La última vez que se escuchó su voz fue segundos antes de morir. Klery Maritza Vargas respondió una llamada de su teléfono celular mientras agonizaba en la vía Rivera- La Ulloa el viernes pasado a las 8:30 p.m. Era Andrés –nombre cambiado por petición de la fuente-. Hola, ¿qué tienes?, preguntó angustiado el chico. “Marica, marica, mucha sangre, me dieron un tiro en el pecho, me duele, estoy asustada, no puedo respirar, no sé qué hacer…”, decía la joven de 17 años atacada por los nervios.
Repetía lo mismo, no detenía sus palabras y alcanzó a narrar sus últimos segundos, mientras corría huyéndole a las balas: “Veo luces, estoy viendo doble, ayúdeme, vengan por mí”, dijo. Seguidamente su voz se fue apagando. Klery estaba muerta. Ya estaba escondida en un matorral a menos de un kilómetro del parque central del corregimiento de La Ulloa. Había corrido demasiado. Estaba sentada en una cerca de piedras sobre la carretera divisando a Neiva nocturna y tomando cerveza con Mariana Díaz, su mejor amiga, y tres amigos, cuando dos sujetos extraños se aparecieron sorpresivamente sobre su mirada.
Escasamente dijeron “quietos” y dispararon sin mediar palabra. Se escucharon unos gritos, dijo un poblador de la zona, quien pidió omitir su identidad. Después del tiro de escopeta tipo guacharaca, que dejó gravemente a Klery, todos se dispersaron en cuestión de segundos. Mariana corrió hacía el automóvil en el que pretendían llegar hasta Las Termales de Rivera y que permanecía detenido, y logró, escondida, esfumársele a las balas.
Uno de los tres hombres que iban en el carro intentó hacer lo mismo, pero una bala alcanzó uno de sus hombros y se recupera en el Hospital Hernando Moncaleano de Neiva (versión tomada en el lugar de los hechos). La hermana de Klery, de 11 años, y quien también estaba en el sitio, corrió hacia otro lado. Los otros dos hombres supieron sortear el peligro y esquivaron las balas en medio de la noche.
Cuántos iban
En total tres mujeres y tres hombres estaban en el lugar (extrañamente de los jóvenes poco se conoce y la familia de la difunta dice desconocer su procedencia). “Marica espéreme, espéreme, no me deje sola”, escuchó un habitante de la zona desde su casa, pero no prestó mayor atención. Estaba oscuro y después del disparo, pensó que no ocurría nada bueno. Era la voz de una mujer que pedía auxilio, recuerda. Seguramente era Klery por la carretera, cree.
Los hombres armados se perdieron, Mariana logró pedir ayuda y fue auxiliada por un motociclista que la trasladó hasta Neiva, según versiones de personas que llegaron hasta el sitio de los hechos. Dio aviso a la familia y regresó al lugar de conmovida por lo ocurrido. Ya estaba la Sijín de la Policía, quien había encontrado el cadáver de Vargas gracias a las luces que encendió en el lugar el Cuerpo de Bomberos de Rivera. Estaba postrada en la maleza, muerta, quedó escondiéndosele a la carretera. A su lado, su teléfono celular. Los hombres no hurtaron nada.
Felices
Minutos atrás estaban felices. Iban para baño a Rivera, pero el grupo de amigos se detuvo en El Mirador, un sitio estratégico donde acuden decenas de turistas- en su mayoría jóvenes- a consumir licor, disfrutar del viento y observar las luces de Neiva en medio de la oscuridad. Allí estaba Klery con sus amigos, a quienes la Policía busca indagar si tenían posiblemente enemigos o problemas pendientes.
La razón: según una de las hipótesis de la institución policial, el crimen habría ocurrido por un posible ajuste de cuentas. Y se cree, Klery- sin tener velas en ese entierro- corrió con la peor suerte, fue alcanzada por las balas y terminó muerta.
