El comentario de Elías
El discurso político, especialmente en campaña electoral, se compone de elogios y descalificaciones, tautologías sin contenidos esenciales, embrollos para envolver incautos y ganar elecciones. Cacareos de gallina culeca: escándalos por la intención de poner un huevo o por la postura de un huevo huero. Discurso comercial que sólo sirve para vender con alboroto un producto de poca credibilidad.
Lo utiliza Santos para destacar su mandato modesto. Mucha bullaranga por TLC sin carreteras, ni puertos, ni capacidad competitiva con mercados internacionales; por los ridículos cien kilómetros de doble calzada que sirve más a la vanidad de los opulentos y menos al desarrollo económico; por la intención de licitar nuevas carreteras para los TLC, costumbre de ensillar el burro sin burro. Algarabías fueron las viejas promesas a los damnificados en la costa que hoy continúan en la misma miseria en que los dejó las inundaciones. Mucho cacareo alegre sobre disminución de la pobreza donde sólo cambió el método clasificatorio, no el fenómeno social que se acentúa. Mucha batahola con cien mil viviendas gratis -ha construido la cuarta parte-para hacer campaña electoral. Bombo a las cinco locomotoras del desarrollo donde sólo marcha la minera haciendo estragos sociales y ambientales en todo el país. Muchos ruidos para aparentar transformaciones en un país cada vez más esclerosado y convulsivo.
Lo utiliza también la oposición, manía de señalar pajas en el ojo ajeno, pajas que se desprenden de su propio rabo. Célebres las bullarangas de Uribe, 89 trinos. Sus tres huevitos eran de gallina culeca. La seguridad democrática combatió a guerrilleros y premió a paramilitares, elevó el gasto militar y la corrupción castrense (Fondelibertad). La confianza inversionista devoró medio país, congeló impuestos a grandes empresas, benefició a sus hijos con zonas francas, produjo enormes beneficios a capitales extranjeros. La cohesión social fue asistencialismo populista con aspiraciones dictatoriales. Favoreció a opulentos y castigó a humildes. Recuérdese los corteros del Valle, los indígenas y también las E.P.S. y pirámides. Administración modesta y corrupta como las otras.
Hoy, ninguna credibilidad se le puede acordar sensatamente al ex-presidente. Su discurso es político. Participa de la misma moral: hacer escándalos para ocultar fracasos propios, descalificar los ajenos y vender por buena una pésima imagen. Discurso que certifica la política como profesión de astutos y embrolladores, de fiasco social y humano. Exige del ciudadano escuchar con atención porque: ‘Lo más escandaloso que tiene el escándalo es que uno se acostumbra a él’, según Simone de Beauvoir. Y nada es tan peligroso como una conciencia acostumbrada a lo peor.
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