Santiago Andrés Bolívar Salazar es un joven huilense, que junto a 52 colombianos más, se encuentra en prisión en El Salvador hace aproximadamente un año. Este fue acusado de “posesión de bien ajeno y de colaborar con la Mara 18”. Desde Rivera, Huila, su madre Alejandra Salazar le pide al presidente Gustavo Petro que intervenga para lograr la libertad de su familiar.
María Alejandra Ruiz Mallungo X-@amperiodista
“Soy la mamá de Santiago Andrés Bolívar Salazar, un colombiano que se fue a buscar un sueño en El Salvador”, cuenta Alejandra Salazar sobre su hijo, quien luego de tres meses de permanencia en el país centroamericano, fue capturado por policías salvadoreños y posteriormente acusado del “delito de agrupaciones ilícitas con fines terroristas y en colaboración con la Mara 18” bajo el Régimen de Excepción decretado por el presidente de El Salvador Nayib Bukele.
La decisión
Santiago es el mayor de ocho hermanos, tiene 23 años de edad, estos últimos los cumplió mientras estaba en prisión. “La razón por la que él decidió irse es porque quería estudiar y de no poder hacerlo quería montar una barbería”, expresa con voz entrecortada Alejandra, pues, dice que su familia siempre se ha “movido en el mundo de la belleza”. Santiago además de ser el primer hijo, también sentía sobre él que “podría ser mi respaldo; y seguro lo es”.
Aunque Alejandra y sus hijos, son de la ciudad de Bogotá, su familia materna y paterna viven en el municipio de Rivera, Huila. Es por esa razón y por el costo más bajo de vida, que todos decidieron viajar e instalarse en el municipio verde de Colombia. “Pero Rivera, para un chico que solo prestó el servicio militar, que terminó el colegio y no estudió ninguna otra cosa, no ofrece verdaderas oportunidades laborales”, expresa Salazar.
En sus diferentes trabajos en Rivera, Santiago intentó ahorrar, pero “ganaba muy poco, entonces, era casi imposible que pudiera ahorrar para algún proyecto de vida”, situación que desencadenó en la decisión de migrar a otros países donde, en su ilusión, esperaba que las oportunidades laborales fueran mejores.
Con su voz temblorosa, la madre recuerda las últimas palabras que le dijo a Santiago, cuando este le manifestó su interés por migrar a Centroamérica, a pesar de que le generaba ‘mucho miedo’: “no te preocupes, arranca, que lo peor que puede pasar es que no te guste y te devuelvas”, expresión de la que ahora se arrepiente.
El calvario
El 7 de diciembre del año 2022, Santiago Andrés Bolívar Salazar, salió del municipio de Rivera, en un bus que lo llevaría directo a Bogotá. El avión que abordó en el Aeropuerto Internacional El Dorado, lo llevó hasta Guatemala, “estando allí escuchó de los grandes beneficios y las cosas maravillosas que podían existir en El Salvador”. Impresionado por toda esta “propaganda” se trasladó a El Salvador.
“No pasaron tres meses de estar allí, cuando el 22 de mayo de 2023, es capturado por la Policía de ese país mientras desayunaba en un puesto callejero, conocido coloquialmente como Popusería”, narra la madre, quien intenta no llorar. El arresto se hizo, justo cuando Santiago recibía el cambio por el pago de la comida, lo que tomaron las autoridades como si fuera el pago de una extorsión.
El policía le pide el pasaporte, “él tenía una situación migratoria vigente”. A pesar de que Bolívar argumentó que sí era quién aparecía en los papeles, el agente hizo caso omiso a su respuesta y se lo llevó a la estación de policía o ‘bartolina’ como se conocen en El Salvador.
Estando en la ‘bartolina’ le piden sus pertenencias, acto seguido, el joven entrega su celular; el agente le exige el recibo del mismo, pero Santiago responde que “es imposible que yo le muestre la factura del teléfono celular, porque es un teléfono que yo adquirí en Colombia del cual ya ni siquiera existe la factura, porque es viejito”.