El homicidio es un rompecabezas poco claro hasta el cierre de la presente edición. De los ocupantes del carro- los tres hombres- se desconocen mayores detalles y nadie en el entierro mencionó información alguna, aunque se cree que en los próximos días estarían entregando una nueva declaración que despojaría las dudas e interrogantes.
Inicialmente se habló de un atraco, pero a medida que las horas pasan se va descartando. No les hurtaron ningún elemento. La Sijín sigue indagando para esclarecer el tema.
El coronel Miguel Moncaleano, comandante de la Policía Metropolitana de Neiva, dijo tres cosas este martes: se conformó un grupo de investigadores especiales para esclarecer el hecho, se ofrece una recompensa de hasta cinco millones de pesos para quien ofrezca pistas que permitan hallar a los responsables. Y la tercera: “Una de las hipótesis que maneja hasta el momento la Policía es de una persona allegada a la familia que tiene unos antecedentes judiciales y sería una venganza contra esta persona que salió hace poco tiempo de la cárcel”, informó el Coronel.
Ayer, en la Iglesia de Timanco, hasta donde llegó el ataúd de Klery, todo era un enigma. El templo estaba rebosado de amigos, familiares y curiosos que despedían a la joven. El misterio rondaba, se hablaba en voz y baja y se especulaba por lo ocurrido.
Perdonar
Adentro, el sacerdote decía que la violencia se había vuelto parte de nuestro vivir donde ni la vida se valoraba o respetaba; que la joven tenía mucho camino por recorrer; que la vida la entregó Dios para quererla y no arrebatársela a nadie. “Cuántas veces no valoramos la vida, la existencia de los demás…”, expresaba. Al tiempo pedía a la familia perdonar, así como lo hizo Dios en la cruz. Afuera, Holmes Vargas, padre de Klery permanecía sentado en una motocicleta atendiendo a la prensa y a amigos que le saludaban. ¿Usted cree que detrás del crimen se esconda un posible ajuste de cuentas?, le interroga LA NACIÓN al hombre. “Ella tenía muchos amigos, no he tenido tiempo de cogerlos y preguntarles a uno por uno lo ocurrido, espero que pase esto para averiguar bien…”, respondió.
En la iglesia estaba Mariana Díaz (estuvo en la noche del crimen), quien llegó hasta el altar, abrazó a Liseth Esterling (otra gran amiga de la difunta) y expresaron su propia despedida en una carta escrita a mano y que tiene en su poder LA NACIÓN: “Ella fue una mujer desinteresada, generosa, optimista, caprichosa, terca…sus risas, las locuras que hicimos juntas, sus chistes. Quiero que dónde estés nos cuides mi angelito”, dijeron en medio de escenas desgarradoras de llanto.
En el atrio, el ataúd era esperado por el ‘Clásico Chapala’ que encerró el cuerpo de Klery y la despidió como quería su familia: con mariachis.
“La boda de oro”, “Nadie es eterno en el mundo (Darío Gómez)”, “Mi niña bonita” y “Con la tierra encima (Charrito negro)”, se escucharon. “Hay que morir, para vivir, entre tus manos confío mi ser…”, “Adiós mijita a Dios, no volverán tus ojos a mirarme, ni tus oídos a escuchar mi canto”, entonaban.
Un desfile de vehículos y motocicletas terminaron en el Cementerio Central de Neiva. En una bóveda culminó el cuerpo de Klery. Antes, decenas de amigos la despidieron. No importó la ropa, la altura, no hubo temor a los demás muertos. Los cercanos a la joven se subieron a las bóvedas en busca de despedirla, verla por última vez así fuera en la distancia porque el tumulto lo impedía. La serenata se repitió en el campo santo. No hubo tiempo para rezos o responsos, sí para música, como a la joven le gustaba. Un aplauso fuerte y un llanto prolongado de los asistentes, informó a quienes no podían ver, que la joven alegre, sonriente, descomplicada, amiguera, era sepultada.
