de paz. El eje central es que el acuerdo final será considerado como un acuerdo especial en los términos que lo contemplan los Convenios de Ginebra. A las Farc se le garantiza seguridad jurídica y al gobierno le permite darle al proceso legitimidad política. Hay garantías para ambas partes independientemente del gobierno de turno. Definitivamente después del acuerdo para blindar el proceso de paz, el fin de la guerra es inminente. Muy pronto la guerra descansará en paz. En Colombia y el mundo entero falta más inclusión, mas abrazos y menos balazos.