Sin haberse resuelto los paros del Catatumbo y el minero, el gobierno debe enfrentar un nuevo paro cafetero anunciado a partir del próximo 19 de agosto, al que podrían sumarse otros sectores. Todos ellos se quejan de incumplimientos del gobierno en las negociaciones de meses anteriores. La respuesta preferida de Santos y sus ministros es la represión (en Tibú ya hubo 4 muertos y decenas de heridos) y la descalificación de los movimientos a los que acusa de ilegitimidad, de estar infiltrados por la guerrilla, de ser politiqueros y de actuar por las vías de hecho, todo lo cual como preludio a la militarización de la protesta social. En los últimos días se sumo la acusación contra el senador de la oposición Jorge Enrique Robledo como conspirador e instigador de estos movimientos en un torpe intento por silenciar una de las pocas voces disidente en el congreso de la república.
Todos estos movimientos sociales están cuestionando el actual modelo de desarrollo del país en el que crece la pobreza y la desigualdad, mientras se acrecientan la riqueza y ganancias de un puñado de grandes monopolios nacionales y extranjeros. La pequeña minería y la minería artesanal es perseguida cuando a la gran minería trasnacional (la del petróleo, el carbón y el oro) se le dan todas las garantías para agotar nuestros recursos naturales no renovables, a cambio de unas regalías para el país que son de las bajas del mundo. El país firma tratados de libre comercio a diestra y siniestra, exponiendo a los productores rurales a la dura competencia de naciones donde la agricultura si goza de un gran apoyo estatal. Se quiere que todos los colombianos estén bancarizados, en un país donde se pagan los más altos intereses y costos por servicios financieros.
Un cambio de modelo que priorice el desarrollo social, la búsqueda de la equidad y que promueva una gran reforma agraria que compense el despojo y la violencia contra el campesino y le permita integrarse productivamente a la vida moderna dotándolo de tierras, crédito, asistencia técnica, sistemas de mercadeo, tecnologías de punta y estructuras organizacionales adecuadas tanto en el campo empresarial como gremial, es la mejor alternativa para frenar la ola de paros que sacude al país y abrirle un espacio político adecuado a las negociaciones de paz de La Habana. Este debe ser el verdadero y gran debate en las próximas elecciones para congreso y presidencia.