‘Cantamos rajaleñas prohibidos’

Coplas picarescas, prohibidas y alegres son interpretadas por el Grupo Folclórico Cantar Popular de Neiva, desde hace más de una década. Sus integrantes aseguran que llevan el folclor huilense en su sangre, heredado por sus abuelos y gozado al máximo en cada San Juan y San Pedro en el Huila. Coplas picarescas, prohibidas y alegres son interpretadas por el Grupo Folclórico Cantar Popular de Neiva, desde hace más de una década. Sus integrantes aseguran que llevan el folclor huilense en su sangre, heredado por sus abuelos y gozado al máximo en cada San Juan y San Pedro en el Huila. GINNA TATIANA PIRAGAUTA G. LA NACIÓN, NEIVA El Grupo Folclórico Cantar Popular de Neiva genera polémica cuando interpreta sus rajaleñas, porque su propuesta musical es innovadora, arriesgada y muy autóctona. Sus integrantes aseguran que llevan la picardía de las rajaleñas en su sangre, es su pasión y su mayor orgullo. Hace 11 años se unieron los 10 músicos huilenses que lo conforman, amantes de la tradición cultural y de las fiestas sampedrinas. Bajo la dirección de Rosalba Montilla Charry se propusieron rescatar el folclor de la región, ante la avalancha de los géneros foráneos. “El propósito es que lo nuestro permanezca porque el folclor huilense es muy rico. Queremos que los jóvenes de hoy canten lo más auténtico que tiene el Huila: las rajaleñas”, manifestó la directora. Rajaleñas prohibidos “En el Huila estamos clasificados como el grupo de las viejas guaches, groseras e indecentes, porque cantamos rajaleñas prohibidos, aunque nosotros sabemos cuándo interpretarlas. Hay gente que les gusta, pero hay otras que no resisten la grosería”, manifestó Rosalba Montilla. Sin embargo, aclara que el arte lo aprendieron del rajaleña tradicional. “Nos dieron la libertad de ser creativos e incluimos nuestro sello. Creamos un rajaleña con una ambientación diferente. Tenemos un recitado y un llamado a la juventud para que no se pierdan nuestras tradiciones.” “En un concurso de Neiva nos presentamos con una nueva propuesta picante, grosera, pero los jurados eran muy tradicionalistas y nos descalificaron. Dijeron que nuestra expresión no era rajaleñas.”, recordó la directora. “Nosotros tocamos el rajaleña fiestero, alegre y picante. Nació porque en nuestro trabajo con los niños y jóvenes vimos que les aburría el rajaleñas tradicional.  Decían que eso era sólo para viejitos. La razón es que el tradicional es lento y va en un tono menor, lo que invita a la tristeza, a la pasividad.” Instrumentos Los instrumentos que utiliza la agrupación folclórica son el triple requinto, que orienta el son; el tiple armónico, que es una herencia ancestral y se destaca por el sonido especial de sus 12 cuerdas; la guitarra y el bajo, una innovadora propuesta para que la música tome más cuerpo. La percusión la hacen con la tambora a ritmo machorrenco, que va en tres cuartas. Lo acompaña la marrana, un instrumento autóctono que gusta mucho por su sonoridad; y el chucho, instrumento elaborado en guadua con el interior de semillas del bejuco de achira. Aunque en el Huila el chucho es único, se asemeja con el guazá en el Pacífico. En la Costa Atlántica es metálico. Además está el ciempiés, un instrumento construido con 100 semillas cascabel, un árbol de la región utilizado desde la época indígena para las festividades. Los ancestros lo usaban en las manos y en los pies para acompañar el ritmo cuando danzaban. Suena también la esterilla, que es un instrumento que se soba y produce un sonido estridente, ruidoso y chillón. Es muy característico del Huila. Estructura Las rajaleñas tienen una estructura formada por la copla, el estribillo y la retahíla. Cada copla es de cuatro versos en octosílabos. La última silaba del segundo verso rima con la última silaba del cuarto verso. En el estribillo se repiten los dos últimos versos. Cuando se termina la copla viene una retahíla, que es un canto de versos enredados unos con otros. Existen varios tipos de rajaleñas: de doble sentido, picante, directo, crítica