AMAURY MACHADO RUEDA/LN
Una dura lucha viene dando Jesús Antonio Gaitán Ibarra y su sobrino, Édgar Medina, por lograr que la Administración Municipal de Neiva le responda por la casa que le tumbó el año pasado y le compre la mejora a un valor justo.
El octogenario hombre, quien se gana el sustento diario con la venta de dulces, siempre vivió solo, así que no tiene familia propia. Hace unos 20 años se vino de Florencia, Caquetá, y se radicó en Neiva. Compró entonces una casa ubicada en la calle 25 No 3-38 en un sector del barrio Las Delicias, a orillas del río Las Ceibas, desconociendo la situación difícil que le esperaba más adelante.
Sentado sobre lo que hoy son escombros de aquella casa de 88 metros cuadrados, Chucho, como le dicen sus conocidos, recuerda que era de las pocas de ese sector que estaban construidas en bloque de cemento, tenía puertas y ventanas metálicas, piso en concreto de cemento y contaba con escritura pública y servicios públicos cuyas facturas pagaba al día, al igual que impuesto predial. Otras viviendas contiguas eran de tablas, plásticos o tejas de zinc.
EL DESALOJO
A principios del mes de diciembre de 2015, bajo el gobierno de Pedro Hernán Suarez, la Oficina de Restitución de Espacio Público lideró la iniciativa de recuperar la zona verde del asentamiento Las Delicias, y enfrentar además los problemas de expendios de estupefacientes y delincuencia que se había incrementado en el sector. Para tal fin les anunciaron a las familias que allí habitaban que tenían que irse, el desalojo sería inminente y habría una reubicación para ellas.
Según don Jesús, fue entonces cuando la Administración Municipal le ofreció por las mejoras de su casa la “irrisoria” suma de 7 millones 800 mil pesos, un precio que considera muy desfavorable para él. Pero con Chucho nunca lograron concertar, pues “no se lo pasaba en la casa sino rebuscándose lo del día”, comenta Édgar, quien le ayuda económicamente a su anciano tío cuando bien puede y le proporciona el almuerzo.
Luego de que Jesús Antonio, preocupado, le contó sobre las pretensiones de la Alcaldía, Édgar Medina de inmediato emprendió acciones para evitar que lo desalojaran. Interpuso una tutela, que salió con medida cautelar un día antes de que la Administración Municipal de Neiva fuera a tumbar las casas, obligando así a detener un primer intento de demoler la vivienda de su tío y de llevar a cabo el desalojo de todas las personas de este sector.
En el fallo de la tutela, un juez ordenó a la Alcaldía Municipal de Neiva y la Oficina de Restitución de Espacio Público, que “en el término de 48 horas contadas a partir de la notificación adelanten las diligencias necesarias para la inscripción de Jesús Antonio Gaitán en los programas de vivienda de interés social desarrollados en este municipio, bien con cargo a los recursos propios del Municipio o por medio de los programas implementados por el Gobierno Nacional, trámite que no podrá exceder de 20 días”.
Asimismo, ordenó a la Alcaldía que “desde la fecha en que se efectúe la restitución del espacio público y hasta que se entregue el plan de reubicación de vivienda de manera definitiva al accionante, en forma inmediata le otorgue a Jesús Antonio Gaitán una medida transitoria de reubicación temporal, ya sea por medio de un subsidio de arriendo, o por medio de los planes de reubicación temporal con los que cuente la Alcaldía Municipal de Neiva”.
Comenta Édgar que incluso hubo un incidente de desacato contra la Administración, por dejar vencer los plazos para acatar la orden judicial.
En el mes de febrero del 2016, la Alcaldía de Neiva finalmente hizo posible que varias familias asentadas en esa zona dejaran sus humildes viviendas de tabla y tejas de zinc, y las reubicó en Cuarto Centenario.
Una vez reubicadas estas personas, procedieron a tumbar aquellas casas levantadas en Las Delicias. Jesús Antonio fue entonces víctima de delincuentes que se aprovechaban de que su casa había quedado más expuesta al no tener viviendas colindantes y se le entraban para hurtarle sus pocas pertenencias. Desesperado por los continuos robos, finalmente en noviembre del año pasado se vio obligado a salir de su casa, conviniendo con la Oficina de Espacio Público un subsidio de arrendamiento.
