El escenario global está convulsionando por cuenta de trastornos políticos que ocurren en diferentes países. Razón por la cual, resulta pertinente traer a esta columna algunos de los elementos analizados por Marsh McLennan en su reporte de Riesgo político 2024.
Su importancia radica en que eventos políticos probablemente afecten de forma negativa las operaciones de las empresas, el valor de sus activos, y las condiciones bajo las cuales adquirieron sus pasivos.
Podemos intentar simplificar el escenario global en conflictos de todo tipo, entre los que se destacan la invasión de Rusia a Ucrania, la caída del tirano sirio Bashar al-Ásad, la lucha de Israel por sobrevivir, la doble tragedia de Sudán (hambruna y guerra civil), la crisis migratoria en la frontera México-Americana, la amenaza nuclear desde Pionyang contra Occidente, la tensión social y la inestabilidad política en Bangladesh, el hundimiento de estados fallidos en el caos como Haití o Afganistán, y dictaduras que continúan empobreciendo sus pueblos (Venezuela, Nicaragua y Cuba, entre otras).
Entonces, de acuerdo con Marsh, el incremento de la volatilidad es una característica de la economía internacional actualmente. Es fácil inferir que detrás de estos bruscos movimientos en la cotización de los activos a nivel global, está la incertidumbre en razón al desenlace que tendrán muchos de los conflictos referidos.
Por otro lado, la aseguradora destacó que en el último lustro se ha dado el auge de medidas de protección comercial a sectores productivos locales en diferentes países del mundo, que podrían calificarse de barreras al intercambio comercial.
Adicionalmente, Marsh subrayaba la contribución negativa que tiene la Inteligencia Artificial en la desinformación, la difusión de noticias falsas y el incremento de la violencia electoral en un año en el que, más del 40% de la población mundial elegiría nuevos gobernantes (Así suene inverosímil, eso incluía a Venezuela, aunque el mundo ya conozca el robo atroz del tirano de Caracas, apoyado por otros politicastros de la región).
Lo anterior, en un contexto económico global en el que todos los países, emergentes y desarrollados, sienten la presión de la deuda pública que dejó la atención de la pandemia del Covid-19 y en contravía de que algunos “ingenuos” insistan en que los yerros políticos no tienen precio económico.