Cucamba & Rajaleñas

El rajaleña es tal vez de los pocos elementos que hace diferente la fiesta opita de otros festejos colombianos, sin desconocer que, en otras regiones igualmente se trabaja la copla, como sucede con la piquería en la región caribe, el contrapunteo en los llanos orientales, y la trova antioqueña. En el caso huilense, al ritmo se le saca jugo, en razón a la narrativa de acontecimientos cotidianos descritos con palabras de doble sentido, denominadas popularmente como coplas picarescas, de forma tal, que, al escucharlas o cantarlas causan risa, en ocasiones hacen sonrojar al audiente, sin rayar en la vulgaridad y sin palabras soeces.

En las rondas previas al festival folclórico el rajaleña es un actor de primera línea, y, casualmente participando  en una de ellas en el municipio de Palermo, me encontré con un grupo denominado “Cucamba Guagueña”, dos vocablos que llaman la atención, pero que por fortuna prontamente el Director de la agrupación presentó una magistral explicación, el guagueño surge del nombre que inicialmente llevaba el hoy municipio de Palermo, y la cucamba, hace referencia al conjunto de instrumentos musicales que se utilizan en la interpretación de un rajaleña, posteriormente me dio gusto ver como este grupo ganaba reconocimientos por la creatividad y calidad de sus piezas musicales.

Como olvidar a Luz Stella Luna, extraordinaria mujer, siempre dispuesta a enseñar, a colaborar con sus paisanos en su formación como rajaleñeros, sin lugar a duda su escuela ha sido una de las que más ha aportado a la sostenibilidad del ritmo tanto en su natal Aipe como en el norte del Huila. Siempre se destacó Luz Stella por su atuendo impecable, el infaltable sombrero de pindo, las trenzas, y el tabaco encendido, al que cariñosamente llamaba “pucho”, sin desconocer que logró posicionar su intenso grito sanjuanero en la mente y en corazón de quienes tuvimos la oportunidad de compartir con ellas las veladas culturales tanto en escenarios locales, como, nacionales, entre ellos, los escenarios culturales de Ibagué, y el Teatro Colon de Bogotá.

Con gran insistencia mis compañeros y amigos Nelson Álvarez y Juan Pablo Gil invitaban a conocer el rajaleña campoalegruno, en esa época un tanto desconocido, pues tenía como referencia a Luis Carlos Álvarez a quien cariñosamente y con respeto le llaman “el baja cocos”, pero la verdad, la velada realizada en la placita de Otás, fue bastante emocionante, muy buena música y descubrimiento del apreciado cantautor conocido popularmente como “hijo e lapo”, hoy toda una estrella del folclor huilense.

El retumbar de las tamboras de Peñas Blancas llegaba de la mano de don Ulises Charry, siempre con una copla a flor de labio, su extenso repertorio animaba la fiesta, incluidas las que jocosamente llamaba “rajaleña sin cremallera”, sin desconocer que su presencia era notoria en las fiestas reales de Fortalecillas y de Guacirco, lugares donde alternaba con los cantautores locales. Su legado se mantiene intacto además de Peñas Blancas, en Amborco y la Casa del Folclor, donde instituyó las famosas “Noches de San Juan”, como un evento donde se reúne lo más selecto de la música y danza opita, un verdadero culto a la huilensidad.

Por su parte el maestro Jorge Villamil Cordovez con sus rajaleñas “El Matuno” y “La Zanquirrusia” contribuyó a la consolidación de lo que se conoce como las tonadas de Fortalecillas, muy reconocidas en el ámbito regional, desde luego, son las piezas musicales que prenden las fiestas sanjuaneras y perduran hasta las fiestas reales que tradicionalmente se realizan para las calendas del 20 de julio. Los fortalecillunos han logrado mantener viva sus tradiciones musicales y dancísticas gracias a las escuelas de formación artística, así como, al desarrollo de talleres para la elaboración de los instrumentos de la cucamba, actualmente han tomado relevancia con la puesta en marcha de la Ruta de La Achira, un producto turístico que combina gastronomía con música, danza y actividades de contacto con la naturaleza asociadas al entorno del río magdalena.

Un reconocimiento especial para Omar Cuellar, conocido popularmente como “La Cucha”, un verdadero Maestro del Folclor Huilense, y particularmente del rajaleña, formó inicialmente su escuela familiar, una actividad pedagógica que ha trascendido géneros y fronteras, siempre presente en los principales eventos del festival del San Juan y del San Pedro.

¡A cantar y bailar bambucos y rajaleñas en la gran fiesta opita!

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