“Acordaron en $200 mil y el abuelo dejó su casa, la cual fue tumbada”, manifiesta Édgar. Con ese dinero, Chucho paga ahora una pequeña habitación en el barrio José Eustasio Rivera, donde habita y tiene sus pocas cositas arrumadas.
“NO LO TUVIERON EN CUENTA”
Para Édgar Medina, es injusta la situación en la que la Administración Municipal de Neiva colocó a su tío Chucho, de dejarlo sin una vivienda donde poder pasar el resto de vida, sin reubicarlo, ni pagarle unas mejoras acordes.
Según afirma, en ese sector de Las Delicias sin embargo quedaron plantadas algunas familias que tienen su casas construidas en material de concreto, como la tenía su tío, las cuales no accedieron a irse, y ahora la Alcaldía les está comprando las mejoras a un mejor precio. Y para sorpresa de Jesús Antonio, a él no lo tuvieron en cuenta para comprarle también.
“Ahora hay otras familias que les van a dar por las mejoras 20, 31, hasta 35 millones de pesos, ese avalúo no se compara con el ofrecimiento que le estaban haciendo a mi tío en su momento, a él no lo tuvieron en cuenta ahora fue por haber colocado yo esa tutela. He recurrido a la Defensoría del Pueblo y he puesto en evidencia que no tuvo el mismo tratamiento que las demás personas”, comenta Édgar.
Y asegura que es pura desidia de la Administración Municipal el hecho de que aún no le hayan solucionado tal situación a su tío. “Si él llega a fallecer la deuda del gobierno quedaría saldada, es lo que han dicho. No le han solucionado nada, sabemos que no es posible que lo reubiquen porque él no cumple con los requisitos para que le den una vivienda subsidiada, como el de tener un núcleo familiar conformado, entonces que nos den la plata de la mejora y se soluciona”.
Piden que lo incluyan entre las familias que les van a comprar las mejoras, y que este valor sea de acuerdo a los más de 80 metros cuadrados con los que contaba la casa, y el material en que estaba construida.
Comenta Medina que en Las Delicias aún permanecen algunas familias que se negaron a irse sin que tampoco les resuelvan. “El secretario de Vivienda y una de sus colaboradoras dicen que esas personas no se han ido porque no han pagado el valor de las escrituras, pero eso es mentira, tengo copias de facturas que muestra que sí ya hicieron ese pago. Ellos se burlan de la gente. Dicen que no tienen plata para pagarle a la gente que están ahí y nunca les darán casa. Eso es paradójico cuando el alcalde ha dicho por medios de comunicación que hay 6.400 millones de pesos para ese proyecto”, asegura Édgar Medina, quien advirtió que recientemente colocó otra tutela, para que a Jesús Antonio le den igual trato que a las otras familias a las que les van a comprar las mejoras.
Mientras tanto, Jesús Antonio, con la sordera y la hernia inguinal que padece, sigue aguardando, apoyado en un perrero, por que la Administración local le reconozca en sus derechos.
TARDANZA
Su sobrino Édgar Medina reveló también que la Alcaldía de Neiva se tarda cada vez más en el cumplimiento del canon de arrendamiento de Jesús Antonio. “Es la fecha y no han pagado el canon de arrendamiento de este mes de agosto, que se cumple siempre a inicios de cada mes. Pasé hace un buen tiempo una carta diciéndole al alcalde que cada año todo sube, al igual que los arriendos, y ese acuerdo fue del año pasado, y me respondió que eso estaba en estudio, y ya estamos en agosto y nada que le aumentan”, dijo.
Hoy en día recibe de la Alcaldía un subsidio de arrendamiento, con el paga una pequeña pieza.
El anciano indica que su casa era de 88 metros cuadrados y estaba construida en concreto.
Édgar Medina denunció públicamente la situación de su tío Jesús Antonio.
El hombre de 81 años recorre los escombros de lo que hasta hace poco fue su morada.
El gobierno local no le responde ni con casa ni con plata de las mejoras.
Fotos: Sergio Reyes/suministradas