Los dos países no podrían distar más el uno del otro. El primero es una isla tropical cuyo gobierno ha estado en cabeza de un régimen comunista por más de 50 años. El segundo, una nación multicultural del África Subsahariana de gran extensión, que ha sufrido enormes transformaciones sociales en los últimos 20 años.
La cuestión es que en este ejercicio Colombia también participa. Aquí las razones:
Desde que comenzó el proceso de paz en La Habana, el Presidente Santos ha intentado hacernos creer lo mucho que este se parece a los eventos que conllevaron al fin del apartheid en Sudáfrica, haciendo énfasis en episodios que para el son similares y que reafirma cuando dijera que su película favorita es Invictus (largometraje donde Morgan Freeman interpretando a Nelson Mandela, promueve un mundial de rugby, con el fin de unir a la nación sudafricana). No nos sorprenda entonces que por ello, la selección Colombia la haya querido convertir en nuestra selección de Rugby, y el tradicional tricolor de su uniforme, pasara al dominio del blanco -de la paz y la reconciliación-.
Lo que tal vez el Señor Presidente no advirtió es que dentro de su brillante ecuación de “similitudes” y estados de ánimo, recubierto de patriotismo y egolatría olvidara lo siguiente:
1) El Gobierno: Empecemos por lo obvio, Sudáfrica estuvo gobernada durante más de un siglo por una minoría blanca descendiente de colonos holandeses denominados “Afrikaners”, quienes instauraron una política de segregación racial conocida como Apartheid que dejaba sin derechos a los pobladores originales (predominantemente miembros de las etnias zulu y xhosa). Los blancos constituían a duras penas el 20 % de la población total de Sudáfrica mientras que los negros más del 60%. (el remanente lo constituían mestizos y sud-asiáticos)
En Colombia, aunque prejuicios raciales puedan llegar a verse, el país nunca ha negado su pasado y presente multiétnico y multicultural tanto así, que la Constitución Política de 1991 protege nuestro rico patrimonio cultural. No obstante que, al igual que en Sudáfrica hay una minoría (incluso más pequeña) que aunque no esté gobernando desde el palacio de Nariño, pareciera que lo estuviera haciendo desde las selvas y montañas de Colombia o lo que resulta más evidente, desde un país vecino.
2) La Comunidad Internacional: Esta, tal vez sea la diferencia más importante y fundamental entre Sudáfrica y Colombia.
Mientras que el régimen del Apartheid fue censurado de manera unánime por la comunidad internacional, aislando y vetando a la Sudáfrica segregada de casi todas las organizaciones mundiales de carácter político económico y deportivo, generando la presión necesaria para que los cambios positivos llegaran a producirse. Las FARC no solo continúan con cierta popularidad entre países cercanos sino que incluso, desde que empezaron los diálogos de La Habana su actividad propagandística se ha visto acrecentada haciéndose pasar por humildes hombres del campo que siembran hortalizas y se defienden con rudimentarias armas.
3) Los dirigentes: Ni guardando las debidas proporciones podríamos hallar similitudes entre Santos y Mandela. El primero, amañado en las costumbres políticas tradicionales, tomó por sorpresa a muchos con sus intenciones de Paz con la guerrilla, y desde entonces, ha mandado a tragar sapos a todo el mundo, mientras que en Cuba las cosas parecen ir en reversa. El segundo es uno de esos seres humanos que pocas veces se ven en la vida. Distinto a los demás dirigentes africanos de fama sanguinaria y dictatorial, Nelson Mandela, víctima del absurdo régimen segregacionista, supo guardar en su corazón durante las tres décadas que permaneció encarcelado, la Esperanza y el Perdón que le servirían para gobernar y unir a una nación que de otra forma estaba condenada al genocidio y el olvido. Claro está que el crédito no solo se lo lleva “Madiba” sino por sorprendente que parezca su contraparte “Afrikaner” el Presidente De Clerk, quien debido a la presión internacional pero sobre todo a un sentido de responsabilidad y reconciliación absoluta, supo dar el brazo a torcer para acabar con el Apartheid y al mismo tiempo trabajar de la mano con Mandela para unir al país del Arcoiris. ¿Parecido con Timochenko?, creo que la pregunta se responde sola.
Cuando pensamos entonces en el precedente Sud-Africano, no se logra entender cómo es que hay quienes piensan que la paz y la reconciliación se puede lograr en una isla donde en los últimos 50 años solo ha existido represión, dictadura y violación de los derechos de quienes piensan y opinan diferente al régimen gobernante.
He ahí, las pequeñas diferencias.
P.S: Aún estamos a la espera de que EMCOSALUD, autorice el soporte respiratorio necesario para que la señora Ruth Mira Cano Penagos pueda salir de la clínica y tenga así una mejor calidad de vida. Calidad de vida que se ha visto opacada por una compleja enfermedad denominada síndrome del Nilo occidental. Tal vez usted señor(a) lector(a) sepa cómo ayudar a esta querida maestra.