Con entendible expectativa y asombro en algunos casos se ha recibido la intempestiva visita de una comisión del Congreso de la República de Colombia a la capital cubana, La Habana, para dialogar con los voceros de las Farc que han estado negociando con el Gobierno Nacional. Con entendible expectativa y asombro en algunos casos se ha recibido la intempestiva visita de una comisión del Congreso de la República de Colombia a la capital cubana, La Habana, para dialogar con los voceros de las Farc que han estado negociando con el Gobierno Nacional. De manera lacónica, y ya descubierto el periplo que se estaba manejando con mucho sigilo, el Gobierno se limitó a decir que se trata de una delegación compuesta por el Presidente del Senado y miembros del Congreso de la República que han trabajado en los temas de paz, tierras y víctimas, para sostener reuniones en el marco de la Mesa de Conversaciones. Y ni el Ejecutivo ni el Legislativo ni las Farc han dicho cuál podría ser el alcance de esta visita y estas conversaciones imprevistas, por lo cual se abre un enorme campo de especulaciones alrededor. En todo caso se trata de una arriesgada decisión de los legisladores, que por razones constitucionales y legales no tendrían ningún tipo de participación directa en unas discusiones encaminadas al final del conflicto puesto que tal potestad es de uso exclusivo del Ejecutivo en cabeza del Presidente de la República, amén de que ninguno de los delegados parlamentarios puede comprometer algo más que su propia palabra tratándose de una corporación plural a la que, con toda seguridad, llegarán temas que se hayan acordado entre las partes de la Mesa de Conversaciones, asuntos que estarán sujetos a todo tipo de discusiones y debates al interior del Congreso. Lo poco que se ha filtrado se refiere básicamente a que entre los delegados legisladores y las Farc no existe agenda establecida para el desarrollo del intercambio, como lo dijo la misma guerrilla en su único comentario, pero sí la disposición plena para abordar cualquier temática cuya discusión pueda contribuir al fortalecimiento del proceso de diálogos por la paz que se desarrolla en La Habana. Pero más allá de eso es inevitable que el viaje reservado de los congresistas ha encendido las alarmas de los sectores enemigos a las conversaciones de paz, quienes alertan acerca de la supuesta impunidad total que se estaría fraguando en La Habana para permitirles a los guerrilleros su reinserción a la vida civil y dejarles puertas abiertas para que puedan lograr curules en el Senado y la Cámara de Representantes, lo cual no debería generar mayor escándalo si lo que justamente se está tratando es de acordar las condiciones para una paz duradera. Y esa expectativa pasa primero por la dejación de armas y desmovilización de los subversivos, que es su aporte inicial, y luego sí el espacio civil suficiente para que los postulados políticos que han enarbolado desde Marquetalia tengan opción de convertirse en realidad legal. El viaje de los congresistas a Cuba, vista así, no debería llamar a un escándalo mayor ni provocar precauciones distintas a aquellas que prevé nuestro ordenamiento jurídico. Todo lo que sea en aras de la reconciliación nacional, sin concesiones exageradas, bienvenido. “El viaje de los congresistas a Cuba, vista así, no debería llamar a un escándalo mayor ni provocar precauciones distintas a aquellas que prevé nuestro ordenamiento jurídico”. EDITORIALITO Sorpresivamente, falleció ayer en Pitalito Inés Claros de González, madre de congresista Consuelo González de Perdomo. A sus otros hijos Elsa Inés y Ramiro González Claros y demás familiares nuestras sinceras condolencias.