El siglo pasado, dio inició una nueva estética inspirada en una percepción de la ciencia y la música. Las ciudades se ampliaron a barrios de humana arquitectura: lugares cómodos y limpios que se rodearon de mucho verde, la Ciudad Jardín. Se emitía un efecto estable donde los partidos políticos compartían la responsabilidad del poder y un pensamiento joven hizo su estreno, las urbes se llenaron de bluyines, de colores psicodélicos, de música y de apetito por una coherencia armónica distinta alimentada por grupos musicales que invadieron con conciertos. Era una juventud con dimensión de fantasía, de sonrisas bajo el sol y lágrimas bajo la lluvia, donde una píldora cambió la sexualidad al permitir el paso de una caricia mesurada al amor sin medida.
Resultaba difícil no pertenecer a estas corrientes que se desbordaron en festivales, turnos de droga, sexo libre y música ruidosa. Fue una época con sello propio, de amor a la naturaleza y de gran sentimentalismo, en que la juventud se expresó de manera universal.
Pero, también llegaron propuestas que permitían ganar el dinero fácil, se concebían acciones ilegales y de acortamiento para lograr peculados, al tiempo que aumentaba el tránsito de sustancias prohibidas en la que una nueva clase hizo su aparición. Se vivían momentos de disipación, en la calle personas con buenos vehículos conseguían casas de vista privilegiada y derrochaban en fiestas y rumbas. Fue el tiempo en que se fundaron los funestos carteles de la droga que de a poco fueron exacerbando la guerra, puesto que con su apoyo los grupos insurgentes aumentaron el tamaño de sus acciones.
Los narcos, eran entonces de gran aceptación y figuraban entre los invitados a los clubes y toda clase de eventos sociales, pronto algunos se convirtieron en prósperos constructores e inversionistas trayendo nuevas modas a la arquitectura y las ciudades se llenaron de ofertas impetuosas y recargadas: obras de finos materiales a la vista, con pisos de mármol importado en donde se alternaban colores en cenefas y arabescos, madera en una expresión barroca de alta ebanistería, baños con tinas de torbellinos, gimnasio y turco, muy a su gusto, espacios largos de área social, cómodos en sus alcobas y roperos y provistos de mucha dotación comunal. Estilos con repertorio de adornos postizos en yesería, estuco marmóreo, aparatos importados y una alta dotación de cocina que al final más parecían una taberna que un hogar. La narco arquitectura se puso de moda y fueron muchos los edificios que se diseñaron siguiendo la tendencia de esta cultura narco abarco todo con ostentación y sin ningún recato.