Tras la medalla de bronce del Mundial de Daegu-2011 y la plata olímpica de los Juegos Olímpicos de Londres-2012, la colombiana Caterine Ibargüen añadió este jueves a su colección de medallas la que más deseaba, un oro con sabor a historia por ser el primero de su país.
Llegaba como una de las candidatas al título, para el único metal que le faltaba en una gran cita, y el sueño se hizo realidad en una competencia perfecta de la antioqueña, que se colocó arriba en la tabla de resultados desde su segundo intento, cuando consiguió el 14,85 que le permitió ganar.
"Para mí, superarme a mí misma es lo primero. Si se viene la medalla, que así sea, pero no pienso en eso", había dicho el martes justo después de clasificarse sin ningún problema para la final, manteniendo la concentración.
Desde su eclosión en la élite, Ibargüen ha dado muestras de una gran capacidad para mantener la calma antes de una gran competición, a pesar de que admite que en los momentos clave hay nervios y algo de ansiedad.
En las últimas tres temporadas, la saltadora antioqueña ha demostrado una gran regularidad para mantenerse en la élite, como una de las mejores del triple salto, una disciplina a la que llegó de rebote, después de haberla desechado inicialmente por otras.
El salto de altura fue inicialmente la prueba donde intentó destacar, aunque sus resultados nunca fueron espectaculares y su mejor marca ahí fue el 1,93 que superó en Cali en julio de 2005.
En grandes citas, había caído en las clasificaciones de los Juegos Olímpicos de Atenas-2004 y de los Mundiales de Helsinki-2005 y Berlín-2009, hasta que su entrenador y mentor cubano, Ubaldo Duany, tomó una decisión que cambiaría la vida de ambos: pasar al triple salto.
"Yo soy un instrumento suyo", admitió Ibargüen el martes en Moscú, señalando que tenía total confianza en sus consejos y en los análisis de los "retoques" que debía realizar en su técnica de cara a la final.
Duany, un exatleta de salto en largo que llego en 1986 a 8,32 metros, tuvo incluso que insistir por las resistencias previas de su pupila, que terminó aceptando y los resultados no se hicieron esperar.
Su primer gran éxito fue el Iberoamericano de San Fernando (España) en 2010 y en 2011 ya consiguió un impresionante 14,99 metros, su actual mejor marca personal, en la altura de Bogotá.
Desde entonces no ha conseguido superarla y llegar a los ansiados 15 metros, pero se ha mantenido en unas marcas regulares que le han permitido estar en el podio en sus últimas grandes competencias.
Para su bronce de Daegu llegó a 14,84 metros y unos meses después, en los Juegos Panamericanos de Guadalajara alcanzó 14,92 metros para lograr el oro. La plata de Londres-2012 se consiguió con 14,80 metros.
Hasta el Mundial de Daegu, el atletismo colombiano sólo tenía una reina, Ximena Restrepo, bronce en los 400 metros en los Juegos Olímpicos de Barcelona-1992, pero ya en ese 2011 hizo historia junto al marchador Luis Fernando López al conseguir, con dos bronces, las primeras medallas colombianas en un Mundial de atletismo.
Con su histórico oro de este jueves, el palmarés de Ibargüen sigue ampliándose y en su impresionante colección sólo queda un gran sueño por cumplir: conseguir el metal dorado en Rio-2016, en los Juegos Olímpicos más especiales para Sudamérica.
AFP