Un encuentro con la muerte tocó su corazón, cambió la escopeta por la mochila, las botas y los libros sobre conservación ambiental. Rosalino Ortiz Fernández dejó atrás sus días de cazador para dedicarse a velar por la flora y la fauna al sur del Huila. Un encuentro con la muerte tocó su corazón, cambió la escopeta por la mochila, las botas y los libros sobre conservación ambiental. Rosalino Ortiz Fernández dejó atrás sus días de cazador para dedicarse a velar por la flora y la fauna al sur del Huila. CAROLINA AMÉQUITA CASTRO LA NACIÓN, NEIVA Un hecho que marcó su vida y aún permanece intacto en la memoria, fue el punto clave para que un cazador de animales dejara la escopeta y se dedicara a preservar la flora y fauna en el municipio de Pitalito, Huila. Ahora a través de la Corporación Ambiental ‘Mashiramo’ lidera esfuerzos e incentiva entre la comunidad la importancia de su labor. Ver un simio pidiendo ayuda, revolcándose de dolor y tratando de comunicarse mediante señas, como si fuera un humano, fue el hecho que partió la vida de Rosalino Ortiz Fernández en dos. “Fui cazador durante diez años, salíamos en grupos de 10 hombres y con escopetas cazábamos más que todo Pavas… era una sensación que no me cansaba, cada vez que disparaba tenía que seguir haciéndolo, sentía que era algo que me liberaba”, relató Ortiz Fernández. Según cálculos de Ortiz, durante sus años como cazador, alcanzó a matar cerca de 600 animales, entre pavas, micos, aves de diferente tamaño y dantas. “Lo que más había en ese entonces eran pavas y era lo más fácil de cazar”, dijo. Sin embargo, al recordar el hecho que lo impactó, Rosalino no puede ocultar su rostro de arrepentimiento. “Ese día vine con un amigo, le disparamos al mico que estaba en un árbol y cayó al suelo, no murió de inmediato, sino que empezó a quejarse como un niño, me agarraba la pierna y me mostraba la herida ensangrentada, como pidiéndome que lo auxiliara”, comentó. Durante 40 minutos, el primate agonizó lentamente hasta fallecer. “Mi amigo me dijo que lo rematáramos para que no sufriera más, pero ninguno de los dos fue capaz, la única salida y la más cobarde fue salir corriendo…eso es algo que no me deja, me sentí muy mal”, expresó Ortiz. Incluso, el ex cazador afirma que en varias oportunidades sintió la fuerza de la montaña, al parecer en rechazo a sus acciones violentas contra la naturaleza. “La montaña tiene sus secretos con los espíritus. Una noche le hice seis disparos a una pava y no la maté, empezó a chillar feísimo, se me erizó la piel, se me enredaron las botas y no podía salir del lugar donde estaba…fue algo muy extraño”, dijo. Una nueva vida Para Rosalino Ortiz, la oportunidad de reivindicarse con la vida y el medio ambiente llegó a la vereda El Pensil, zona rural del corregimiento de Bruselas, en el 2002 a través de la Corporación Autónoma Regional (CAM). Mediante talleres de educación ambiental, enseñaron a los lugareños sobre la importancia de la preservación de la fauna y flora. “Eso fue después de que se vio el primer oso aquí en El Pensil, el biólogo me enseñó que no debía cazarlo sino protegerlo”, manifestó Ortiz. Junto al ex cazador, cuatro compañeros más aceptaron la invitación de la CAM, la iniciativa se extendió también a las veredas vecinas del corregimiento de Bruselas, en Pitalito. “Cuando empezamos a hacer el monitoreo del oso también hicimos intercambio de conocimiento, entre esos el saber el ciclo de vida y la importancia que tienen los animales dentro del bosque, ya cambia el pensamiento”, expresó. Ortiz indicó que algunas de las técnicas utilizadas en su época de cazador, fueron útiles a la hora de realizar el monitoreo al Oso de Anteojos, el mismo que en una oportunidad estuvo cerca de cazar. “Uno empieza a saber cual es el ciclo de estas especies en el bosque y con el primero oso que encontramos aquí en la vereda creció la curiosidad. Es una oportunidad para trabajar el ecoturismo, la cual debemos seguir fortaleciendo para que la iniciativa se mantenga”, manifestó. Experiencias Según Rosalino, la experiencia de educación ambiental le sirvió para conocer el ciclo de la fauna dentro de un ecosistema, “bosques, aves, mamíferos, el hecho de haberlas matado por ignorancia y saber que se pueden aprovechar de mil formas más, ahora es muy gratificante”, aseguró. Hoy, cinco años después de dedicar su vida a la caza, Ortiz es uno de los grandes guardianes de la reserva ambiental El Pensil, ubicada en la Bota Caucana y que parte de su extensión comprende zona rural del corregimiento de Bruselas, tiempo durante el cual ha podido aprender y viajar compartiendo sus enseñanzas y experiencias. “He participado en eventos, dando a conocer nuestro proceso en países como Ecuador, Perú y Costa Rica. Esto por supuesto nos motiva diariamente a seguir en esta bonita labor”, comentó. Ortiz, quien conoce la sensación que produce la caza, constantemente hace un llamado a quienes insisten en esta mortal práctica. “Hay personas que saben que no deben cazar y por qué, pero insisten, Eso es de gusto y hay que buscar otra actividad para enfocarse en ella y dejar atrás el gusto por la cacería, hay que dar el primer paso”, concluyó. Corporación ‘Mashiramo’ Compuesta por 26 integrantes, la corporación ambiental ‘Mashiramo’, que significa