Café amargo. Por Marcos Silva Martínez

No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, dice el adagio. Eso es lo que ocurre con los  caficultores. Están entendiendo las causas del problema y que tienen legítimos derechos de exigir protección económica del estado-gobierno. En los tiempos de bonaza, cuando el café fue el primer producto de exportación nacional y durante un largo lapso, cuando dejó de serlo, el Fondo del Café, se nutrió de los aportes de la comercialización del grano.  Fue constituido con recursos porcentuales  de las exportaciones del grano. Recursos  que  tenían carácter de ahorros, para capitalizar y crear soportes patrimoniales-económicos  a esa industria. En esa época surgieron la Flota Mercante Gran Colombiana,  la participación accionaria en Avianca y Aces,  Concasa, el Banco Cafetero. Al mismo tiempo surgieron la Federación Nacional de Cafeteros y los Comités regionales. Esos entes tenían la potestad y el privilegio de administrar recurso del Fondo del Café.  Estos, están distribuidos en más de 560.000 familias, en toda la geografía nacional. Son alrededor de 3 millones de colombianos, que hoy, en minifundios tratan de sobrevivir, en medio de la crisis cafetera presente. La crisis no es imputable a esos 3.0 millones de compatriotas sino a los gobiernos y al Estado, que los abandonó a su suerte. ¿Ante los reclamos que los dirigentes del paro cafetero,  hacen al gobierno y a la Federación y a los Comités  de Cafeteros,  qué responden? Con mentiras, pretextos y amenazas. ¿Qué se hizo el patrimonio cafetero representado en la Flota Mercante Gran Colombiana?  ¿Quién responde por él? ¿Quién responde por las acciones de Avianca y Aces? ¿Qué se hicieron, Concasa y el Banco Cafetero? ¿Y los billones de pesos, del Fondo del Café, invertidos en construcción de acueductos y escuelas, presentados como inversión social por los gobierno de turno? ¿La asistencia técnica a los productores? ¿La innovación y modernización del proceso de producción, que debieron hacer, a cada productor? ¿Quién responde por esas obligaciones? ¿Cómo responde la burocracia irresponsable, incrustada en la  Federación Nacional  y en los Comités regionales, que como simples parásitos esperan sueldos y pensiones de  ministros o magistrados,  sin importarles la suerte de los que sudan la descaecida  producción, por la que solo reciben pringosos billetes que no compensan su sacrificio y empobrecimiento? Es la oportunidad propicia para encontrar respuesta concreta a esos interrogantes y determinar responsables. Deben establecer las causas de la reducción de la producción por hectárea. Abono, clima, variedad y mantenimiento, etc. ¿Quién responde por esas causas? A última hora, anuncian Constituyente Cafetera. Esta tendrá sentido si como decisión central, reduce los sueldos y pensiones a la parasitaria burocracia de Federación y Comités de Cafeteros, de manera que nadie pueda recibir sueldo y complementarios y pensión, superior a 8 salarios mínimos mensuales y el gobierno obligarse a restructurar y reorientar todo el proceso de la industria del café.

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