Desde cuando tuve uso de razón, he procurado diferenciar lo propio de lo ajeno, y lo público de lo privado. Mi accionar político, en el que comprometí la mayor parte de mi existencia, se ha caracterizado por la promoción de iniciativas Culturales de proyección Comunitarias. Así, el 8 de Septiembre de 1962, en la edición No. 13 de EL DEBATE (segunda época), se publicó con perceptible despliegue editorial LA OPERACIÓN HUILA, que constituyó el manifiesto de la juventud huilense, en torno de la problemática regional. Se habló allí, supuestamente por primera vez, de “La creación de una Universidad que se compadezca de las realidades socio-económicas del medio”, y de “La creación de Normales Superiores que vengan a solucionar el problema de los maestros semi-analfabetos…”. Previa convocatoria, el 4 de Diciembre de 1962 en acto público, fue creada la Corporación Cultural José Eustasio Rivera, antecedente histórico, político y cultural de las Leyes 55/68 y 13/76, Normas básicas de la Universidad Surcolombiana. Más tarde se promovió la creación de la Fundación Jorge Eliécer Gaitán, y se gestionó su patrimonio inmobiliario y radial, como activo instrumento de Educación Comunitaria. Y después, en acto público, y previa convocatoria ciudadana, se creó la Fundación para la Enseñanza y Promoción de los Oficios y las Artes Tierra de Promisión, propietaria del antiguo Club del Comercio, y de un amplio lote ubicado en la Avenida Circunvalar, que ahora se anhela transferir al Municipio de Neiva o a la Universidad Surcolombiana, a condición de que en el referido Club, sea creada y funcione la Casa de la Cultura José Eustasio Rivera, e instalada la sede de la Fundación Tierra de Promisión, gestora de la Bienal de Novela José Eustasio Rivera (Art. 4 de la Ley 42/88, y Acuerdos 052/96 y 052/2009). ¿Por qué la Fundación Tierra de Promisión, decidió proceder de esta manera? Sencillamente, porque su identificado patrimonio inmobiliario, fue adquirido con recursos públicos. Y al proceder en la forma indicada, se está retornando a la Comunidad algo que, demostrablemente, a ella pertenece. Si la Fundación dispusiera de recursos propios, asumiría por sí misma, los costos que implica la creación, dotación y funcionamiento de La Casa de la Cultura. Ésa la razón por la cual, se recurre a la Universidad Surcolombiana, o al Municipio de Neiva, en los que, hasta ahora, se ha encontrado, perceptible receptividad institucional.