oso en el dialecto indígena Yupta, velan por la conservación ambiental desde hace cinco años. “Adelantamos un programa de conservación a especies amenazadas en el Macizo Colombiano. Nuestra corporación ambiental surge de la necesidad de preservar especies naturales y estamos ubicados en cuatro municipios del Huila, Pitalito, Palestina, san Agustín y Acevedo”, expresó Ortiz. Asimismo agregó, “iniciamos en la vereda El Pensil con un monitoreo al oso y con el apoyo de la comunidad, luego nos vimos la necesidad de realizar acciones alternativas a la conservación, creando así un operadora de ecoturismo a nivel comunitario”. Desde la corporación, se realizan talleres de educación ambiental, salidas de campo con escuelas, colegios, integraciones, boletines informativos, entre otros. “Hemos tenido la oportunidad de hacer intercambios culturales para dar a conocer nuestra experiencia. Esta reserva es una alternativa de vida, tenemos especies en flora y fauna que están en vía de extinción y es orgullo tenerla en esta comunidad”, dijo. ‘El Pensil’ La reserva ambiental El Pensil, hace parte del Parque Natural Municipal de Pitalito, declarado ante el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinap). Actualmente el Huila cuenta con 470. 000 áreas declaradas ante el organismo, según la CAM. En total son 4.000 hectáreas del Parque, 400 de ellas en El Pensil, y en total junto con la Bota Caucana 5.600 hectáreas, terreno dentro del cual hay una cantidad indeterminada de osos de anteojos. “Hablar de una cantidad especifica de osos es difícil porque la reserva es muy amplia. Cuando empezamos con el tema de la conservación las demás comunidades se integraron porque vieron el claro ejemplo de que si se puede convivir con ellos”, comentó Ortiz. En cuanto a flora, los integrantes de ‘Mashiramo’ expresaron que en la reserva hay especies como Roble Negro, Laureles, Cominos, diversidad de fauna, aves y mamíferos como el oso andino, el mono churuco y aves migratorias, que son importantes en el Macizo. El Oso de Anteojos El oso de anteojos (Tremarctos ornatus), también conocido como oso andino, es una especie de mamífero de la familia Ursidae. De tamaño mediano en comparación con otros osos, mide 1,30 y 1,90 m de alto, y pesa en promedio entre 80 y 125 kg, siendo el macho más grande que la hembra, su coloración es uniforme, negra o café negruzca, con pelo áspero. El hocico es corto, de color café claro o blanco, con manchas blanquecinas que se extienden alrededor de los ojos y la nariz a través de las mejillas, bajando por el cuello hasta el pecho, y que varía mucho entre individuos. Posee cinco dedos con garras largas y curvas no retráctiles, las plantas de las patas poseen pelos interdigitales que le ayuda a trepar árboles. De hábitos diurnos, solitarios, omnívoros, terrestres y trepadores, su alimentación es predominantemente vegetariana. Única especie viviente de la subfamilia Tremarctinae y único úrsido autóctono actual de Sudamérica. Se distribuye en la cordillera de los Andes, actualmente desde la región andina alta del oeste de Venezuela hasta el noroeste de la Argentina, con avistamientos en el Darién en Panamá; y en el surcolombiano. Monitoreo Desde el año 2004, fecha en que hace aparición el primer Oso de Anteojos en la región, la corporación ‘Mashiramo’ hace monitoreo al mamífero. “Lo vimos varias veces y luego volvió en el 2005, ahí empezamos a hacerle el monitoreo, esto es algo que me llena de orgullo porque antes los perseguía para cazarlos y después cuando supe que era una especie amenazada y que tiene un ciclo dentro del bosque, lo protegemos”, comentó Ortiz. Según el monitoreo de la corporación, el último reporte de aparición del Oso fue hace 15 días. “En la vereda El Cedro, donde salió cerca a una casa, hace un mes por la vereda La Esperanza, adicionalmente en las salidas que hemos hecho siempre encontramos algunas huellas que nos indican que se está moviendo con frecuencia por la zona”, manifestó. En el Huila, el mamífero se alimenta de semillas que germinan en la reserva ambiental. “Son vegetarianos, se alimentan de bromelias, semillas de roble y chusquin o carrizo y en muy poca proporción son carroñeros. Ellos son animales tranquilos que no atacan a menos que se sientan amenazados, la gente se los encuentra a veces muy de cerca, nunca atacan, ellos se alejan, al igual que deben hacer los humanos”, afirmó el ex cazador. Luego de cinco años de labor, Rosalino Ortiz se siente conforme con el camino recorrido, aunque afirma que falta mucho por hacer. “Es una tarea diaria que seguiremos haciendo, sobre todo con los menores de edad, quienes deben ser los que en el futuro lideren la preservación del medio ambiente”, concluyó. Desde el año 2004, fecha en que hace aparición el primer Oso de Anteojos en la región, la corporación ‘Mashiramo’ hace monitoreo al mamífero. El Oso de Anteojos se alimenta de Bromelias, especie característica de los bosques tropicales. En total son 5.600 hectáreas hacen parte de la reserva forestal. Según la CAM, actualmente el Huila cuenta con 470. 000 áreas declaradas ante el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinap). Cerca de 26 personas integran la Corporación ‘Mashiramo’, Rosalino Ortiz Fernández es el representante legal de la entidad.