LA NACIÓN recorrió la zona más afectada por la sequía de la represa El Quimbo. Los bajos niveles tienen en aprietos a decenas de familias que devengan un sustento en distintas actividades económicas, así como a las autoridades por los efectos que podría ocasionar sobre Betania.
CATERIN MANCHOLA
El fenómeno de El Niño se hace sentir fuertemente en el Huila y otros departamentos del país, con la reducción de las lluvias, la disminución de los niveles y caudales de fuentes hídricas, la sequía, el calentamiento del aire y bajos niveles de almacenamiento de agua en los embalses, según han podido establecer las autoridades locales.
Las represas de El Quimbo y Betania ubicadas en la región opita, hoy con volúmenes útiles del 37% y 73% respectivamente de acuerdo con el Ideam, han encendido las alarmas porque la situación según las proyecciones es con tendencia a desmejorar. Además de la generación de energía eléctrica, los proyectos son fuente de empleo para centenares de familias que hoy se encuentran en alerta y sumamente preocupados.
La situación más compleja, por ahora, es más palpable en El Quimbo donde se aprecia un desolador panorama en lo que otrora ha sido el lugar favorito y uno de los de mayor potencial turístico del centro del departamento.
‘Contra las cuerdas’
LA NACIÓN recorrió el área más afectada por el fenómeno de El Niño, donde trabaja el señor Noé García de 60 años de edad, un pescador artesanal que desde hace siete años desarrolla su oficio en dicho embalse donde hay especies como mojarra, bocachico, capaz, cachama y carpa. Nos contó que históricamente ha pescado en inmediaciones al Viaducto El Balseadero, que une a El Agrado y Garzón, pero tras la disminución del volumen ha tenido que desplazarse hacia otras zonas como Gigante.
“Nosotros pescamos y vendemos el producto detallado”, dijo. “El nivel ha mermado harto, por ahí el 60% y 70% de la pesca, los animales están buenos, pero hay compañeros que venden del pequeñito. Nosotros la libra la vendemos a $4.000”.
A Noé y su compañera no les han explicado qué está ocurriendo, sostuvo. “No, nada, no se habla ni se escucha nada. Nada. Nada sobre el nivel que tiene en este momento la represa”. Durante el mediodía de ayer almorzaba uno de los animales que había atrapado y esperaba pacientemente a que llegaran personas para terminar de vender la producción, justo a un costado del viaducto.
Como él, los demás pescadores artesanales de los 6 municipios de influencia también se están viendo a gatas para lograr buena pesca y comercializarla.
Recorriendo la zona turística nos encontramos a Hugo Salguero quien trabaja en el sector de turismo, “soy lanchero de aquí y como usted mira, todas esas lanchas están fuera, en lo seco, por el motivo de la sequía del río”, señaló.
Contextualizó que son aproximadamente 50 familias las que dependen económicamente del turismo en esta zona de la represa, y “ya llevamos más de un mes sin poder trabajar y nadie nos ha dicho nada, solamente hemos visto que han venido periodistas a mirar y hacer videos, no ha sido más, no nos han dicho nada a nosotros, nadie ha venido aquí”, relató.
Según el lanchero, hasta el momento las autoridades no se han pronunciado sobre cómo frentear la situación y por su parte las familias se aferran fuertemente a la esperanza de que pronto lloverá y la situación tenderá a mejorar.
De represa a potrero
Los fines de semana eran los de mayor afluencia de público, por eso ofrecen diferentes paquetes como paseos en lancha que varían de precio, desde $100 mil en adelante. Hace ocho años con el llenado de la represa comenzaron los emprendimientos en turismo, pero ello no está regulado y se lleva a cabo de manera informal.
Nunca el señor Hugo había presenciado un nivel bajo tan prolongado, “así como está no, hubo una ‘secadez’ la vez pasada, pero no tanto”, anotó.
El ganado y las garzas son algunos de los beneficiados. Los primeros están aprovechando el pasto que está invadiendo el fondo de la represa. Los segundos se benefician con alevinos y peces.
La sequía también ha dejado al descubierto la contaminación que se genera en esta zona turística, tanto con desechos e incluso materiales plásticos.
Más efectos
Pero los efectos no son únicamente en El Quimbo.
“Afecta también la condición del embalse de Betania”, aclaró el secretario de Agricultura del Huila, Carlos Cuéllar. “En la medida en que el embalse de El Quimbo pierda caudal, Betania va a verse obligado a bajar los niveles, el tema genera efectos colaterales en la medida en que la crisis se incremente, realmente hay que mirarlo de manera integral”, le explicó el funcionario a LA NACIÓN.
Lo que ocurriría, en un peor escenario, es que si El Quimbo llega a un nivel muy crítico, los procesos de disminución del nivel de Betania serán más rápidos y habría crisis también allí, así lo advirtió la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena. “Por eso se advierte que, por favor, se tenga mucha mesura y cuidado al momento de sembrar nuevos alevinos en el embalse, precisamente para evitar que haya una situación crítica producto de que sigan reduciéndose los niveles”.
“En Betania la situación está en una condición apropiada, pero con tendencia a bajar”, concluyó.
Videos: ¡Estremecedor panorama en el embalse!
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