Castración química

Con cierta regularidad, al son de aberrantes crímenes como el ocurrido la semana pasada en Bogotá con Rosa Elvira Cely, la sociedad se pregunta y discute cuáles son las medidas adecuadas para tratar a quienes, desviados de la sociedad y de las conductas civilizadas, cometen este tipo de brutales agresiones y, al ser descubiertos y capturados, suelen no mostrar mayor arrepentimiento ni manifestación ninguna de querer modificar su conducta. Con cierta regularidad, al son de aberrantes crímenes como el ocurrido la semana pasada en Bogotá con Rosa Elvira Cely, la sociedad se pregunta y discute cuáles son las medidas adecuadas para tratar a quienes, desviados de la sociedad y de las conductas civilizadas, cometen este tipo de brutales agresiones y, al ser descubiertos y capturados, suelen no mostrar mayor arrepentimiento ni manifestación ninguna de querer modificar su conducta. Con la misma periodicidad los legisladores plantean alternativas que buscan el ideal equilibrio de castigar adecuadamente a los responsables y, por el otro lado, preservar la vigencia de los Derechos Humanos de los incriminados, asunto éste que muchos sectores de la sociedad quisieran no ver reflejado en este tipo de delincuentes. Así ha surgido ahora, por boca de quien será el nuevo presidente del Senado, Roy Barreras, quien ha puesto sobre la mesa la idea de discutir de nuevo la posible castración química contra los violadores, en tanto que otros sugieren revivir el proyecto – hundido por el mismo Congreso pese a que llevaba el respaldo de millones de firmas – de la cadena perpetua para violadores y asesinos de niños. Si bien en muchas regiones del mundo esta pena no existe, en sesenta países aún no solo se aplica sino que también sostienen la pena de muerte, incluyendo a uno de los más activos, Estados Unidos, aunque no en todos los estados. No es una fácil discusión, generalmente atravesada por hechos coyunturales, y e ahí uno de los mayores obstáculos reales, y es que parte de nuestro Código Penal se modifica con regularidad al calor de crímenes de impacto, en medio de la indignación y no producto de sosegadas y racionales discusiones que miren el panorama general, las consecuencias y alternativas, y no se fijen en el calor momentáneo de la ira por hechos particulares. Un elemento sustancial de los alegatos es la vigencia de los Derechos Humanos aún para los más abominables criminales que, en medio de sus prácticas de horror, siguen siendo seres humanos. Lo que muchos defienden es que la sociedad, en su conjunto, no puede caer equiparándose al delincuente y someterlo a procedimientos similares a su conducta, es decir aplicar la ley del Talión del ojo por ojo y diente por diente, puesto que ello reduce a la civilización y la retorna a épocas prehistóricas en donde el Derecho no existía, y la puede conducir inexorablemente al caos y la anarquía penal. Por supuesto que tales ideas usualmente no son de recibo para las familias de las víctimas, y siempre se planteará cómo asumir esos crímenes cuando sea uno o sus parientes quienes los padezcan, pero ese es justamente el punto de racionalidad que debe quedarle a la humanidad para enfrentar a los sádicos. De cualquier manera, medidas sanitarias como la castración parecieran, de entrada, no vulnerar de fondo al delincuente y, al contrario, proporcionarle una solución a situaciones que muchas veces son producto de desviaciones mentales incontenibles por otras vías. DESTACADO “De cualquier manera, medidas sanitarias como la castración parecieran, de entrada, no vulnerar de fondo al delincuente y, al contrario, proporcionarle una solución” EDITORIALITO Pese a los cuestionamientos formulados durante el concurso, el médico Jesús Antonio Castro asumió ayer la gerencia del Hospital Universitario de Neiva. El galeno tendrá que demostrar gestión para posicionar a la institución y desvirtuar con transparencia las inquietudes de muchos con quienes concursó.