No es nada bueno el momento que está pasando la Policía Nacional, criticada en diversos escenarios por sus actuaciones desbordadas en algunos acontecimientos de mayor tensión que hemos tenido en los recientes meses en el país. Con mucha razón el general Óscar Naranjo, ex director nacional de la institución, expresó en una reciente columna editorial que a los cuerpos de policía los persiguen cuatro monstruos que es necesario contener. “La amenaza de la corrupción, el uso excesivo de la fuerza o brutalidad policial, la falta de efectividad y la insolidaridad son fenómenos que destruyen la confianza ciudadana y estimulan el delito”.
El Esmad, aquel cuerpo de fuerza y choque creado justamente para la contención de multitudes, ha recibido numerosas críticas por su comportamiento en la represión de los campesinos manifestantes en el Huila, Caquetá y Boyacá especialmente, y ya reposan formales denuncias contra sus hombres en varios casos, al igual que las tareas cumplidas frente a estudiantes en Bogotá, aunque en este último también es pertinente señalar la presencia de verdaderos vándalos que se infiltran con fines violentos en tales grupos. Igualmente se plantean críticas por la reciente actuación de la Policía Metropolitana de Bogotá en los hechos del bar ilegal en la zona de Restrepo, que concluyeron con la muerte de seis personas.
Y aquí en Neiva, el reciente caso del pensionado – paradoja – de la misma institución que termina muerto en confusos hechos durante un allanamiento.
Todo ello, y otros casos más, han minado la confianza de la ciudadanía en su policía, un cuerpo civil armado cuya tarea primordial es la de garantizar la seguridad y tranquilidad en las áreas urbanas del país, y constituirse en una institución que promueva la tolerancia y la sana convivencia.
Pero es malo el momento. Y gran reto el que tiene el nuevo director, general Rodolfo Palomino, para salir de esta enojosa situación y recuperar la confianza de los colombianos. Los casos presentados, sin duda, pueden generar incertidumbre, pero deben revisarse los procedimientos, ajustados al manual de convivencia que enruta a la Policía Nacional por el camino de la eficiencia, la transparencia y el buen uso de la fuerza.
La Policía, como ente y cuerpo histórico del país, merece en todo caso nuestro respaldo y respeto, pero ello no es óbice para que sus cabezas no tomen correctivos drásticos y la acerquen de nuevo a todos los colombianos.
“La lección aprendida en la Policía indica que tomar la iniciativa para denunciar públicamente a sus compañeros deshonestos, lejos de afectar su imagen, fortalece los niveles de credibilidad”, expresó el general Naranjo.
“Al manual de convivencia que enruta a la Policía Nacional por el camino de la eficiencia, la transparencia y el buen uso de la fuerza.”
EDITORIALITO
Muy bien que Satena esté pensando en serio en restablecer los vuelos a Pitalito, como lo hizo hace muchos años. Las operaciones aéreas, es otro estímulo para el sur, pero especialmente para San Agustín, el mejor destino turístico. Un admirable esfuerzo de las autoridades laboyanas y su clase dirigente.