“No pasaron tres meses de estar allí, cuando el 22 de mayo de 2023, es capturado por la Policía de ese país mientras desayunaba en un puesto callejero”
Horas más tarde a Santiago le notifican que será investigado “por posesión de bien ajeno, porque no había podido demostrar que el teléfono celular era de él al no tener la factura”.
“Ahí estuvo hasta que se presentó una abogada y le dijeron que le pondrían un abogado defensor del Estado”. El 24 de mayo, la abogada le notifica que lo atenderían en audiencia especial, el 8 de junio del 2023. Durante esta comparecencia, el juez le decretó medida de aseguramiento, ya que, según este, el joven colaboraba con la Mara 18, y se tomarían 6 meses para hacer la investigación.
El 8 de diciembre del 2023, tendría que haber ya resultados sobre la fase de investigación, “sin embargo, lo único que yo he recibido son notificaciones que me dicen que la audiencia del 8 de diciembre no sería posible porque todo el personal había salido a vacaciones y no habría audiencias”. Esta audiencia especial fue re-agendada para el 8 de junio del 2024.
‘Muchas limitantes’
Alejandra Salazar asegura que desde ese 22 de mayo del 2023 hasta ahora no ha tenido ningún tipo de comunicación con su hijo. Ha tocado las puertas de la Embajada de Colombia en El Salvador; “fui atendida por el Consulado Colombiano, de manera muy diligente, gente muy querida, colombianos finalmente, pero con muchas cosas limitantes porque, por supuesto, prima el bien interno del país donde se encuentran. Ha sido muy poco lo que se ha podido hacer de manera diplomática y lo digo porque hemos agotado todos los recursos”.
La zozobra de Alejandra lo comparte con otras 53 familias colombianas, las cuales ha contactado a través de la página de Facebook ‘Libertad para los colombianos’, donde las historias de los jóvenes que se encuentran en prisión en El Salvador, son muy similares a la que narra Alejandra sobre su hijo.
Actualmente estas familias están en un proceso de instaurar una acción frente a la ONU, para “demostrar que los Derechos Humanos de las personas en El Salvador son violentados”.
Alejandra Salazar escribió una carta al presidente de Colombia Gustavo Petro, narrándole su tragedia y pidiendo la mediación ante Bukele.
Carta al presidente Gustavo Petro, de una madre que sueña con volver a abrazar a su hijo
Reciba un cordial saludo de parte de una madre con el corazón roto y la esperanza aún puesta en usted cómo mandatario de mi amado país, Colombia.
Soy una de las más de 53 familias colombianas que sufre y llora por el dolor, pero no lo hacemos en silencio, somos nosotras quienes hemos salido a las calles de la ciudad de Bogotá a manifestar nuestro dolor y a gritar el nombre de nuestros hijos pidiendo libertad, justicia y verdad. Por tener a nuestros hijos presos o en la problemática de un país hermano, pero a kilómetros de aquí, para ser exacta en El Salvadoer agradezco infinitamente a las entidades que usted facultó para ayudar y tomar acciones con los connacionales (cancillería, embajada y consulado de Colombia, mil y mil gracias) solo para que usted sepa todos los trámites burocráticos y diplomáticos ya los agotamos, hasta las acciones de hecho como las anteriores mencionadas.
Por eso hoy me dirijo a usted solo con el fin de escribirle al hijo, padre, esposo, hermano que usted muy seguramente es, para apelar a su lado bueno y que en uso de sus facultades cómo mandatario intervenga de manera humanitaria y directa por nosotros, esto no es más que un grito de auxilio por la verdad, la justicia y la vida de los colombianos en prisión y los desaparecidos en El Salvador.
Hoy decido ser la voz de Jackson Alexis Arias Pérez desaparecido y asesinado y de Santiago Andrés Bolívar Salazar (mi hijo) preso injustamente en una Cárcel de Bukele. Pero él no está solo en ese infierno, con él hay más de 100 colombianos en prisión y todos juntos solo esperamos que sin importar las diferencias que haya entre los dos Estados, usted se ponga la mano en el corazón y se apiade de la situación de sus connacionales en el vecino país.
Me despido, no sin antes decirle que esto es una súplica de madres, hermanas y esposas por la libertad de inocentes, tan colombianos como usted.
FIRMA: Kely Alejandra Salazar