San Juan de Pasto celebró este lunes el Desfile Magno, la última jornada del Carnaval de Negros y Blancos, una fiesta pagana que mezcla elementos andinos, criollos y africanos, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
"Es un carnaval incluyente, disfrutan todos con todos, no hay distinción de clase y de raza", dijo a la AFP Adriana Jurado, encargada de comunicación del festival.
Esta tradición, que constituye la mayor celebración del Departamento de Nariño, en el sur del país, fronterizo con Ecuador, estuvo prohibida durante La Colonia, pero fue reinstaurada en 1834.
Desde muy temprano en la mañana, grupos de personas reservaron su lugar en las calles por donde pasaba el desfile de carrozas motorizadas, que culminó en la Plaza de Nariño, en el centro de la pequeña localidad de cerca de 300.000 personas, que recibe a miles a visitantes.
Al son la música andina, unas 20 comparsas desfilaron por las calles, encabezadas por la reina de la fiesta, que bailó en una carroza colorida vestida con un traje de fantasía.
Pese a la fina lluvia, miles de personas, cubiertas por ponchos de plástico, jugaron a lanzarse espuma y harina, al paso de los bailarines.
En honor a Ecuador, país invitado este año a la celebración, comparsas de hombres vestidos de diablos con ponchos coloridos bailaron al ritmo de los tambores y de instrumentos de viento, como la zampoña y la ocarina.
Algunos bailarines soportaron sobre su cabeza muñecos de más un metro de altura, que representaban a monstruos y animales salvajes.
La fiesta, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2009, también ha sumado elementos de las festividades católicas, por lo que incluye ofrendas a la Virgen de las Mercedes.