Tras la intervención de las EPS más grandes del país por parte del Gobierno Nacional, acción tomada debido a las múltiples falencias de estas empresas y con el fin de erradicar la corrupción en el manejo de los recursos destinados a la salud de todos los colombianos, los resultados son claros: el paciente que estaba crítico ahora agoniza.
Se esperaba que, después de dicha intervención, se lograría una mejora sustancial en las deficiencias de las EPS, como la demora en la entrega de medicamentos, el retraso y la negación de autorizaciones para procedimientos y servicios de salud, una mejora en el acceso a los servicios médicos, y, finalmente, una disminución en las quejas y tutelas relacionadas con la prestación del servicio de salud en el país.
¡Oh sorpresa! Después de meses de intervención, hemos sido testigos de numerosos shows mediáticos, pero pocos resultados concretos, o mejor dicho, los resultados no han sido los esperados. Los logros de las intervenciones no han sido más que el deterioro de lo que ya existía. Las quejas y la insatisfacción con el servicio de salud en Colombia han aumentado. Los cambios en los prestadores, que antes desempeñaban bien su labor, la demora en los pagos que han dejado asfixiadas a las IPS debido al incremento desmedido de las glosas, y el cierre de servicios en muchas de estas entidades por falta de pago, son solo algunos de los problemas que se están presentando.
Eso sí, los escándalos de corrupción han aflorado, y el tufo que se siente por los malos manejos de los recursos destinados a la salud es cada vez más fuerte. Recientemente se revelaron desvíos en los recursos de la salud en el suroccidente de Colombia, en los cuales, bajo la dirección de Mario Urán, un reconocido lobista de salud cercano al Gobierno, se priorizaron pagos y se direccionó la contratación con ciertos centros hospitalarios y servicios de salud de las EPS intervenidas. Este escándalo apenas está comenzando a destaparse.
Esto demuestra, una vez más, las malas decisiones tomadas por el Gobierno, que conoce bien la enfermedad, pero falla en el tratamiento. No es con populismo ni con falsas promesas como se va a mejorar el sistema de salud.
El paciente seguirá agonizando mientras continuamos siendo testigos de escándalos y resultados desastrosos tras estas intervenciones. Una oportunidad más que se pierde para mejorar lo que ya se tenía.