A propósito del día del abogado, no está demás desearles a todos mis colegas felicitaciones por el camino que escogieron, por haber jurado defender la justicia y procurar que sea respetada incluso de los mismos jueces y fiscales, porque si un abogado no defiende la ley y los principios Universales que definen nuestra humanidad, nadie más lo hará.
Sin embargo resulta confuso el por qué se institucionalizó el 22 de Junio como el día del abogado en Colombia, la más acertada de las versiones la encontré en una nota periodística que reseña la razón de este día.
Resulta entonces que el 22 de junio del año 1942 se graduaría del Externado de Colombia Rosa Castro Rojas, la primera abogada del país, en medio de aplausos y el reconocimiento del cuerpo docente de dicha universidad en cabeza de su rector e integrante de la llamada corte de Oro en Colombia, Don Ricardo Hinestrosa Daza quién de conformidad con su talante liberal (no partidista), decidió aceptarla.
Desde ese momento las mujeres han trabajado arduamente por labrarse un camino en el mundo jurídico y en la actualidad el número de egresados (das) de las facultades de derecho porcentualmente hablando, nos indica que en cuestión de género no hay ventajas.
Es así como este día exalta una profesión pero además, la razón de ser de esta, la protección y el respeto por la libertad y la igualdad de los individuos.
Pero no todo puede ser color de rosa, fuera de la cuestionada ética profesional de algunos abogados también vemos como la sobre oferta laboral atenta contra la misma dignidad de la profesión y de los que decidieron estudiarla. Solo en Neiva, existen 5 facultades de derecho a saber: Universidad Cooperativa, Universidad Surcolombiana, Universidad Antonio Nariño y Universidad Navarra. Sumémosle a ello la facultad de derecho que está proyectada para el municipio de Garzón por parte de la Usco, así como la facultad de derecho de la Universidad de la Amazonía en Florencia. La pregunta es, ¿existen estudios suficientes para garantizar que el mercado laboral sea el adecuado para el cada vez mayor número de recién graduados?.
Con esto en ningún momento busco desalentar a las personas que piensan iniciar sus estudios en derecho ni mucho menos cuestionar a las instituciones que ofrecen esta carrera, pero si valdría la pena reconsiderar algunas cosas.
Sin pertenecer al mundo académico no resulta difícil llegar a la conclusión de que abrir una facultad de derecho es relativamente más sencillo que si fuera una de medicina o ingeniería de petróleos a manera de ejemplo, y sin embargo el prestigio que genera esa profesión es bastante alto.
Mientras que en las clases de medicina, resulta necesario contar con una infraestructura hospitalaria, o en el caso de la ingeniería de petróleos, al menos con un laboratorio de química sin hablar de campos petroleros cercanos. Para dictar una clase de derecho con un aula de clase debidamente iluminada basta. Lo preocupante es que mientras lo ingenieros y los médicos salen con altas probabilidades de empleabilidad en poco tiempo, a los abogados no les resulta tan fácil.
No quiere decir esto que el esfuerzo de estas dos profesiones supere el que hace un estudiante de derecho, pero si nos conlleva a otra dificultad con que se encuentra muchas veces un abogado recién egresado y es por supuesto la subvaloración de su trabajo.
Resulta entonces que para el ojo común, las labores que tienen un resultado aparentemente visible son razonablemente más importantes que las labores intelectuales, luego tiene más lógica que un ingeniero civil se le reconozca la contraprestación pedida por la construcción de un puente o a un cirujano plástico por hacer una liposucción que a un abogado por presentar una demanda. Total, como dirían muchos, ¿qué virtud tiene ir y radicar un documento?
Hasta acá hemos hablado de las dificultades externas en el día a día de los profesionales del derecho, pero ni hablar de la falta de motivación que tienen algunos para ejercerla. El derecho se ha convertido entonces en una carrera subsidiaria, y por supuesto algunos egresados no tienen clara la razón de ser de su profesión.
Por último, una reflexión que hace medio siglo hiciera el abogado uruguayo Eduardo Juan Couture,
“El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando. Ten fe en el derecho como el mejor instrumento para la convivencia humana, en la justicia como destino normal del derecho, en la paz como sustitutivo bondadoso de la justicia, y sobre todo ten fe, sin la cual no hay derecho, ni justicia ni paz.”