Francisco José García Lara
En Colombia la historia nos ha mostrado el fracaso de ciertas estrategias, pero insistimos en continuar usándolas, tal como ha sucedido con la desmovilización de las FARC y la erradicación de cultivos ilícitos.
En lo primero tenemos antecedentes desde los años cincuenta, cuando se desmovilizaron las denominadas guerrillas liberales, se les incumplió con lo pactado y fueron asesinados sus principales líderes. El gobierno finalmente descargó su poder sobre la entonces incipiente guerrilla en la operación Marquetalia, lo cual en lugar de eliminar el grupo subversivo lo que hizo fue fortalecerlo.
Luego hubo intentos de proceso de paz y amnistías, algunos exitosos como el del M-19, que permitió que sus miembros se reintegraran a la vida civil, incluso ocupando altos cargos públicos. De este proceso debemos recordar que Carlos Pizarro fue asesinado, pero el proceso de paz continuó.
Sobre los cultivos ilícitos hemos recorrido un extenso camino, desde la erradicación con glifosato que de poco sirvió, hasta los múltiples intentos de acabar con los cultivos de manera manual, que tampoco ha demostrado ser la mejor táctica. Todo esto sin considerar que la mayoría de los campesinos que cultivan coca lo hacen porque no tienen otra alternativa para sobrevivir, es decir, que nos hemos empeñado en desaparecer los cultivos a la brava o mediante programas parciales, pero sin mayores esfuerzos por darles alternativas de subsistencia a quienes los cultivan.
Vivimos un momento histórico, la guerrilla de las FARC se desmovilizó, entregó sus armas y sus miembros hacen tránsito a la reintegración a la sociedad, pero el gobierno no ha cumplido a cabalidad con sus compromisos. Paralelamente presentamos severas dificultades con los cultivos ilícitos, los cuales son el combustible principal de los grupos al margen de la ley, demostrando que contrario a lo que afirmó Einstein, queremos seguir haciendo lo mismo, pero esperando resultados diferentes.
Lo peligroso del asunto es que en las próximas elecciones hay un riesgo cierto de elegir como presidente a un representante de la ultra derecha, quien muy seguramente no dudará en desconocer los acuerdos suscritos con las FARC, perseguir a sus líderes, echar abajo lo que se ha conseguido con el ELN, y volverá a utilizar algún herbicida para eliminar los cultivos ilícitos, sin recurrir a ningún plan complementario.
Así estamos en Colombia, empeñados en desconocer lo que nos ha enseñado la historia, hemos logrado avances buscando vivir en paz, pero hacemos ingentes esfuerzos por echar al traste lo que se ha construido, no es cosa de locos, es que somos demasiado sinvergüenzas.