Esta semana tuve la oportunidad de leer una nota interesante publicada en El Espectador y escrita por Nicolás Achury Gonzáles. En la nota se hizo un análisis de los primeros 12 meses de operación de la primera sala de consumo supervisado de drogas inyectables (principalmente heroína) del país y de esta parte del continente. El proyecto al que se hace referencia se llama ‘Cambie’ y en los meses que ha estado activo ha logrado revertir 14 sobredosis, recolectar y disponer, de forma segura, de más de 13.000 jeringas. De igual forma, la sala prestó acompañamiento a 67 usuarios, en cerca de 1.600 consumos.
A simple vista, muchos podrían tildar este tipo de iniciativas de alcahuetas o de promotoras del consumo. No obstante, debemos tomar en consideración el hecho de que los principales usuarios de este tipo de salas son personas en condición de vulnerabilidad. Personas que como sociedad infravaloramos y señalamos, sin ofrecerles acompañamiento y protección. Es bajo esta perspectiva, que proyectos como ‘Cambie’ cuentan con el potencial suficiente para generar cambios en diferentes niveles.
A nivel socio – sanitario, el proyecto hace posible tener más control sobre la circulación y el uso de jeringas infectadas con VIH y hepatitis, reduciendo la potencial propagación de estos en la comunidad. Sumado a esto, ofrece condiciones dignas y relativamente seguras para el consumo, disminuyendo dramáticamente el número de muertes por sobredosis y ofreciendo más tiempo para que las personas puedan rehabilitarse.
En materia de política criminal, esta sala permite centralizar el consumo en un espacio vigilado y controlado, haciendo posible lo siguiente: (i). Transformar espacios públicos como parques y plazas, lo cual tiene un impacto significativo en la percepción de seguridad y en especial, en alejar a los niños y adolescentes de este tipo de prácticas; (ii). Se puede hacer un mayor seguimiento y control de las redes de tráfico y distribución, facilitando la potencial judicialización de los implicados; y (iii). Al contar con espacios seguros y controlados, se puede impactar, de forma positiva, en las conductas delictivas asociadas al consumo.
Sería muy interesante que, como región, evaluemos la utilidad y el impacto de implementar proyectos piloto de salas de consumo supervisado en puntos clave del departamento.