Nadie está exento de este flagelo, no discrimina edad, color, razón, condición, sexo, muchos se preguntarán, no discrimina sexo en el caso particular de cáncer de mama, pues no, es muy común esta patología en hombres, aunque inaudito parezca.
En general no es un tema de interés para la gran mayoría de las personas, hasta tanto no le toca a uno el turno al bate, acepto que nos veíamos ajenos a este verdugo hasta que nos tocó la prueba el 29 de agosto de 2022 justo en seno izquierdo de mi ayuda idónea.
El impacto inicial es fuerte, lo primero que viene a la mente son pensamientos de muerte, no sabemos cómo afrontar estas realidades, y llegan las frases cliché “tranquila, usted es una dura” “usted es una guerrera” “tranquila hoy en día la ciencia está muy avanzada” pero, ¿sería usted tan amable de aplicarlo?, ¿sería usted tan gentil de integrarlo y ¿sería usted tan garboso de apropiarse de esa realidad a ver si estamos preparados para enfrentarla?
¿Qué puedo hacer yo para sanar al otro? Interiorizar que en una relación sentimental no hay subordinación en ningún sentido, no es un contrato de obediencia, el matrimonio y el amor es un rompecabezas en el que hay que articular muchos engranajes, verlo como un sistema completo y complejo de amor, lealtad, fidelidad, respeto, independencia, igualdad, libertad más no libertinaje.
La empatía desempeña un rol fundamental en este juego y no es más que calzar los zapatos de mi otro yo, llegar a consensos negociados, no ver a la pareja como un contendor, ni una medición de poderes, no es una relación de tú a tumbarme y yo a no dejarme.
Nos debemos despojar de egos para evitar herir susceptibilidades, hablar de forma pausada y serena, pero más importante aún es saber escuchar con amor, paciencia, tolerancia para lograr una comunicación asertiva.
Somos una partícula de DIOS en la tierra, y siendo concordante en espiritualidad debe todo girar en torno al amor por el prójimo, somos el micro en el macro, hay experiencias difíciles de entender, pero al final no son más que enseñanzas en este fortuito camino de la vida, abrazo tus emociones, abrazo tus sentimientos y los hago míos, lo negativo lo soltamos, lo dejamos fluir.
Errar es de humanos, es momento de pedir perdón, reconocer las fallas, secarse las lágrimas y volver a empezar, lo mejor que puedo hacer para que tú cambies es trabajar en mí y viceversa, columna dedicada a mi esposa Lucia Falla, transitamos este valle oscuro, pero con la fuerza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve, vamos saliendo triunfantes en la batalla con la bendición del Todopoderoso. ¡Palabra de espartano!