social, groseros, amorosos y los prohibidos. “Cuando en el país vivimos esa época de recia violencia y narcotráfico, incluimos en nuestras coplas el sentir popular. A mucha gente no le gustó, sobre todo a los políticos. Sin embargo, a la gente que sintió ese dolor le encantó”, recordó María Isabel Cuenca. Pasión Para la agrupación Cantar Popular, las rajaleñas son una expresión diferente y autóctona de las coplas que se cantan en el país. “Recopilan una cantidad de aspectos para mostrar al mundo quiénes somos los huilenses: personas humildes, trabajadoras, honestas, abiertas de corazón, sinceras y felices”, manifestaron. Para ellos, cantar las coplas huilenses no es un trabajo sino una gozadera. “Disfrutamos lo que hacemos. Es una emoción indescriptible. Somos felices cantándole a la gente, disfrutamos con sus risas y nuestro mayor pago es que les guste nuestra música. La felicidad es indescriptible cuando estamos en el escenario. Es un momento muy especial”, dijo Rosalba Montilla. La familia de los artistas también disfruta con su arte. “Ellos sienten nuestra felicidad cuando nos escuchan cantar. Los hijos continuarán la tradición. Incluso algunos hicieron parte del grupo, pero se alejaron por los estudios y las ocupaciones. Pero esto se lleva en la sangre, no se puede dejar”, aseguró María Isabel Cuenca, voz y guitarra. Recuadro: Tonadas del rajaleñas Las tonadas del rajaleñas cambian de acuerdo a las poblaciones del departamento. Lo que caracteriza a una tonada de otra es la melodía, las introducciones, los arreglos y los estribillos. La copla cambia totalmente de acuerdo con la tonada, así tenga la misma letra, porque la métrica es otra. Las tonadas huilenses son las de Peñas Blancas, Aipe, Fortalecillas, Teruel, La Plata, Campoalegre o los Baja Cocos y Santa María, que es la que interpreta Cantar Popular. En Palermo recopilaron todas las tonadas de la región y las fusionaron. Destacados: –         Retahíla: “Esta vida de casada me tiene aburrida y no aguanto más. Siempre lavando los platos, cuidando los niños y mercar. Ya no sé qué hacer. Quiero parrandear, con los compadritos en San Pedro y San Juan. Quiero bailar sanjuaneros, cantar rajaleñas y gozar. Y tocando la tambora, marrano y requinto pa’ imitar, a aquel Rumichaca que en el cielo está, tocando bambucos con San Pedro y San Juan. Tomando mistela, se van a embriagar, con El Taitapuro, Patasola y El Mohán. –         Rajaleña picaresca: “Con un hombre de 60, con un hombre de 60, yo con él nunca me acuesto. Porque tiene huevos güeros, porque tiene huevos güeros y su pajarito muerto. Ayayay, ayayay y su pajarito muerto”. –         Rajaleña grosera: “Mi comadre me decía, mi comadre me decía ya no aguanto a mi marido. Porque cuando está borracho, porque cuando está borracho pide culo el malparido. Ayayay, ayayay pide culo el malparido.” –         Rajaleña de doble sentido: “El trapiche que yo tengo, el trapiche que yo tengo, es mañoso y exigente. Con la caña que le meto, con la caña que le meto saco guarapo caliente. Ayayay, ayayay saco guarapo caliente.” –         Rajaleña de crítica social: “Los políticos de ahora, los políticos de ahora, ya no viven muy a gusto. Por los secuestros y bombas, por los secuestros y bombas andan cagados de susto. Ayayay, ayayay andan cagados de susto.” –         Rajaleña amorosa: “El zapatico me aprieta, el zapatico me aprieta, la media me da calor. El vecinito de enfrente, el vecinito de enfrente, me tiene loca de amor. Ayayay, ayayay, me tiene loca de amor”. –         Rajaleña directa: “Me gusta comerlo grande, me gusta comerlo grande, aunque soy mujer chiquita. Porque la cuca que tengo, porque la cuca que tengo, es grandota y sopladita. Ayayay, ayayay es grandota y sopladita.” El Grupo Folclórico Cantar Popular de Neiva lleva más de una década interpretando rajaleñas. Fotos Oficina de Prensa Gobernación del Huila. En importantes escenarios del país han exhibido el folclor huilense con un sello especial.

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