Casi nadie lee en Latinoamérica

La frase del título la escuchamos en cualquier rincón del Continente, pero ¿qué tan cierta es? ¿Qué significa realmente ese “casi”? ¿Quién mide cuánto es suficiente para que algo quede en el limbo de la mediocridad? ¿Es un prejuicio o una realidad? Tal vez juntos podamos desafiar una idea que, como muchas en nuestra región, flota en la superficie, quedándose siempre a medias.

El “casi” no es inocente. Es un síntoma. En Latinoamérica, el “casi” ha evolucionado hasta convertirse en una forma de vida: un hábito que paraliza, que se convierte en una excusa para no terminar lo que empezamos. Vivimos en sociedades que se mueven entre acciones incompletas, donde todo parece estar a punto de lograrse, pero algo (siempre algo), queda inconcluso.

“Casi nadie lee” es solo una de nuestras tantas frases hechas. Pero el “casi” está en todas partes: casi todos respetan las normas de tránsito, excepto los que causan catástrofes. Casi todos cuidan el medio ambiente, excepto los que convierten al planeta en un basurero. Ese “casi” se ha convertido en el refugio de quienes prefieren evadir responsabilidades, y sus consecuencias nos alcanzan a todos.

En nuestra vida diaria, casi todos cumplimos los horarios hasta que hacemos esperar a alguien perjudicándolo. Criticamos al que está excedido de peso, pero casi siempre comemos cosas dañinas inventando que comer sano es costoso. Casi nadie se enferma, pero inventan pretextos para incumplir responsabilidades.

En nuestras calles, ¿cuántos motociclistas casi usan el casco? Lo llevan, sí, pero absurdamente lo cuelgan del codo para “cumplir”. Casi todos respetan los semáforos… pero solo si hay tráfico o un agente vigilando. Las bicicletas casi siempre circulan con precaución, hasta que invaden sin miramientos la vía de los carros y ocurren “suicidios”.

En nuestros hogares, casi todos reciclamos… pero seguimos comprando productos de plástico o mezclando todo en una sola bolsa “igual, el camión de la basura no separa”. En los parques, casi todos recogemos los desechos de nuestras mascotas, pero solo si alguien está mirando.

Casi todos los buses contaminan, pero son los únicos que circulan impunes en los ambientalistas días sin carro. Casi todos usan el celular al volante. Casi todos gritan sus ideas sin escuchar al otro. El “casi” nos carcome. Se refleja en nuestro casi sentido de pertenencia, en nuestra falta de impacto como región en el planeta.

Sin embargo, hoy, al menos vos no formás parte de ese “casi” al estar leyendo esto y estás reflexionando. Quizá este sea el primer paso para romper el círculo vicioso del “casi”. El diccionario dice que es “Poco menos de, aproximadamente, por poco” y para cambiar una sociedad siempre es clave comenzar a cambiar una idea con acciones.

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