En un discurso muy corto, pero emotivo e importante; el Papa le pidió a todos que no se olvidaran de los más pobres y necesitados, que siempre los escucharan y los ayudaran a salir a adelante. Dijo este jueves al llegar a la Casa de Nariño que quiso estar en el país para decirles a los colombianos que no están solos y que son muchos los que quieren acompañarlos en el paso hacia la reconciliación.
El Pontífice, que aterrizó la víspera en Bogotá, llegó a las 9:00 am al palacio presidencial, donde fue recibido por el Presidente Juan Manuel Santos. ‘Es mucho el tiempo pasado en el odio y la venganza… La soledad de estar siempre enfrentados ya se cuenta por décadas y huele a cien años; no queremos que cualquier tipo de violencia restrinja o anule ni una vida más. Y quise venir hasta aquí para decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso’, afirmó el Papa argentino.
Señaló que ‘este viaje quiere ser un aliciente’ para los colombianos, ‘un aporte que en algo allane el camino hacia la reconciliación y la paz’. El Papa valoró ‘los esfuerzos que se hacen, a lo largo de las últimas décadas, para poner fin a la violencia armada y encontrar caminos de reconciliación’ e indicó que ‘en el último año ciertamente se ha avanzado de modo particular’.
Declaró que ‘los pasos dados hacen crecer la esperanza, en la convicción de que la búsqueda de la paz es un trabajo siempre abierto’ y pidió ‘no decaer en el esfuerzo por construir la unidad de la nación y, a pesar de los obstáculos, diferencias y distintos enfoques sobre la manera de lograr la convivencia pacífica, persistir en la lucha para favorecer la cultura del encuentro’.
En su saludo al Gobierno, el Papa le agradeció al Mandatario ‘su amable invitación a visitar esta Nación en un momento particularmente importante de su historia’. Dijo que llega siguiendo la huella de sus predecesores, el beato Pablo VI y san Juan Pablo II, que estuvieron en Colombia.
Subrayó que solo con fe y esperanza ‘se pueden superar las numerosas dificultades del camino y construir un País que sea Patria y casa para todos los colombianos’. Destacó que ‘Colombia es una Nación bendecida de muchísimas maneras; la naturaleza pródiga no sólo permite la admiración por su belleza, sino que también invita a un cuidadoso respeto por su biodiversidad’.
‘Colombia es el segundo País del mundo en biodiversidad y, al recorrerlo, se puede gustar y ver qué bueno ha sido el Señor (…) Igual de exuberante es su cultura; y lo más importante, Colombia es rica por la calidad humana de sus gentes, hombres y mujeres de espíritu acogedor y bondadoso; personas con tesón y valentía para sobreponerse a los obstáculos’, manifestó el Pontífice.
Francisco invitó a los líderes colombianos ‘a poner la mirada en todos aquellos que hoy son excluidos y marginados por la sociedad, aquellos que no cuentan para la mayoría y son postergados y arrinconados’.
Subrayó que una sociedad ‘no se hace sólo con algunos de «pura sangre», sino con todos. Y aquí radica la grandeza y belleza de un País, en que todos tienen cabida’. Más adelante se refirió al ‘respeto sagrado a la vida humana, sobre todo la más débil e indefensa’, y a ‘la importancia social de la familia’.
‘Y, por favor, les pido que escuchen a los pobres, a los que sufren. Mírenlos a los ojos y déjense interrogar en todo momento por sus rostros surcados de dolor y sus manos suplicantes. En ellos se aprenden verdaderas lecciones de vida, de humanidad, de dignidad. Porque ellos, que entre cadenas gimen, sí que comprenden las palabras del que murió en la cruz’, expresó, citando estrofas del Himno Nacional.
Francisco dijo que los colombianos ‘tienen delante de sí una hermosa y noble misión, que es al mismo tiempo una difícil tarea’. A renglón seguido citó las palabras de Gabriel García Márquez al recibir en 1982 el Premio Nobel de Literatura en Estocolmo:
‘Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera».
‘Es posible entonces una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra’.
‘Están presentes en mis oraciones. Rezo por ustedes, por el presente y por el futuro de Colombia’, concluyó el sucesor de Pedro.