La capital del Huila atraviesa por una gran crisis en materia de seguridad vial. Y no debe haber discusión en ello. No solo las cifras de muertos y lesionados por cuenta de los múltiples percances viales que suceden en las calles de la ciudad lo corroboran, sino las permanentes infracciones a las normas de tránsito de las cuales todos los ciudadanos son testigos a diario.
En términos de estadísticas, el panorama es crítico. Durante el primer semestre de este año, hubo 37 muertes en accidentes de tránsito. Eso quiere decir que, en promedio, cada 30 días hubo 6 hogares que lloraron la partida de manera trágica de sus seres queridos. También se registraron en el mismo periodo 136 personas heridas como consecuencia de percances viales. Dicho en otras palabras, esta última cifra representa niños, jóvenes, hombres y mujeres con lesiones, mutilaciones o secuelas permanentes.
Y lo que se vive en las calles neivanas todo el mundo lo sabe: motociclistas a gran velocidad sin casco protector o con sobrecupo, irrespetando el semáforo en rojo o en contravía. Cada mañana, por ejemplo, se volvió costumbre ver en Neiva que padres de familia lleven dos, tres y hasta cuatro pequeños en sus motocicletas. También se volvieron ‘paisaje’ los denominados piques en la avenida Surabastos.
Sin desconocer que se han hecho algunos esfuerzos en los últimos meses para disciplinar a los motociclistas, la muerte de Isabella Cuéllar Ortíz, de 17 años de edad, quien conducía una motocicleta y fue embestida por otra que se desplazaba en contravía en el norte de la ciudad, es un golpe de realidad, evidenciando que aún falta muchísimo más.
Llegó la hora que el alcalde German Casagua y la secretaria de Movilidad, Edna Johana Cruz, lideren un gran plan dirigido a ejercer la autoridad y a erradicar cualquier asomo de permisividad con los infractores de las normas de tránsito. Cada estrategia que se incluya en este plan debe además garantizar resultados en el corto, mediano y largo plazo. Si no lo hacen, los muertos en las vías seguirán creciendo.
